Una cohabitación con Dumoulin tranquila y marcada por la ambición

Roglic y Dumoulin no se conocían. «No teníamos prácticamente ningún contacto», explica el holandés en una entrevista con 'Velo', revista del grupo Amaury, el mismo que organiza el Tour. «Solo nos cruzábamos en las carreras».

Sin embargo, entre ambos se ha creado una relación cordial basada en el respeto. Llevan años encontrándose en las mismas disputas, desde el Giro de 2016 hasta los mundiales de contrarreloj de 2017 y el Tour de 2018. «Ahora nos conocemos mejor y hablamos. Tengo mucho respeto por él», reconoce Roglic. «Sé los sacrificios que ha hecho para conseguir su nivel».

No hay lucha de egos entre Roglic y Dumoulin, porque ambos coinciden en que «se necesita el equipo más fuerte posible» para ganar el Tour y que en el Jumbo rige «la ley del más fuerte. Nuestro objetivo es ganar el Tour en equipo y si estamos todos en la misma línea, podemos conseguir algo grande», cree el holandés.

Dumoulin dejó su hiperliderazgo en el Sunweb para enrolarse en un Jumbo cada vez más fuerte: «Al cambiar de equipo buscaba no ser el único líder, pero si tengo buenas piernas soy capaz de asumir la responsabilidad».

A finales de 2019, ambos, junto a Kruijswijk, Groenewegen y Van Aert, fueron invitados a una cena con los dirigentes del equipo y los patrocinadores, para que cada uno presentara sus ambiciones para 2020. Hablaron y todos dijeron que su objetivo era el Tour. Y así se acordó. Estilo holandés.