Camping en Sallanches

Solo de pensarlo, da miedo. Cuatrocientos kilómetros en bici y con todo el Tour encima. Qué barbaridad. Pero nuestro destino hoy está en otra dirección. Pararemos a ver la etapa por el camino y tiraremos para dormir en Sallanches, punto ideal para seguir las dos jornadas alpinas: el final del Grand-Bornand y los primeros kilómetros de la siguiente.

La elección es obvia. Sallanches y ciclismo solo significan una cosa: el Mundial de 1980, Bernard Hinault, la carrera más dura de la historia. Llegaron 15. Hacía un frío de muerte, pero a Hinault le dio igual. Ese año ya se le habían congelado los dedos de la mano en la Lieja-Bastigne-Lieja, así que ni se enteró. Hizo una escabechina brutal. Se subió veinte veces la Côte de Domancy, y allí iremos a ver la carrera mañana. Hemos cogido el camping en la salida de Sallanches hacia el sur, justo en la carretera que sube al puerto. Vamos a salvar los Alpes casi sin movernos y el lunes es día de descanso, un buen plan para aclarar ideas y poner las cuentas en orden. Los dos mil euros empiezan a bajar y París está lejos, aunque siempre podríamos ir en bici, como Julio Jiménez.

El camping está muy bien. Se ve el Mont Blanc. Impresionante. Podríamos ir a Chamonix y coger el teleférico que sube hasta la Aiguille du Midi (3.842 metros), pero el billete cuesta 67 euros. Ni soñar. Desde la terraza del bar se ve perfecto.

Gastado: 644,20.

Remanente: 1.355,8.