Una contrarreloj por equipos abrió la Vuelta a España un mes después de que el ciclismo como deporte colectivo se impusiera por encima de ... la brillantez individual en el Tour de Francia. El Jumbo ganó en París y Jonas Vingegaard fue la pieza que colocaron los holandeses en lo más alto del podio después de una carrera marcada por el juego táctico, que alcanzó sus mayores cotas en la etapa del Granon con los ataques en cadena en el Galibier. Un deporte de héroes solitarios como el ciclismo, convertido en una empresa comunitaria.
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Y el Jumbo volvió a expresarse como bloque este viernes. Profundizó en su visión colectiva, no dio opciones en la crono por equipos y pudo elegir que el holandés Robert Gesink, ilustre veterano, se vistiera de líder. El gran favorito de la Vuelta, Primoz Roglic, entró a su rueda y ya tiene ventaja con todos los aspirantes. El Ineos de Carapaz llegó a 13 segundos, el Quick-Step de Evenepoel a 14, el BikeExchange de Simon Yates a 31, el Bora de Hindley a 41 y el Movistar de Mas a 43.
También fue el Jumbo el equipo que más impresión de bloque ofreció, entrando en meta con sus ocho componentes unidos. Quizá el ciclismo esté evolucionando hacia convertirse en uno de equipo, pero de lo que no hay duda es de que se trata de una expresión cultural colectiva. Social. Utrecht se echó a la calle. Una multitud (260.000 espectadores, según la organización) cubrió los 23 kilómetros del recorrido y este sábado, sin duda, los periódicos holandeses alabarán la respuesta de la 'mejor afición del mundo'. Y el triunfo se quedó en casa.
Como colectivo, el ciclismo vasco también se enfrenta al espejo. Que solo sea capaz de presentar a ocho corredores en la línea de salida de una Vuelta a España–siete en equipos invitados, cinco de ellos en el Euskaltel– es un retrato no exacto pero sí bastante fiel de la realidad. Son Mikel Landa (Bahrain), Ander Okamika (Burgos), Urko Berrade (Kern Pharma) y los Euskaltel Mikel Bizkarra, Xabier Mikel Azparren, Ibai Azurmendi, Mikel Iturria y Gotzon Martin. Tres vizcaínos, dos guipuzcoanos, dos navarros y un alavés, Landa, el único en una escuadra World Tour.
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No están todos los que son, pero casi. Apenas faltan los herederos del antiguo Euskaltel y sobre todo falta Alex Aranburu (Movistar), que este sábado ganó el Tour de Limousin mientras la Vuelta empezaba en Holanda. Una disgresión espacio-temporal que salvará al Movistar de la quema pero no empuja hacia arriba al ciclismo vasco como idea colectiva.
El Burgos, con siete. El velocista Manuel Peñalver dio positivo con Covid y el primer equipo en salir en la contrarreloj parte con un ciclista menos. Ya había sustituido Langelotti a Madrazo por el mismo motivo.
Dos guipuzcoanos en liza. El Euskaltel sale en séptimo lugar con el urnietarra Mikel Iturria y el donostiarra Xabier Mikel Azparren en sus filas.
Bora, de más a menos. El equipo de Jai Hindley supera el parcial del BikeExchange en la referencia intermedia, a la espera de otros favoritos como UAE, Ineos, Quick-Step o Jumbo, pero cederá en la segunda parte de la crono.
Jumbo, destacado. El Quick-Step supera al Bora y al Ineos y coloca a Evenepoel en cabeza en el punto intermedio antes de la llegada del Jumbo, que supera por 14 segundos a los belgas.
Triunfo local. El Jumbo supera el tiempo del Ineos en meta por 13 segundos y elige que sea el holandés Robert Gesink el que cruce en cabeza la línea y se convierta en el primer líder de la Vuelta.
Ver al ezkiotarra ganar en Francia una carrera de segundo nivel mientras se lanzaba la Vuelta en Utrecht fue un lamento para un ciclismo que siempre ha hecho gala de ser referente y que cuenta aún con unas estructuras envidiables, pero que se marchita por falta de renovación. La desaparición del viejo Euskaltel en 2013 tras más de una década en la élite fue traumática. Ya entrados en la treintena, los corredores que pasaron por aquella estructura (los Izagirre, Pello Bilbao, Castroviejo, Fraile...) siguen manteniendo en alto la bandera del ciclismo del país, que no encuentra relevo. Aranburu es el mejor ciclista no salido de aquel equipo, a sus 26 años.
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Pero la nostalgia de la marea naranja no salvará al ciclismo vasco. De hecho, en parte se está repitiendo el patrón: son los herederos de la anterior estructura, en este caso el Murias –Iturria (30 años), Bizkarra (32) y Aristi (29)–, los que sujetan la actual. El refresco está personificado en Xabier Mikel Azparren, que a los 23 años disputa su segunda Vuelta tras estrenar su palmarés en el Alentejo mientras Unai Iribar (23) y Xabier Isasa (20) tienen la oportunidad de ir creciendo.
La nostalgia no salvará al ciclismo vasco, ni tampoco que la Vuelta llegue a Euskadi el martes, ni que se organice la salida del Tour el año que viene. Sigue habiendo estructuras y conocimientos, no queda otra que remangarse y acometer una tarea larga y de desenlace incierto. No es la primera vez en la historia que se atraviesa una crisis ni el primer país que la sufre. Amanecerá.
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El inicio de la Vuelta a España de este viernes también sirvió para que Utrecht pasara el relevo a Barcelona como la ciudad que acogerá la próxima salida de la carrera con una contrarreloj por equipos de unos catorce kilómetros. El recorrido urbano partirá del Pabellón Azul y pasará por el Estadio Olímpico de Montjuic, por lo que no será completamente llano y tendrá esa cota como principal dificultad, habitual en la última etapa de la Volta Catalunya. La Ciudad Condal será sede de la primera etapa por segunda vez tras el estreno en 1962.
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