La ruleta de Nimes

Me entusiasmó la actuación de Imanol Erviti, segundo y autor de su mejor puesto en doce participaciones consecutivas en el Tour. Incluso se hizo acreedor a la victoria, pero Politt salió respondón y fuerte en los kilómetros finales.

La de Nimes era una buena llegada para Cavendish. Sus opciones pasaban por un trabajo descomunal de sus compañeros del Deceuninck. Alaphilippe se filtró en la fuga y los escuderos del conjunto belga agradecerán el 'descanso' porque todavía restan muchos días de carrera. El temor al viento era tal entre algunos que la dirección de Astana ordenó descolgarse del grupo cabecero a Omar Fraile para estar al lado de Lutsenko, séptimo en la general.

No tuvo mucha más historia la etapa de Nimes, donde viví un episodio curioso durante mi ciclo como director en Teka. Creo que estábamos en una Midi Libre y salí a dar una vuelta con Chili, el conductor del autobús del equipo. Entramos en un casino. Solo había jugado a la ruleta en Montecarlo durante el viaje de novios. Repetí aquella noche. Depositamos la ficha en una casilla de la que no despegábamos la mirada. Y nos tocó. El premio sería de unos 200 francos. Justo en ese momento llegó un cliente, bebido, que se llevó nuestra ficha. «Voleur, voleur (ladrón)», gritaba en mi refinado francés. En vano. No volvimos a verle. Pero me oyó un encargado del casino, que nos ofreció la mitad del premio como compensación. Heridos en el orgullo, le dijimos que no. A continuación, con toda educación, nos invitó a un whisky, que sí nos tomamos.