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Iñaki Izquierdo
Martes, 16 de julio 2024, 20:52
Olía a Francia este martes en el Mediodía, a campos amarillos, a sombra de plátanos frondosos y a la cercana insinuación del mar, de las mismas playas donde pelotón de 1950 paró a refrescarse y el patrón, Jacques Goddet, estuvo a punto de suspender el ... Tour, tan indecorosa le pareció la escena de los corredores en la orilla. Hacía calor también. Etapa para tomar asiento en la mesita de un bar a la sombra de esos árboles tan franceses, con un vasito de Pastis (o de vino blanco) y una radio que emite canciones de Yves Montand (o de Edith Piaf) mientras llega la carrera.
El ciclismo es el único deporte que acude al encuentro de sus aficionados. Basta con esperar su llegada a la puerta de casa. Tarde o temprano llegará. Si no es este año, el que viene. Olía a Tour, a calor, a cereales, a una partida de petanca que los viejos de la mesa de al lado, a falta de un vecino que hoy no puede bajar porque está malo, invitan al forastero a completar. Petanca, explican, que viene de 'les ped tanco' en idioma occitano. Pies quietos.
Los ciclistas del Tour volvían a mover las piernas después de la segunda y última jornada de descanso. Era la última etapa de transición. No llega el Tour a París por primera vez en sus 111 ediciones y no habrá sprint en los Campos Elíseos. Tampoco en el Paseo de los Ingleses de Niza, porque el Tour acabará el domingo con una contrarreloj.
Por las carreteras del interior, el pelotón fue haciendo piernas bajo el sol entre escenas arquetípicas del Tour de toda la vida.Familias a la sombra de los plataneros, manteles en el suelo para almorzar y pueblos más antiguos que Francia. Algo menos de doscientos kilómetros para calcular si sería la cuarta victoria de etapa de Biniam Girmay (Intermarché) o la tercera de Jasper Philipsen (Alpecin).
Al final del camino, Nimes y su anfiteatro romano donde actuaron Miles Davis y Dizzy Gillespie. Donde Julio César Chávez ganó el campeonato del mundo de boxeo. Donde aún se torea.
En Nimes, el ciclismo africano siempre es protagonista. Para bien. En el Tour 1950, viniendo de Perpiñán, ganó la etapa el argelino Marcel Molinès, primer corredor del continente en ganar una etapa. O para mal. Si aquel 27 de julio quedó en la memoria de los aficionados fue por las tribulaciones de otro argelino, Abdel-Kader Zaaf. Cogió tal pájara que se desmayó y al recobrarse emprendió la marcha en sentido contrario. Se topó con la ambulancia, le recogieron y se lo llevaron a toda prisa al hospital de Nimes. A los médicos les alarmó cómo olía a alcohol.
La prensa de la época sumó dos más dos y remató al bulto: el argelino se había parado debajo de un árbol y para refrescarse se había emborrachado de Pastis. Musulmán, Zaaf tuvo problemas con esa historia. En realidad, se había desmayado y los espectadores trataron de reanimarle. Primero echándole agua por encima y cuando se acabó, vino. Y finalmente, lo que quedaba, Pastis. Por eso olía así. Por eso (además de alguna anfetamina que otra), salió en dirección contraria.
Girmay también llegó a la meta de Nimes de cualquier manera. El eritreo se fue al suelo en una rotonda a kilómetro y medio de meta y quedó sentado en el suelo, en una postura similar a la de Zaaf contra aquel plátano en 1950. No se hizo mucho daño y no perdió la orientación. Reemprendió la marcha en dirección a la meta, acompañado por sus compañeros Page y Goossens.
Sin Girmay, el triunfo estaba cantado para Philipsen y no hubo sorpresas, lo que no desmerece en absoluto el sprint. Fue una preciosidad, el mejor de lo que va de Tour. El Alpecin realizó un lanzamiento perfecto y Mathieu van der Poel le dejó, esta vez sí, en boca de gol. Ganó con enorme superioridad y el Tour de los velocistas se zanja con un empate a tres.
Tras una primera semana muy mala, Philipsen se ha rehecho. Su capacidad para gestionar la presión estaba fuera de toda duda. En la Milán-San Remo, Van der Poel se puso a trabajar para él. Eso sí que es presión. Solo tenía dos opciones: ganar o ganar... y ganó. A partir de ahí, todo lo demás es un juego. Aguantó y ha terminado por imponer su calidad: novena etapa en los tres últimos años.
La calma vuelve a la plaza, las bolas de la petanca chocan, la radio sigue encendida. ¿Ese que canta es Charles Aznavour? ¿O Jacques Brel?
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