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La suya es la voz del ciclismo, deporte que la pandemia ha dejado cojo, pero no mudo. No lo estará mientras Juan Mari Guajardo (Alsasua, 1975) tenga a su alcance un micrófono y un puñado de ciclistas cuyo mérito poner en valor. Su animada entonación hizo que, por momentos, los presentes ayer en la salida de Irun asistieran al espejismo de notar que aquello estaba lleno de público.
Es una autoridad más de la burbuja. Cuando algunos de los ciclistas del pelotón aún no habían nacido, ya ejercía de speaker en carreras. Lleva veinticuatro ediciones de la Vuelta. Todas desde aquella de 1997 que partió en Lisboa y ganó un tal Alex Zülle. Pero ninguna como esta. «Nunca he vivido una situación así. Yo que soy encargado de animar y estar en contacto con el público, ahora me dedico a pedirle que no venga», apunta con resignación.
Guajardo colabora a través de las redes sociales en la campaña para que este año la Vuelta se siga desde casa. Algo que ayer fue duro. Él mejor que nadie sabe lo que le da la afición al ciclismo en Euskadi. «Aquí hay una pasión enorme. Se ve que hay ganas de ver ciclistas», decía señalando a quienes, desde lejos, desde la salida de la variante, miraban el ajetreo de la salida. «A mí me da pena, pero.... Además, me tratan de perlas desde el público. Espero que sea solo esta edición excepcional y que el año que viene volvamos a la normalidad».
Su rol ayer fue el de «ser informador, dirigir la presentación de equipos, hacer alguna entrevista, aunque siempre con micrófonos independientes y que se desinfectan tras cada uso». Pero su tono no se apagó. Él siempre pensando en el espectador. «Lo emitimos por streaming», recordaba.
Pero nada de tristuras. No solo parece que disfruta con el ciclismo. Disfruta. Ama este deporte. Así que ayer señalaba que «nos tenemos que adaptar a las circunstancias. Lo importante es que se haga la Vuelta. Todos hemos temido que se suspendiera. La apuesta de Javier Guillén y la organización es encomiable».
Su labor a partir de hoy consistirá en que la carrera no se quede sin pulso antes y después de que los ciclistas brinden su espectáculo sobre la carretera. Si ya se trata de algo meritorio cuando la afición abarrota salidas y llegadas, más aún en estas circunstancias de aislamiento total.
Agradece su buen hacer el entramado de la Vuelta y lo agradecen los propios corredores, tratados siempre con el mayor de los respetos y admiración. Todos, desde el primero hasta el último. No hay ciclista cuyo palmarés y trayectoria no conozca. Y si a esa pasión y afición se une un don para la comunicación... Que el ciclismo siga hablando a través de su voz.
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Miguel Ángel Mata | San Sebastián y Amaia Oficialdegui
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