Una vuelta de tres semanas no suele ser terreno propicio para las sutilezas tácticas. Por lo general, gana el más fuerte, que a lo largo de 21 días es capaz de imponer su superioridad por encima de los detalles que un día suelto pueden hacer ... perder una carrera.

Publicidad

Pero este Tour invita a pensar en que el ciclismo entendido como deporte colectivo puede tener su oportunidad. Los dos favoritos son Tadej Pogacar y Primoz Roglic, primero y segundo el año pasado, y la alternativa no es otro ciclista, sino un equipo: el Ineos. Los ingleses vuelven a Francia un año después del desastre. Su jefe, David Brailsford, admitió que no vio venir el crecimiento del Jumbo, que le dio una paliza en 2020 y le obligó a reconsiderar las ideas que le habían dado siete de los ocho Tours anteriores.

El Ineos se presenta en la salida de Brest con un ganador en París (Thomas), dos vencedores del Giro (Carapaz y Geoghegan Hart) y un clásico como Richie Porte. Habrá que ver cómo mueve sus fichas para hacer frente a dos adversarios que parecen superiores en el mano a mano. No será fácil, ya que una vuelta de tres semanas –y más, el Tour– siempre acaba conduciendo a unos momentos críticos en los que los favoritos están frente a frente, sin ayudas, y eso favorece al más fuerte.

Un factor desestabilizador puede ser el papel que asuman los genios del ciclismo de ataque, sobre todo Van Aert y Alaphilippe, y menos Van der Poel (con la vista en los Juegos de Tokio). Hace dos años, el francés ya llevó al límite a Egan Bernal y aunque ha dicho por activa y por pasiva que no se fija en la general, la primera parte del Tour le puede colocar en la lucha por el amarillo y una vez ahí... No es fácil que luchen por ganar en París, pero una de sus ofensivas puede llevarse a cualquier favorito por delante el día menos pensado. Romper el ritmo cuartelero de los eslovenos es la única esperanza de los aspirantes.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad