Tour de Francia
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Tadej Pogacar, un campeón de épocaEn la terraza del hotel Negresco, en el Paseo de los Ingleses de Niza, se entiende a la perfección por qué la hora de vermut es el atardecer y no el mediodía. El rojo del contenido del vaso y el del horizonte se mezclan y ... se alcanza algo muy parecido a la belleza. Por eso la última etapa fue tarde, para que el rey sol del Tour de Francia se fundiera con el horizonte mediterráneo en una fotografía de armonía perfecta. Tadej Pogacar (UAE) pasó bajo la cúpula rosa de extravagancia belle epoque del hotel a las siete y media, un minuto antes de coronarse como campeón en la plaza Masséna, bajo la estatua de Apolo. Al esloveno no le basta con ganar, la victoria debe ser categórica y rimbombante.
Pogacar es ya un campeón de época. De esos ciclistas que definen su tiempo, como Bernard Hinault, el último de esta estirpe. El esloveno es el mejor ciclista de los últimos 40 años, desde que el francés ejercía su tiranía allá por donde pisaba y enfadado con el mundo ganó su último Tour en 1985. Pogacar marca una era, como Coppi, como Anquetil. Con 25 años, puede aventurarse que a esa enumeración podrá sumarse el nombre de Merckx en breve, pero Merckx sigue siendo Merckx y hay líneas que es mejor no cruzar, porque no hay vuelta atrás.
La victoria de Pogacar en el Tour de 2024 es la más importante de su carrera, la que le coloca a la par de los más grandes. Gana después de haber perdido los dos anteriores y recupera la corona ante su verdugo, un hecho sin precedentes. Esa dialéctica entre los dos grandes campeones es única. Hinault perdió con Fignon, pero el parisino no corrió cuando el bretón volvió para ganar su quinto y último Tour a la tremenda. Ocaña ganó en 1973, pero no estaba en el 74 cuando Merckx regresó para el quinto. Pogacar ha derrotado a Jonas Vingegaard (Visma), que le había hecho doblar la rodilla en 2022 y 2023.
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El danés llegó a la salida de Florencia en un mar de dudas tras su terrible caída de Itzulia y no pudo preparar el Tour de forma correcta. Esa circunstancia, sin duda, ha marcado la carrera, pero no resta valor ni significado a la victoria. Pogacar gana con 6:17, que es una ventaja sideral, a un Vingegaard que ha completado una hazaña y ha mostrado un nivel asombroso: aventaja en más de tres minutos al tercero, Remco Evenepoel (Soudal), y en 13 al cuarto, Almeida (UAE), lo que da cuenta del nivel que ha mostrado el danés, autor de una proeza.
Pogacar gana su tercer Tour con 25 años y ante sí se abre un horizonte inabarcable. Es de tal dimensión su victoria, que casi nadie destaca que esta temporada también ha ganado el Giro de Italia, un doblete que nadie conseguía desde hace 26 años y que solo ocho ciclistas han logrado en toda la historia. Es tan inmenso lo que se vislumbra en el futuro, que parece que un encadenado Giro-Tour es un acto rutinario.
Gana el Tour imponiéndose en seis etapas, las mismas que se anotó en Italia. El récord anterior era de Eddy Merckx, con once triunfos en 1970, tres en el Giro y ocho en el Tour. Las de este domingo son sus victorias veinte y 21 de la temporada, todas del World Tour. Entre ellas, un monumento, la Lieja-Bastogne-Lieja, con una exhibición memorable.
Pogacar une a todas sus virtudes ciclistas la capacidad de personificar el espíritu de la época. Es un ciclista absolutamente contemporáneo, que cogió su deporte en un sitio y lo va a dejar en otro muy distinto. Tiene una noción muy clara de espectáculo, de cómo es la sociedad a la que se dirige y su discurso encaja a la perfección.
No tiene nada que ver con el carácter de los grandes del siglo XX, cuando Europa era aún un continente industrial, de obreros y de fábricas. De personalidades como las de Merckx o Hinault, con toda la furia de quien sabe de dónde vienen él y los suyos, con conciencia de estar luchando contra todo y contra todos, incluidos los elementos. Ya no se trabaja con las manos y Pogacar no ofrece sudor y dureza, sino un espectáculo visual.
Por supuesto, todo esto no lo ha inventado él, pero sí es quien ha elevado a la perfección a un ciclismo que imaginó Sagan y Alaphilippe estuvo a punto de culminar en su Tour de 2019 que ganó Bernal. Una idea que esta generación liderada por Pogacar ha elevado a una altura inédita, con Van der Poel (Alpecin), Van Aert (Visma) y Evenepoel, artistas vocacionales que han convertido el ciclismo en una fiesta como no se recordaba.
Pogacar no ha dejado ni las migajas y le arrebató a Vingegaard hasta la etapa del sábado, con todo ya ganado. Un gesto que Indurain jamás se habría permitido, pero el navarro era un ciclista realista. Seguramente por casualidad, se cumplen justo 150 años de la primera exposición organizada por los impresionistas, que opuestos al academicismo dominante, quisieron pintar la vida moderna. Aquello encontró su hilo conductor con una obra de Monet, 'Impresión, sol naciente'. Los genios se adelantan a su tiempo.
Impresión, sol naciente, Pogacar. Acaba de ganar el Giro y el Tour el mismo año y el ojo se va a lo que ganará dentro de dos, de tres de cinco años... La imaginación es el alma de la carrera de un ciclista de época, el primero del siglo XXI. Algo muy parecido a la belleza.
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