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Especial

El Tour de Francia que vuelve a Euskadi no es el de 1992

La ronda gala recorrerá Gipuzkoa por cuarta vez en su centenaria historia. Tras partir de Bilbao el 1 de julio, reeditará el domingo 2 y el lunes 3 las visitas de 1949, 1977 y 1992. La afición vasca está de enhorabuena.

Iñaki Izquierdo

Domingo, 25 de junio 2023

El mundo ha cambiado en 31 años y el Tour de Francia ha cambiado a la vez que el mundo. El deporte como mascarón de proa del show business dio sus primeros pasos firmes en Europa con la salida del Tour de Francia desde San Sebastián el 4 de julio de 1992. Fue el primer Grand Départ de la historia, un nuevo formato de tres días en la misma sede en busca del espectáculo. La Liga de Campeones de fútbol no se estrenaría hasta finales de ese verano y los Juegos Olímpicos de Barcelona se inaugurarían el 25 de julio.

Como siempre supo Hollywood, el espectáculo necesita estrellas. Carl Lewis acaparó los focos en Los Ángeles 1984 y el duelo Magic Johnson-LarryBird resucitó la NBA en los ochenta. Las nuevas reglas del fenómeno deportivo estaban puestas y Donostia fue su rampa de lanzamiento en 1992, sobre las imponentes espaldas de Miguel Indurain vestido con el maillot amarillo. Es imposible alcanzar aquel nivel de perfección, pero la edición de 2023 se presenta como una de las mejores de los últimos tiempos, con la revancha entre Pogacar y Vingegaard y el duelo entre Van Aert y Van der Poel en las dos primeras etapas. No se puede ofrecer un cartel mejor.

El desembarco del Tour en San Sebastián hace 31 años fue un fenómeno muy distinto al que se producirá este año. Aunque, igual que hoy, muchos intereses confluyeron para que fuera posible, entonces fue un fenómeno esencialmente deportivo. El Tour vino a celebrar la tradición del ciclismo vasco y la fortaleza de sus estructuras, en un movimiento natural. En 1981 se había creado la Clásica de San Sebastián (con su añorado critérium nocturno), la Vuelta al País Vasco alineaba año tras año a ganadores de la talla de Cabestany, Kelly,Breukink, Roche, Gorospe o Rominger y el velódromo rugía cada invierno en las Seis Horas de Euskadi, pruebas todas ellas a cargo de Organizaciones Deportivas EL DIARIO VASCO. El ciclismo base impulsaba al profesionalismo a nuevos talentos sin cesar y los clubes de cada pueblo pulían talento a raudales. La afición era masiva. La cercanía de Donostia a la muga hacía casi lógico el paso. El Tour fue la cumbre de todo ello y la guinda al pastel sería el Mundial de 1997. Una obra redonda.

Histórico

Miguel Indurain traza la curva entre la

calle Miramar y la Avenida, en el

prólogo de la edición de 1992 en San

Sebastián, que el navarro ganó.

AYGÜES

Histórico

Miguel Indurain traza la curva entre la

calle Miramar y la Avenida, en el

prólogo de la edición de 1992 en San

Sebastián, que el navarro ganó.

AYGÜES

Histórico

Miguel Indurain traza la curva entre la

calle Miramar y la Avenida, en el

prólogo de la edición de 1992 en San

Sebastián, que el navarro ganó.

AYGÜES

Histórico

Miguel Indurain traza la curva entre

la calle Miramar y la Avenida, en el

prólogo de la edición de 1992 en

San Sebastián, que el navarro ganó.

AYGÜES

Hubo política. La Ertzaintza, creada solo diez años antes, iba a abrir la carrera con sus motoristas mano a mano con los de la Gendarmerie ante las televisiones de todo el mundo, una imagen de gran fuerza simbólica para el autogobierno vasco. En otro plano, pero compatible, el Tour miraba al sur con confianza e interés económico.Se acababa de firmar el Tratado de Maastricht que creó la Unión Europea. España se había incorporado a la CEE en 1986, solo seis años atrás, y se abría un mercado de 40 millones de personas con afán de homologación con sus vecinos de continente, tras décadas de aislamiento. Todo confluía en Donostia.

25ª

21

4

Salida fuera de Francia y segunda en Euskadi, tras Donostia en 1992.

Tercera visita del Tour a Gipuzkoa, tras la etapa de 1949 en San Sebastián (ganada por Louis Caput) y los tres días de hace 31 años

Etapas. 8 llanas, 4 de media montaña, 8 de alta montaña y una crono

Metas en alto. Cauretets,

Puy de Dôme, Grand

Colombier y Saint-Gervais

2,3

3.404

millones en premios. El ganador de París se llevará 500.000 euros

Kilómetros tiene este Tour

y solo 22,4 serán en

contrarreloj individual

25ª

21

Salida fuera de Francia y segunda en Euskadi, tras Donostia en 1992.

