Aita, los números no engañan

Mi hijo, gran apasionado del ciclismo, siempre me está hablando de vatios y de datos técnicos. A mí no me gusta demasiado fijarme en esas cosas y no le suelo hacer mucho caso, pero esta vez tengo que darle la razón. 'Aita, los números no engañan', me dijo. Debo reconocer que los datos están claros.

Vingegaard se recuperó de forma magnífica de la caída de la Itzulia, ha ido progresando y creo que ha alcanzado el cien por cien de su rendimiento. Sin embargo, con lo que yo no contaba es con que Pogacar iba a ser capaz de mejorar todos sus registros, que es lo que está sucediendo. Está mostrando sus mejores números de siempre y rompe récords en cada puerto que sube. Ahí radica la diferencia entre los dos en este Tour, en la progresión de Pogacar. El golpe de efecto que volvió a dar ayer fue espectacular.

Hay que destacar que Evenepoel volvió a estar muy bien. Está lejos de los dos extraterrestres, pero ha consolidado con fuerza la tercera plaza del podio. Lo tiene muy bien encaminado, pero no debe olvidar los tres días tremendos con los que que acabará el Tour.

La mayoría creerá que el Tour ya está sentenciado. Es lógico. Yo defiendo que todavía no, pero debo reconocer que cada vez con menos fuerza en vista de la fortaleza de Pogacar y del desarrollo de los acontecimientos. Sigo, pese a todo, manteniendo la esperanza de que todavía la carrera está abierta, porque el Tour se le puede hacer muy largo a alguno.

Quiero mandar un mensaje a los impresentables que se dedican a molestar a los ciclistas y a ponerles en peligro. Si por mí fuera, cogería un akuilu como el de los pastores de los encierros de San Fermín y me ponía a dar palazos a todos para limpiar la carretera. Gracias a dios que no pasa nada, pero sería mucho mejor que se quedasen en casa.