Sabía que la arena frenaría a Jan Raas
11ª etapa Burdeos-Biarritz ·
El oiartzuarra, colocado a rueda del neerlandés, le rebasó en los últimos 50 metros de un hipódromo de carreras de trotones11ª etapa Burdeos-Biarritz ·
El oiartzuarra, colocado a rueda del neerlandés, le rebasó en los últimos 50 metros de un hipódromo de carreras de trotonesMiguel Mari Lasa recuerda con especial cariño la etapa de Biarritz. Y con detalle: «Andaba buscando la forma y el día cuando poder ganar. Siempre es difícil, salen 200, hay veinte etapas y algún favorito se lleva tres o cuatro, así que quedan pocas para ... el resto. Me había fijado en la obsesión de Jan Raas, que andaba todos los días intentándolo y no lo conseguía. La etapa era totalmente llana. Salíamos de Burdeos y atravesamos las Landas a una velocidad de miedo, y yo tenía la ventaja de que habíamos llegado a la misma meta en la Vuelta al País Vasco».
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El oiartzuarra explica que «era un hipódromo de carreras de trotones y la pista era de ceniza, no de asfalto. Sabía que la rueda se metía en la arena y te quedabas frenado y pensé cómo tenía que hacerlo. Se entraba por una puerta de la anchura de un coche. Lo más difícil fue llegar ahí a la rueda de Raas. Sabía que lo iba a intentar y que la llegada le venía bien. Al día siguiente era descanso y uno después empezaban los Pirineos. Era su última oportunidad porque no era escalador».
Trazado el plan, quedaba lo más complicado: llevarlo a cabo. «Yo, cegado con él. Y entré, en efecto, a su rueda. Iban tres o cuatro delante, que no eran de su equipo, y él les animaba. A 200 metros de la meta arrancó y yo aguanté. Cada vez iba a menos, porque el sprinter mete todo el desarrollo, pero si no deslizas se hace cada vez más cuesta arriba y él se iba frenendo por la arena. En los últimos 50 metros le pasé. Siempre hemos tenido buena relación, pero desde entonces, en vez de solo Lasa me llamaba 'Lasa cabrón'. Le fastidié la última oportunidad. Fue bonito, pero había que estudiar cómo ganar. En otra etapa de ese Tour, los tres de Biarritz hicimos también los tres primeros, pero en otro orden. Ganó Demeyer, Rass entró otra vez segundo y yo, tercero. En el Tour seleccionábamos tres o cuatro etapas para intentar ganar una. Es mejor dar un golpe de estos que andar todo el día quinto o sexto y acabar el Tour octavo, del que no se acuerda nadie. Es mejor ganar una etapa y acabar el 33».
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Lasa recuerda que los inicios no fueron sencillos. «Mi hermano José Manuel corría en aficionados y era bueno. Todos los fines de semana venía a casa con el ramo de flores o el trofeo y yo insistía en que quería ser ciclista. Mi padre decía que con un deportista en la familia ya era bastante y que tenía que estudiar. Iba a clase en Donostia y allí me conoció Jaime Ugarte, que tenía un equipo, Educación y Descanso. Fui a mi primera carrera sin decirle nada a mi padre. A mi madre sí se lo conté. Era en Legorreta, creo. En una bajada, ya cara a meta, íbamos cuatro o cinco, se me cayó el de delante y yo, detrás. Me fracturé la clavícula. Jaime Ugarte me llevó al hospital y luego a casa y pasó un mal rato ante mi padre, que le preguntaba a ver quién le había dado permiso para llevarme a la carrera. Hice Maestría industrial, terminé y empecé a trabajar en una empresa de electricidad, en Donostia. Iba y venía en bici y en casa insistía en que quería correr. Por fin, un día mi padre me dijo que hiciera lo que quisiera, con tal de que le dejara en paz. Con el paso del tiempo fue cambiando de opinión cuando vio que no se me daba mal del todo».
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