La representación institucional vasca en la presentación del Tour de Francia 2023. Irekia
Tour de Francia 2023

Para escaladores, porque no hay crono

El Tour presenta la edición 2023, que saldrá de Euskadi, y oculta tras las montañas del libro de ruta un recorrido abierto a varias interpretaciones

Jueves, 27 de octubre 2022

No fue sencillo interpretar el mensaje del Tour de Francia de 2023 en su presentación, donde los números escondieron la verdad: ocho etapas llanas, cuatro de media montaña, ocho de alta montaña con cuatro llegadas en alto, una única contrarreloj. Treinta puertos de segunda, ... primera o fuera de categoría por 23 de este año... ¿Pero cómo es el Tour de 2023?

Publicidad

Los números hablan de una carrera montañosa. Apoyan esa impresión nombres como el Tourmalet, el Grand Colombier o La Loze y el Markstein. El Puy de Dôme. Y la clamorosa desaparición de la contrarreloj, con solo 22 kilómetros ya en la tercera semana. Y, sin embargo...

El Tour de Francia de 2023 se presentó ayer en París, con protagonismo central para la Grand Départ en Euskadi. La ronda gala arrancará el 1 de julio del año que viene con tres jornadas en línea por las carreteras vascas. El director general del Tour, Christian Prudhomme, avisó la víspera que lo que suceda en Euskadi puede marcar la carrera no una semana, sino muchos días. Y quizá esas enigmáticas palabras expliquen más la realidad que todas las cifras expuestas ayer en el Palacio de Congresos de París.

Hay dureza. Importante. Si no, no sería el Tour. Pero más allá de esa premisa obvia, parece que Prudhomme y su gente quieren mandar a los ciclistas a pensar, a escudriñar todas las interpretaciones que permite el recorrido, que no son pocas. Se puede dar ya por hecho que Remco Evenepoel (Quick-Step) irá al Giro de Italia. No se le ha perdido nada en Francia sin contrarreloj. Wout van Aert (Jumbo) y Julian Alaphilippe (Quick-Step) se mueven inquietos en sus sillas. A Tadej Pogacar (UAE) todo le viene bien y es feliz. Jonas Vingegaard (Jumbo) lleva días coqueteando con el Giro y a lo mejor era porque sabía algo. Otra victoria colectiva de su equipo el año que viene en París podría no necesitar al mismo inquilino en el primer escalón del podio. Hay que ir a las carreteras y ver. No vale Google Maps. La realidad está fuera, no en el libro de ruta, casi una obra de ficción.

Publicidad

Alta montaña sin excesos

El arranque del Tour en Bilbao el 1 de julio va a ser explosivo. Dos clásicas, una detrás de otra, van a replicar el arranque de 2021 en Bretaña, otro país de ciclismo. Aquel Tour en el que Alaphilippe, Van der Poel y Van Aert jugaron a ciclistas más de una semama, hasta que Pogacar puso orden.

La etapa de Bilbao y la de Donostia, con Jaizkibel por Hondarribia, tienen perfil de clásica. La tercera saldrá de Amorebieta y recorrerá todo el litoral guipuzcoano desde Mutriku a Pasaia, volviendo a atravesar Donostia, por segunda vez en dos días. El Tour cruzará la muga en Irun y los últimos kilómetros por Iparralde no presentan apenas dificultades, por lo que podría producirse un sprint en las calles de Baiona.

Publicidad

El Tour enfilará entonces a los Pirineos, con más presencia que la que decían las filtraciones. Habrá dos etapas. Una primera, de nuevo con unos cuantos kilómetros por carreteras vascas hasta coronar el Soulour, con el Marie Blanque como mayor dificultad. La más dura es la siguiente, la sexta, con dos clásicos como Aspin y Tourmalet antes de acabar en la cima de Cauterets. Nadie discute el rango del Tourmalet, pero no son unos Pirineos que asusten. Un sprint en Burdeos y la llegada, por primera vez desde 1988, del Puy de Dôme -que decepcionará por una falta de dureza inversamente proporcional a su leyenda- cerrarán el primer tramo del Tour.

Los Alpes, más complicados

El resto de grandes etapas de montaña del Tour 2023 no presentan sorpresas respecto a lo ya conocido, con metas en el Grand Colombier, Morzine, Saint Gervais Mont Blanc y Courchevel. Cuatro etapas, con una jornada de descanso y la contrarreloj en medio, pero, de nuevo, la sensación de que el Tour ha dibujado con el freno puesto. Nada de Alpe d'Huez o Galibier. Un puerto muy serio, el Joux Plane, antes de bajar a Morzine, donde Ion Izagirre ganó en 2016. Y la etapa con meta en el aeródromo de Courchevel (18%), previos pasos por el Cormet de Roselend (19,9 kms. al 6%) y el col de la Loze (28,4kms. à 6 %). Una etapa reina con todas las letras, capaz por sí sola de justificar que se trata de un Tour montañoso.

Publicidad

Será, sí, un Tour para escaladores, porque no hay otro terreno donde abrir huecos. Lo más llamativo del recorrido es la presencia de una única contrarreloj, en la etapa 16, ya en la tercera semana, con apenas 22 kilómetros entre Passy y Combloux. Muy poco, toda una deshonra para la especialidad. El año que el sprint vuelve a sus mejores salones (burdeos por encima de todos), la crono desaparece.

Alta montaña sin excesos

Toda una declaración de intenciones de la organización, que parece buscar la igualdad y que Wout van Aert, de una vez por todas, se concentre en ganar el Tour y lo haga a la tremenda, como a punto estuvo de conseguir Alaphilippe en 2019.

Publicidad

Noticia Relacionada

La última vez que el Tour salió de Euskadi se vivió una apoteosis en Donostia, en 1992. Hubo ganadores de campanillas, Indurain y Zulle, y en París se consagró el navarro. 2023 será el regreso de Tadej Pogacar a la lucha tras su derrota este año. El gran corredor de la época ya ha dejado pinceladas de su clase en la Itzulia, donde ha ganado etapas y ha pisado el podio, pero aún debe confirmarse en un escenario grande que le falta.

El esloveno no habrá perdido mucho sueño la pasada noche estudiando el libro de ruta, poniéndolo del derecho y del revés a ver si encuentra su secreto. Le da igual, porque todos los terrenos le favorecen. Es el nuevo Merckx y no cometerá el mismo error en dos ediciones consecutivas. Merckx no brilló en Euskadi, fue el único grande de la historia al que se le olvidó.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad