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IÑAKI IZQUIERDO
San Sebastián
Martes, 2 de noviembre 2021, 07:11
Mathieu Hermans (58 años) nunca se ha ido de Euskadi. Llegó con 17 años y aunque vive en su Holanda natal, el ciclismo le mantiene ... atado al lugar donde dio el salto al profesionalismo y triunfó, con el maillot del histórico Orbea. Directivo de la firma de ropa ciclista Bioracer, acude constantemente a Tolosa, donde tiene su sede para el mercado español. Hace unos días participó en el homenaje al fotógrafo y cámara de televisión Iñaki Lopetegi y no regresó a los Países Bajos sin antes comer la chuleta de rigor. Fue profesional entre 1985 y 1993 y logró 57 victorias, entre ellas nueve etapas de la Vuelta a España y una del Tour.
– ¿Mantiene su relación con Euskadi?
– Vengo cada seis semanas a Tolosa, donde tenemos nuestra oficina central para España de Bioracer. El ciclismo es para mí trabajo y placer. Llevo ventas, marketing y eventos. Mantengo una comunión grande con el ciclismo. No me aburro. Después de terminar mi carrera ciclista, dejé Astigarraga y volví a vivir a Holanda, pero sigo viniendo a menudo a visitar a los amigos y de vacaciones. También frecuento Palamós y Valencia, por donde anduve cuando corrí en el Seur.
– ¿Es cierto que la práctica del ciclismo ha experimentado un auge con la pandemia?
– Muchísimo. Hay un montón de gente que al no poder ir al gimnasio y a practicar otro tipo de deportes ha cogido la bici, y las ventas están locas. En Holanda pasa igual. En muchos sitios no hay forma de comprar una bici. Es bueno para la salud y para el negocio.
– ¿Le sigue conociendo la gente cuando viene a Euskadi?
– Sí. Viví aquí veinte años. El otro día cené en Izeta, en Zarautz, y me encontré con un antiguo trabajador de Karlos Arguiñano. Mi primer paso por el País Vasco fue en el ciclo-cross y solíamos tener una caravana en el cámping de Zarautz y siempre venía Arguiñano. ¡Cómo empezamos! Tengo 58 años y llevo 38 viniendo. Me conoce la gente. A veces, en San Sebastián se me ha acercado con una revista 'Ciclismo a fondo' de hace 35 años para que le firme un autógrafo. El otro día en Tolosa se me acercó un hombre con una foto en la que aparecía un niño de cinco años, su hijo. Era el empleado del banco en el que abrí mi primera cuanta corriente aquí. Y el chaval, que ahora tiene 40 años, vino a que le firmara la foto.
– ¿Sigue teniendo contacto con el ciclismo profesional?
– Sí, porque llevamos la ropa de las selecciones de Holanda, Bélgica y Alemania y tengo mucha relación con ellos. También desarrollamos ropa nueva y todo eso me lleva a tener contacto con equipos y corredores. Trabajo con gente como Mathieu van der Poel o Tom Dumoulin. Además, en Bélgica tenemos un instituto donde cogemos las tallas de la ropa y disponemos de un túnel del viento al que acuden muchos ciclistas. Desde hace tres años estamos implantados también en Colombia, en Medellín, de la mano de Rigoberto Urán, y también me dejo caer por allí, para abrir mercado en América. No existen las casualidades, es una cadena. Aparte del deporte, la comunidad del ciclismo tiene fuerza para ayudar a la sociedad. Miguel Indurain es un ejemplo, siempre apoyando a la gente que está peor.
– ¿Cómo llegó por primera vez a Euskadi?
– En 1981 vine al Mundial de ciclo-cross de Tolosa. Corrí en Azpeitia y en otras tres carreras aquí y gané las cuatro. Hice relación con Pedro Larrayoz. Unos años más tarde iba a venir a hacer algunos entrenamientos y para subir un poco el nivel de aquí. Se organizó el primer ciclo-cross en Intxaurrondo y lo disputé con un maillot de Orbea, invitado por Peli Egaña. Gané y el martes firmé el contrato para ser profesional.
– ¿Cómo fue su aterrizaje?
– En los primeros años 80 era un extranjero joven y me acogieron de maravilla, algo que se mantiene hasta hoy.
– ¿Le gusta el ciclismo que se ve actualmente?
– Me encanta. Después de unas épocas de mucho control, prefiero este ciclismo de ataque que practican Van der Poel, Van Aert y compañía. Me gusta mucho más. La gente arranca, ataca y son carreras abiertas. Se corre como a mí me gusta. También me gusta mucho Pidcock.
– Muchos compatibilizan la ruta con el ciclo-cross.
– En mi época, o eras escalador o hacías ciclo-cross. No había mezcla, pero yo sí lo hacía. Ahora veo que hacen ruta, pista, ciclo-cross y mountain bike. Quizá yo estaba muy avanzado al ciclismo de la época. Fui uno de los primeros, junto a algunos franceses. Tenía mi manera de correr y no a todos les gustaba por aquí. Pero, bueno, yo también tuve que adaptarme a algunas cosas.
– ¿El ciclo-cross es bueno para la carretera?
– Yo siempre he dicho que si un corredor de ciclo-cross es bueno, es bueno. En carretera, si un día no se va rápido o se dan algunas circunstancias, mucha gente puede ganar una carrera. En ciclo-cross es una hora a bloque, series, un ritmo que hace que solo los buenos puedan estar delante.
– En su carrera, destacó sobre todo como sprinter.
– Me tuve que adaptar. Por peso y altura, podía ser escalador, pero no es lo mismo ser escalador en Holanda que en España. En mi primera Vuelta al País Vasco fui undécimo en la general, y no es una carrera llana. Pero lo mejor para mí era especializarme en lo que me iba bien y no tratar de mejorar en lo que se me daba peor, y me dediqué al sprint.
– ¿Ha cambiado el ciclismo?
– En todo. Antes empezabas en enero y no parabas hasta octubre, corrías todo. Hacíamos 110 o 120 carreras al año. No se podía hacer otra cosa. era así. Ahora se selecciona más, están corriendo 60-70 días al año.
– Se le vio en forma en Tolosa...
– Nooo. Tengo casi 60 años y salgo en bici dos horas por semana. Me aseguro de salir con un grupo en el que todos andan menos que yo (se ríe).
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