Ingenuos pecadores

He leído estos días que la comida favorita de Vingegaard es el doner kebab y que es lo que más a gusto come durante el Tour. No me extraña. En una prueba como esta se van acumulando los días, el cansancio físico y psicológico y todo se hace muy monótono. Todas las jornadas son iguales: ir a la salida, la charla, vuelta al autobús, hotel, cena... Es como el día de la marmota.

Recuerdo que nosotros en el Banesto siempre usábamos la misma marca de barritas, que eran de la casa que nos patrocinaba. Todos los días era lo mismo y solíamos cambiarlas con compañeros de otros equipos durante las etapas. Yo lo hacía mucho. Concretamente, con Georg Totschnig, que corría en el Telekom, hacíamos los intercambios en la salida. Las suyas eran las que más me gustaban.

Después de las etapas, si había alguna hamburguesería cerca del hotel solíamos ir a comernos una. Pero de esto mejor que no se entere Eusebio Unzue... Era nuestro gran pecado.

Afrontamos ahora las tres grandes etapas de este Tour, con dos días de alta montaña y la contrarreloj final. Son etapas muy duras las dos primeras y luego llegará la crono que yo pensaba que iba a decidirlo todo, pero tal y como está la cosa parece que no será así.

Es un examen importante para Evenepoel. Parece que los único que puede pasar es que ataque el segundo puesto de Vingegaard, en un Tour que se ha puesto favorable para sus intereses. Carlos Rodríguez ha fallado un poco y creo que Roglic habría luchado por el tercer puesto o incluso por pelearle a Vingegaard la segunda plaza del podio, sobre todo vista la debilidad no prevista que mostró el miércoles.

Estos días se van a aclarar muchas cosas, de todas formas. La etapa de Superdévoluy era muy favorable para él, pero la alta montaña es más propicia para Vingegaard. Sobre el papel tiene ventaja y, además, en teoría, el belga siempre tiene un mal día en esta clase de puertos.

Espero que no sea así. Para él es muy importante. Si conserva el tercer puesto y qué decir si logra el segundo habremos ganado un corredor más para la pelea en las grandes vueltas. No al nivel de Pogacar, pero sí muy cerca y con capacidad para hacer cosas importantes.

Veo el Tour muy definido. Para mucha gente está decidido. Creo que está encarrilado, pero veo que existe peligro. Estos puertos son tremendos, larguísimos, y si a alguien le viene el bajón, incluido Pogacar, pueden pasar una factura muy importante.

El Tour de Francia se hace muy largo, muy monótono, pero a estos grandes campeones no les pesa ni parece que caigan en pequeñas tentaciones como nosotros, ingenuos pecadores.