Juanma Garate (Irun, 47 años) eligió para ganar una etapa del Tour de Francia un lugar mítico, el Mont Ventoux. Fue un triunfo que le define como ciclista, una mezcla de piernas e inteligencia que le llevó a disputar 15 temporadas de profesional al máximo nivel y ganar en Francia, en el Giro y en la Vuelta a España. Su visión de carrera sigue en activo ahora desde el coche, ya que el irundarra es el director del Education First, un equipo al que saca chispas temporada tras temporada. En su casa de Hondarribia guarda la bici de aquella victoria tal cual, con el dorsal 45 en el cuadro. Recuerda cada detalle de aquel día y su conversación, como siempre, despeja el horizonte y aclara conceptos.
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– ¿Cómo recuerda la victoria en la cima del Ventoux?
– La repercusión la ves después. Nadie me llama para recordarme la etapa del Giro ni la de la Vuelta. Y me parece normal. Personalmente, la etapa del Tour me supuso completar el círculo y además llegó de forma inesperada, después de un Tour de mierda para nosotros, en el que no estuvimos nada bien. Nos dijimos que íbamos a intentarlo, porque ya veíamos que nos íbamos del Tour de vacío.
– ¿Cuándo supo que la victoria no se le escapaba?
– Cuando me vi allí, me dije que no podía fallar, que no podía hacer segundo. Sabía que no podía cometer ningún error, que si arrancaba y medía mal lo echaba todo a perder.
Nació en Irun, el 24 de abril de 1976 Tiene 47 años.
Profesional entre 2000 y 2014, logró seis victorias.
Etapas en las tres grandes Ganó en la Vuelta en 2001, en el Giro en 2006 y en el Tour en 2009. Ganó la montaña del Giro ese mismo año. En la corsa rosa fue cuarto (2002), quinto (2005) y séptimo (2006) en la general.
26 rondas de tres semanas 12 Vueltas, 8 Giros y 6 Tours.
Triunfos En Vuelta a Suiza, Giro del Trentino y el Campeonato de España en 2005.
Equipos Lampre, Saunier Duval, Quick-Step y Rabobank.
Director Desde 2016 es el responsable deportivo del Education First, antes Garmin.
– No fue una de aquellas escapadas que tiene seguro llegar a meta...
– Desde luego que no. Llegamos a tener mucho tiempo, pero muy lejos de meta, a quince kilómetros de comenzar la subida, empezamos a pararnos. Íbamos despacio. Y por atrás empezó a soplar el viento y el pelotón se puso a tope. Nos recortaron una barbaridad y empezamos el Mont Ventoux con demasiado poco tiempo como para llegar. Íbamos racaneando demasiado. Antes del inicio del puerto como tal ya es un terreno muy duro y ataqué, porque pensé que cuanto antes seleccionase el grupo más opciones habría de irme con alguien con quien poder colaborar en el tramo final. Decidí romper la escapada, jugármela a todo o nada, porque no había otra opción.
– ¿Cómo hicieron entonces para llegar?
– Hacia la mitad de la subida ganamos tiempo respecto a los de atrás y esos 40 segundos de más fueron decisivos, pero estuvieron cerca de cogernos.
– Iba con Tony Martin. ¿Tuvo que tirar de piernas y de estrategia?
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– Por la radio me informaron que venía Pellizotti muy cerca. Las motos de carrera nos estaban adelantando ya, así que cuando vi la pancarta del último kilómetro arranqué. Tony Martin ni se movió. No reaccionó, así que pensé que muy bien no iba, que solo tenía una marcha. Pero a 700-800 metros miré dos veces para atrás y vi que venía exactamente a la misma distancia. Pellizotti ya había hincado la rodilla y yo estaba preocupado de Martin más que de otra cosa. Me di cuenta de que sí, de que solo tenía una marcha pero era rápida. Yo tenía cambio de ritmo pero no una marcha más que él, así que pare. Pensé que si me iba midiendo al final quizá tendría la opción de superarme, y yo no podía fallar, de eso estaba convencido. Así que paré porque estaba seguro de que igual no tenía una marcha más de un kilómetro, pero de veinte segundos sí, de que con mi cambio de ritmo le soltaba al final.
