![Egan Bernal, el gran favorito del Tour de Francia](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202008/25/media/cortadas/bernal-kmfD-U12013139521tPE-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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Todas las leyendas que acompañan al ciclismo colombiano deberían ser mentira. Necesariamente, porque la realidad es tan novelesca que resulta imposible de creer para el espectador europeo. El Tour de Francia comienza el sábado y, por primera vez en 107 ediciones, un colombiano es el gran y (casi) único favorito: Egan Bernal. A los 23 años, el de Zipaquirá se presenta en la salida de Niza con el aval de su victoria el año pasado y después de haberse impuesto por KO en el combate interno de su equipo: se quedan fuera del Tour Chris Froome y Geraint Thomas -cinco maillots amarillos entre los dos- para dejar vía libre al colombiano, que alista a su lado al ecuatoriano Richard Carapaz. El Ineos ya no habla inglés.
Bernal llega con su victoria de 2019 y como la figura que remató la apasionante aventura de cuarenta años del ciclismo colombiano en Europa. Una epopeya que comenzó en 1980, cuando Alfonso Flórez ganó el Tour del Porvenir. El joven del siglo XXI Bernal pertenece a otra realidad, casi a otro mundo, pero los orígenes son los mismos y por eso su triunfo del año pasado en París solo se explica como culminación de esa historia increíble de los pedalistas cafeteros en las viejas carreteras europeas, sobre todo del Tour.
Un libro que acaba de aparecer en Francia, 'Bernal et les fils de la cordillère. Voyage au pays des grimpeur colombiens', del histórico periodista de 'L'Équipe' Guy Roger, traza este relato que culmina con el triunfo de Bernal. «Los colombianos llevan a su espalda muchas preguntas y muchas veces no saben contestar a esas preguntas», explica Roger, que se ha entrevistado con todos los grandes nombres del ciclismo colombiano para construir este relato con muchos elementos inéditos, una especie de Colombia confidencial.
Bernal nació en una familia de extracción muy baja. Pobre. Su padre era guardia de seguridad en la Catedral de Sal de Zipaquirá, primera maravilla de Colombia y patrimonio de la humanidad. Su madre trabajaba limpiando casas. Les faltaba de todo, tanto que cuando nació Egan no había espacio en la casa y tuvieron que mudarse a la del abuelo.
Ese espíritu de resistencia es un hilo conductor del ciclismo colombiano, con todos sus matices. En ese país, los acontecimientos no son cualquier cosa y hay que saber superarlos.
Cuando está en Europa, Egan Bernal vive en un piso en Montecarlo. La otra punta del escalafón social. Ese contraste, sin embargo, no ha quebrado su popularidad. Todo lo contrario. En Colombia, la gente se ve reflejada en él, por sus orígenes humildes y porque mantiene sus valores sociales aprendidos en casa y compartidos con sus paisanos. Es visto como uno de los suyos y el sentimiento es que si él ha podido llegar, por qué no cualquier otro. Su éxito, lejos de generar reticencias, es visto como un ejemplo.
Bernal es el ganador del Tour y el segundo ciclista más popular de Colombia. Nairo Quintana (Arkea) no tiene rival. Es la persona más querida del país, por delante de todos los futbolistas (Falcao, James, Valderrama...) y cantantes (Shakira, Carlos Vives...). Es impresionante lo que Quintana supone en Colombia. Tuvo que ser el primer colombiano en ganar el Tour, parecía predestinado, pero no lo logró.
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Nairo también es un hijo del campo, algo que en Colombia lo es todo. También vive en Mónaco, pero sigue presente en el imaginario colectivo el Renault 4 verde con el que su padre le llevaba a las carreras de aficionados, para lo que previamente debía ir puerta por puerta pidiendo algo de dinero para llenar el depósito de gasolina. Era el mismo coche donde su madre llevaba las verduras de la huerta familiar al mercado.
Bernal es el gran favorito del Tour que comienza el sábado. Sus parámetros físicos son espectaculares, con un volumen de consumo máximo de oxígeno por encima de los valores del mismísimo Miguel Indurain.
