Respirando aires pirenaicos

Muchos decían que el Tour llegaba ayer a las puertas de los Pirineos, pero no es exacto. El último puerto de la jornada, Saint-Louis, ya es Pirineos, aunque es verdad que a partir de hoy la carrera va a transitar por toda la cordillera.

La etapa llegó a Quillan, un pueblo que recuerdo bien. A la conclusión del Tour de 1974, en el que gané el gran premio de la montaña, me invitaron a tres o cuatro critériums, y uno de ellos fue allí. Gracias a eso, mi mujer y yo disfrutamos de unas bonitas vacaciones en París. Aquel fue el primer critérium que corrí. Lo hice junto al difunto López Carril.

Mi triunfo en la clasificación de la montaña sirvió para que se modificase el sistema de puntuación. Me parece muy justo que sea un escalador el que lo gane, pero también doy mérito al que lucha por él todos los días. Un desconocido Nairo Quintana querrá recuperar el maillot a puntos en la etapa de hoy. Si no lo consigue, ya lo va a tener difícil el colombiano.

Ganó la etapa un gran Mollema, que no es el más elegante pero sí fue el más fuerte. A 43 de media y con esos compañeros de escapada, lograr el triunfo tuvo mucho mérito. Guillaume Martin se colocó segundo en la general, pero no creo que sea la esperanza francesa para este Tour. Me da la impresión de que la carrera le devolverá a su sitio, fuera de la lucha por los puestos de honor.

Sería lo lógico, aunque sí he conocido casos de que alguien que se mete delante en una escapada resiste. En 1965 la etapa terminaba en Barcelona, lo mismo que nosotros en el Tour del Porvenir. Pérez Francés sacó casi una vuelta de ventaja al pelotón en el circuito de Montjuic. No recuerdo cuánto tiempo fue exactamente, pero mucho, y se colocó sexto en la general. Llegó sexto a París. No creo que sea el caso de Martin.

Aunque después faltarán los peores días, la etapa de hoy no puede considerarse el aperitivo de los Pirineos. En todo caso, un aperitivo indigesto.

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