– Dicho y hecho...
– Conocía la llegada del Dauphiné donde está estos días al frente del Education First, y sabía que tenía que entrar delante en la zona más empinada. 'Si arranco aquí muy bien va a tener que estar para poder ganarme'. Y ni se levantó.
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– ¿Es la victoria más importante de su carrera?
– Sí. Porque es la que más repercusión tiene y también por lo que supuso. Ya llevaba diez años de profesional y estaba en una fase distinta de mi carrera, ya no competía por las clasificaciones generales y tenía una labor más de ayudar. Sí fue la victoria más importante, pero no la más emotiva. Para mí, fue la etapa que gané en el Giro. Había hecho todos los puestos del segundo al décimo varias veces, pero veía que no ganaba. Sentía que me merecía un triunfo y al final lo logré.
– ¿Es verdad que la noche anterior al Ventoux soñó que iba a ganar?
– Sí. No sé si soñé o me lo imaginé en esos momentos de la madrugada en los que no sabes si estás dormido o despierto. Seguramente me inventé lo que quería que pasara, pero es verdad, estaba en la cama en algún momento del sueño, a las seis de la mañana o por ahí. En el sueño, me iba con Alberto Contador y yo ganaba la etapa y él, el Tour. No fue exactamente así, pero también me vale.
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– ¿Es verdad que Juan Antonio Flecha dio una charla al equipo esa misma mañana arengándoles para intentar ganar?
– Habíamos preparado muy bien el Tour y desde el primer día todo nos había salido mal, con muchas caídas y mal rendimiento. Habíamos trabajado mucho y no salían las cosas. Era ya el último día antes de llegar a París y nos habíamos rendido, pero ya se sabe cómo es Flecha, que es un enamorado de las leyendas del ciclismo y las cosas míticas. En el bus se puso a hablar y nos dijo que el Ventoux es la historia del ciclismo, que es como la París-Roubaix y que había que intentar ganar. Se puso muy pesado y le corté: 'Flecha, ¿te puedes callar? Estamos reventados y no hay nada que hacer'. Denis Menchov, que estaba a mi lado, se partía de la risa. Todos queríamos terminar la etapa lo antes posible y llegar a París para irnos a casa. Pero Flecha no paraba , hasta que le tuve que decir: 'Cállate, que yo gano la etapa, pero déjanos en paz'. Después de acabar en el podio, a la noche me estaba esperando en la puerta del hotel y desde entonces me llamaba el 'mítico'.
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Iñaki Izquierdo
– ¿Fue importante para el equipo?
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– El Rabobank era un equipo grande. Tenía mucha presión en Holanda y siempre, antes de las carreras, había que decir qué es lo que el equipo iba a hacer. Las expectativas no se estaban cumpliendo en ese Tour. Desde el primer día no estábamos dando el nivel y a esas alturas estaba claro que iban a rodar cabezas en el equipo, no solo de corredores, sino de técnicos y mánagers. Mi victoria llegó cuando ya habíamos arrojado la toalla. Tras la contrarreloj, dos días antes, bajamos los brazos. Hasta sacamos vino en la mesa de la cena y nos relajamos bastante. Corrimos los últimos días sin presión.
– ¿Es verdad que unos holandeses le pusieron su nombre a su hijo por ganar en el Mont Ventoux?
– No fue exactamente así, pero la historia es cierta. Había una pareja de holandeses que iban a tener un niño y no sabían qué nombre ponerle. Entonces decidieron que le llamarían como el ciclista que ganase en el Ventoux. Lo que pasa es que se adelantó el parto y le llamaron Manuel. Luego gané yo allí arriba. Ellos estaban viendo la etapa y al ver que iba un Juan Manuel en la escapada pensaron que sería increíble la coincidencia. Había sido un parto difícil y de hecho el niño nació con problemas. Luego se pusieron en contacto conmigo y me contaron que había sido un milagro que sobreviviera al parto y que luego ganase yo en el Ventoux.
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