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Iñaki Izquierdo
Miércoles, 17 de julio 2024, 20:30
Se combate palmo a palmo y a Vingegaard (Visma) le disparan desde todos los balcones. Ocho minutos por detrás de la lucha por la etapa en la fuga de la que salió vencedor Richard Carapaz (EF), los tres primeros de la general se enzarzaron. Le ... arrancó Pogacar a Vingegaard en el tramo final del duro col du Noyer y volvió a soltarle, como en las dos etapas de los Pirineos. El danés hizo parar a Christophe Laporte, que iba en la escapada, y el percherón francés le devolvió a la rueda del maillot amarillo. El esloveno se mostró como el más fuerte y corrió mal, no supo esperar a Evenepoel (Soudal), que también había descolgado al ganador de las dos últimas ediciones, para hacer camino juntos.
Cuando parecía que la paz había vuelto, el belga volvió a arrancar en el último puerto y abrió un pequeño hueco de doce segundos, pero sus movimientos fueron una declaración de intenciones: va a por el segundo puesto. Rebaja su desventaja con Vingegaard de 2:10 a 1:58. No hay clemencia con los débiles. Pogacar y Evenepoel han creído detectar que el danés flojea levemente y no van a parar hasta que consigan entrar por esa brecha para iniciar la demolición. La tercera semana del Tour se le puede venir encima al escandinavo.
Quedan cuatro etapas y no hay lugar donde esconderse. Empezando por la etapa de hoy, pensada para la guerra de guerrillas entre Gap y Barcelonette, con tres puertos de tercera puntuables y ni un metro llano. Mañana, altísima montaña en los Alpes. Tan alta que se sube la Bonette. Al inicio del puerto hay un cartel: 'Col de la Bonette-Restefond, 2.802 m sobre el nivel del mar, la carretera más alta de Europa'. No es rigurosamente cierto, pero sí da idea del terreno en el que se va a mover la etapa. Y el sábado y el domingo, el infierno de la París-Niza transferido al Tour. En estos cuatro días uno puede perder hasta el apellido.
Se pelea por cada palmo de terreno. Delante, detrás y en el medio de la etapa. El agotamiento conduce a la locura. La primera parte fue una alucinación, un delirio a cincuenta por hora por las cunetas con el viento pegando de costado como si a los ciclistas les persiguiese su peor enemigo. Dos horas y media tardó en hacerse la escapada. En realidad, lo que pasó es que el pelotón se cortó en varios grupos enormes donde cada uno iba donde podía y hacía lo que le dejaban.
El escenario solo era apto para los más duros del lugar y, con toda la lógica, ganó Carapaz. Llevaba días en la pelea y ayer le llegó la ocasión. Trató de impedirlo Simon Yates (Jayco), en su primera aparición destacada en lo que va de Tour, pero el ecuatoriano no estaba para perd onar.
Furioso por haber sido excluido de los Juegos Olímpicos por la federación de su país (correrá Jhonatan Narváez), estaba decidido a reivindicarse y se llevó al inglés por delante. Si en la tercera etapa fue el primer ecuatoriano en vestir el maillot amarillo del Tour, ayer fue el primero en ganar una etapa. El 110º corredor de la historia del ciclismo con victorias en las tres grandes.
A estas alturas del Tour ya nadie regala nada. Un ganador del Giro y uno de la Vuelta a España se jugaron la etapa. Ahí está el listón. Por detrás, el duelo entre los tres grandes no flojea, no hay espacio para nadie más. Se corre por conservar lo que se tiene. Se movió levemente Ciccone (Lidl-Trek) en el Bayard y salió a por él Derek Gee (Israel), en la lucha por el octavo puesto. En el Noyer, Mikel Landa (Soudal) se adelantó y Carlos Rodríguez (Ineos) aceleró por el otro lado del grupo, pensando en la cuarta plaza. Cuando el alavés paró a la altura de Evenepoel para preguntarle algo, el granadino se tranquilizó. También se había peleado 115 kilómetros a brazo partido por el sprint intermedio de Veynes, donde Girmay (Intermarché) reforzó su maillot verde y despejó dudas tras su caída del martes. Sea la lucha propia o ajena, el caso es que se va a tope todo el día.
No hubo tiempo para que los ciclistas se dieran cuenta de que pasaban por la patria chica del queso Comté ni de que estaban subiendo el col Bayard, primer puerto alpino superado en la historia del Tour, escalado por primera vez en 1905, la misma edición donde se estrenó el Ballon de Alsacia.
A Vingegaard le espera un asedio. Va a tener que mirar por el retrovisor porque Evenepoel ha visto su oportunidad. El belga no perdona y el Tour, menos.
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