Las puertas del miedo

En total, serán once sectores con 19,4 kilómetros adoquinados en los últimos 75 de carrera. Es un cifra similar a la de la anterior incursión del Tour en el pavés, en 2018 (21,7 kms). La meta estará situada en la entrada del bosque de Arenberg, pero no se pasará el sector más mítico de la París-Roubaix. El Tour aprieta con los adoquines pero no ahoga con los tramos más exigentes y peligrosos.

Cuatro de los once tramos son habituales del 'Infierno del norte', tres de ellos en el mismo sentido. Los más largos están al final, séptimo, octavo y noveno (casi ocho kilómetros entre los tres). Uno de los que exigirá más determinación será el segundo, Eswars-Paillencourt, ya que son 1.600 metros en descenso y el pelotón puede llegar muy numeroso a 60 o 65 kilómetros por hora. No se espera lluvia. Se anuncia, por el contrario, buen tiempo, unos 25 grados, lo que facilitará que la carrera transcurra con menos tensión.

La clave de la etapa residirá en si se plantean dos carreras o una sola. Si los especialistas se embarcan en la lucha por la etapa y los favoritos marchan más o menos tranquilos por detrás, o alguno de los grandes decide que solo haya una, meterse en un mano a mano con los grandes rodadores y provocar un sálvese quien pueda imprevisible a su espalda. No es lo más probable, porque ni Pogacar, ni Roglic, ni Vingegaard –tampoco Geraint Thomas (Ineos) o Vlasov (Bora)– son Nibali.

Está claro que Van der Poel (Alpecin) va a ir a por todas. Quinto en la general a 38 segundos del liderato, el maillot amarillo es su objetivo. Habrá que esperar a ver la táctica de Jumbo, si retiene a Van Aert con sus líderes o le da vía libre para defender el amarillo, que sería lo más probable, dejando la tarea de 'domestiques' para Laporte y Benoot. A partir de ahí, la etapa podría ser todo un espectáculo, con Lampaert (Quick-Step), Pedersen (Trek), Sagan (Bora), Kung (Groupama), Ganna (Ineos), Mohoric (Bahrain)...

La entrada al primer tramo adoquinado está prevista para las 15.47 horas y la meta, a las 17.25. Más de hora y media de tensión. Por supuesto, la controversia está servida y los partidarios y los contrarios a la presencia de estos recorridos en el Tour han confirmado sus posturas. La organización, de todas formas, mantiene la cadencia de una etapa de este estilo cada cuatro años. Las hubo en 2010, en 2014 y en 2018.

El último ganador fue John Degenkolb (DSM). El programa oficial de la carrera le ha entrevistado para avalar la idoneidad de la etapa. «Sé que a algunos les tiemblan las piernas solo con pensar en esta etapa, pero forma parte del ciclismo y el vencedor del Tour de Francia, en mi opinión, debe ser la encarnación misma del ciclista completo».

La pequeña Roubaix de hoy es el primer capítulo de un tríptico que debe cambiar el paso del Tour. Si hoy toca perfil de Flandes, mañana llegan las Ardenas, una Lieja con salida y meta al otro lado de la frontera, en Bélgica. Y el viernes, primera llegada en alto en La Planche des Belles Filles. Se ha terminado la fiesta de la bicicleta, se abren las puertas del miedo: empieza el Tour.