Tiene una capacidad de recuperación asombrosa, como se ve cada vez que le entrevistan después de una etapa. Aparece con total serenidad y fresco como una lechuga... y no suele hablar precisamente después de las etapas llanas sin ninguna dificultad.
Aseguran que su secreto es que su organismo no empieza a generar ácido láctico hasta que está muy cerca del umbral máximo de esfuerzo, lo que le permite recuperarse con enorme rapidez, algo clave en una vuelta de tres semanas. Los brutales entrenamientos que cuelga en redes sociales son otra muestra de esa capacidad portentosa, que Gianni Savio fue el primero en detectar cuando le reclutó para el Androni con 18 años.
Su otra fortaleza, como la de todos los grandes campeones, es la cabeza. Y, ahí, la tradición pesa. La historia del ciclismo colombiano es una historia de lucha y supervivencia, no solo en su país sino al llegar a Europa. Guy Roger cuenta en su libro que «al principio les insultaban. Fignon, pero también otros, les gritaba indios. Y cuando veía a un colombiano a su rueda se levantaba del sillín y le tiraba pedos». Ganarse la legitimidad y la credibilidad en el pelotón ha sido una tarea de años, que incluso afectó en tiempos tan recientes como 2010 a Nairo Quintana en el Tour del Porvenir, que ganó. Se las tuvo tiesas con los dos equipos franceses en carrera, que le intentaban sacar a la cuneta a base de codazos. Volaban los insultos y el asunto no llegó a las manos por los pelos.
En 1983, en el primer Tour del Varta, Patrocinio Jiménez iba a ganar la montaña, hasta que Pedro Delgado se le acercó un día y le dijo: 'Colombiano, se han puesto de acuerdo los profesionales para que un equipo de aficionados no gane la montaña'. ¡Y es que corrieron el Tour como amateurs! Y, pese al aviso, la montaña fue para Lucien Van Impe.
Patrocinio Jiménez, que luego fichó por el Teka, era un ejemplo de aquellos supervivientes. A los 10 años trabajaba en una mina. Llevaba al hombro sacos de carbón de 40 o 50 kilos por un túnel de cien metros hasta la calle. Un día hubo una explosión en la mina y casi mueren todos asfixiados.
Bernal lleva publicidad de un gigante petroquímico británico y Quintana, de un banco bretón. Nada que ver con las pilas Varta que vendían aquellos diez aficionados colombianos invitados al Tour en 1983, tras el triunfo de Flórez en el Tour del Porvenir de tres años antes. Fue él quien abrió la puerta con aquella victoria. «Tenía carisma y era mujeriego», relata Roger. «Son vidas de novela». Flórez no tuvo mejor idea que coquetear con la mujer de un capo del cartel de Medellín, un primo de Pablo Escobar. Le siguieron unos sicarios y confirmaron la historia. Pero no le conocieron y el capo ordenó que lo mataran. Le dieron cuatro tiros en la cabeza desde una moto en 1992.
Contaban que Pablo Escobar soñaba con el Tour. Su hermano Roberto fue director, mánager e incluso seleccionador sub-23. Cuando iban a correr a Ecuador, México, Perú o Chile, aprovechaba para lanzar nuevos anzuelos de su negocio. Al final le echaron y montó una fábrica de bicicletas. Su apodo era 'Osito' pero le puso a la firma 'Ositto', con dos tes, porque sonaba «más italiano y con más clase». «En Colombia pasa de todo, pasión, narcotraficantes... Son vidas descomunales».
De todo eso es heredero Egan Bernal, cuya carrera no se explica si no es como la culminación de la increíble historia del ciclismo de su país. Desde la primera Vuelta a Colombia en 1951, que ganó Efraín Forero, apodado 'Zipa' y natural también de Zipaquirá. Hoy tiene 90 años y ha vivido lo suficiente para ver a un vecino cerrar el circulo mágico en París. Todas las leyendas del ciclismo colombiano deberían ser mentira, porque la realidad es increíble.
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