Tercera visita del Tour a Gipuzkoa, tras la etapa de 1949 en San Sebastián (ganada por Louis Caput) y los tres días de hace 31 años.

Etapas. 8 llanas, 4 de media montaña, 8 de alta montaña y una crono

3.404

Kilómetros tiene este Tour

y solo 22,4 serán en

contrarreloj individual

2,3

millones en premios. El ganador de París se llevará 500.000 euros

4

Metas en alto. Cauretets,

Puy de Dôme, Grand

Colombier y Saint-Gervais

25ª

Salida fuera de Francia y segunda en

Euskadi, tras Donostia en 1992.

Tercera visita del Tour a Gipuzkoa, tras la

etapa de 1949 en San Sebastián (ganada por

Louis Caput) y los tres días de hace 31 años.

2,3

millones en premios. El ganador de París se llevará 500.000 euros

21

Etapas. 8 llanas, 4 de media montaña, 8 de alta montaña y una crono

3.404

Kilómetros tiene este Tour y solo 22,4 serán en contrarreloj individual

4

Metas en alto. Cauretets, Puy de Dôme, Grand Colombier y Saint-Gervais

25ª

Salida fuera de Francia y segunda

en Euskadi, tras Donostia en 1992.

Tercera visita del Tour a Gipuzkoa,

tras la etapa de 1949 en San

Sebastián (ganada por Louis

Caput) y los tres días de hace 31

años.

2,3

millones en premios. El ganador de París se llevará 500.000 euros

21

Etapas. 8 llanas, 4 de media montaña, 8 de alta montaña y una crono

3.404

Kilómetros tiene este Tour y solo 22,4 serán en contrarreloj individual

4

Metas en alto. Cauretets, Puy de Dôme, Grand Colombier y Saint-Gervais

El Tour vuelve y ni la carrera ni el mundo de 1992 existen ya. Su gigantismo se dejó notar aquel verano, con unos medios impensables para cualquier otra organización. Pero seguía siendo en esencia una carrera ciclista. Hoy, es un evento de dimensiones casi inabarcables, el triunfo del deporte como vanguardia de la industria del espectáculo.

Grand Départ «de país»

Si el año pasado la salida recorrió toda Dinamarca en tres días, las instituciones vascas han insistido desde el principio en calificar al Gran Départ como un proyecto «de país». La organización ha implicado a todas las instituciones, desde el Gobierno Vasco, a las tres Diputaciones y a los Ayuntamientos de las capitales. Doce millones de euros como prespuesto inicial hacían obligatorio repartir el peso, sin posibilidad de centralizar todas las etapas en una ciudad, como sí pudo hacer Donostia en 1992.

La grandeza del Tour prevalecerá sobre todo los tres primeros días de julio, pero su llegada ha venido precedida de tensiones. También hace 31 años hubo alguna manifestación. El ciclismo vasco ha exhibido sus dudas y sus quejas por el trato de favor al Tour desde las instituciones, en contraste con las dificultades que atraviesa la base. Un detalle llamativo es que la organización local, incapaz de movilizar al mundo del ciclismo, sus clubes y federaciones, haya tenido que recurrir a la contratación por horas de asistentes ante la imposibilidad de cubrir con voluntarios las exigencias de la empresa matriz, ASO. La Ertzaintza, que en 1992 mostraba su orgullo al frente de la carrera, ha utilizado ahora la amenaza de no garantizar la seguridad como medida de presión en pos de sus demandas laborales.

El Tour femenino

Euskadi, al organizar el Grand Départ, adquiere la obligación ineludible de solicitar la presencia del Tour de Francia femenino en un plazo razonablemente corto. La lucha por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres es uno de los pilares de un país desarrollado, culto y europeo, y ese imperativo opera también, y de forma muy patente, en el deporte, una de las expresiones más visibles de la cultura popular.

Sería inimaginable que este país no prevea en sus planes solicitar que el Tour tenga continuidad en su faceta femenina en próximas ediciones, por convencimiento y porque el evento que llega en seis días a Euskadi lo hace de la mano de una inversión pública al cien por cien.

La fiesta será colosal. Si en 1992, las televisiones mostraron Euskadi al planeta, hoy el Tour llega surfeando el mundo digital. Bilbao va a conocer la grandeza de esta carrera, en una visita merecida por su tradición y arraigado amor por el ciclismo. En Vitoria se reverdecerá el recuerdo de Joxe Nazabal y su triunfo de 1977 frente a la fábrica de KAS y Donostia reivindicará su historia y su corazón afrancesado, con la visita del Tour en 1949 y la apoteosis de 1992. Baiona será meta por 31ª vez.

El Tour vuelve, pero no al mismo sitio. El ciclismo ha cambiado y el mundo, también.

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