Vuelta a España
No les esperaba ni la Guardia CivilVuelta a España
No les esperaba ni la Guardia CivilIñaki Izquierdo
Miércoles, 21 de agosto 2024
La Guardia Civil no esperaba a los ciclistas en el arco de piedra de la Maestranza, como esperaron los grises a Curro Romero aquella tarde en Madrid en que se negó a matar un toro para llevárselo a los calabozos de la Dirección General de ... Seguridad. Curro solo quería cuando salía el toro que movía las orejas a su gusto. Y cuando no, decía aquello de 'yo no voy a la guerra'. Y el gobernador civil, 'todo lo que usted quiera pero en su carnet de identidad pone matador de toros y, para hacer honor a ello, tiene que ir alguna vez a la guerra. Alguna por lo menos, hombre'. Y que no. Pues, al calabozo. Pues, al calabozo.
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No esperaba la Guardia Civil a los ciclistas para pedir explicaciones en el Paseo de Colón, con vistas al Guadalquivir, porque para cuando acabó la etapa era casi el turno de noche. El pelotón se presentó con una hora de retraso en meta. Lo raro es que estuvieran aún los de la organización y no hubieran levantado todo el montaje para ir a tomar unas cervecitas a Triana después de una etapa de tedio absoluto.
El pelotón volvió a subcontratar la jornada a los dos equipos invitados, que procesionaron otra vez. Kern Pharma y Euskaltel deberían replantearse su papel en esta Vuelta, porque el trato que les están dispensando el resto de formaciones es injusto. Txomin Juaristi, por los naranjas, e Ibon Ruiz, por los navarros, se dieron a la fuga con el banderazo de salida y nadie quiso ir con ellos. El resto de la etapa fue un sainete. Era tan obvia la situación que los dos corredores vascos iban hablando entre ellos y bromeando a ratos con las cámaras de televisión. Se dejaron coger después de 140 kilómetros, pero debieron hacerlo mucho antes. Una cosa es ser un equipo modesto y otra, el bufón de la corte. ¿Es este el papel del ciclismo vasco en la Vuelta?
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Hacía un calor de valle del Guadalquivir todo el día y los bomberos salían de sus estaciones en los pueblos para regar a los ciclistas, pero también hace calor en julio en Francia. De cuatro etapas en línea tres han seguido el mismo guion, como si todos los equipos tuvieran sprinters de postín para jugársela en la llegada, cuando en verdad solo hay dos velocistas de nombre.
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Los dos se dejaron sorprender en Sevilla. Kaden Groves (Alpecin) iba mirando al tendido y Van Aert (Visma) arrancó. Se quitó de en medio al australiano, pero era demasiado pronto. No desaprovechó el embrollo el checo Pavel Bittner (DSM), de 25 años, que no les perdonó. El ganador no apareció de ninguna parte, sino que llegó a la Vuelta con la carta de presentación de sus dos etapas ganadas en Burgos hace dos semanas. Se pegó a la rueda del belga y midió mejor la interminable recta junto al Guadalquivir. Parecía que iba a ganar con claridad, pero Van Aert se le volvió a echar encima al final. Ambos dudaron con la posición real de la línea de meta. La foto finish estableció que el golpe de riñón del checo condenaba a otro segundo puesto al belga. Ya fue dos veces segundo en etapas del Tour y tiene seis terceros puestos esta temporada, en la que suma tres victorias, su peor registro desde 2018.
Los estados de forma marcan el ciclismo. En la Clásica de San Sebastián dominaron los que ganaron en la Vuelta a Chequia, Hirschi y Alaphilippe, la semana anterior y Bittner gana en la Vuelta tras brillar en Burgos. También corrió en su país y fue segundo en una etapa. Venía apuntando.
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Nacido hace 21 años en Olomuc, el ganador en Sevilla es ciclista por tradición familiar. Ya lo fueron su abuelo, su padre y un tío. Aficionado a las motos y a los coches, le gustan mucho los videojuegos y sigue al luchador de artes marciales mixtas de su país Jiří Procházka. Fue un muy buen júnior y se incorporó a la estructura del DSM en 2021. Tras formarse en el filial, cumple su segunda temporada World Tour.
Logró el gran triunfo de su carrera en la Maestranza, lugar que ha alumbrado mitos, ha dado comienzo a leyendas y ha dilatado la exageración hasta superar todo lo imaginable, según algunos de los cronistas más barrocos de los periódicos de derechas sevillanos.
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La etapa fue para olvidar, pero todo puede cambiar de un día para otro. Tras dormir en comisaría cuidado por todos los maleantes encerrados en el mismo calabozo, Curro volvió a torear al día siguiente y salió por la puerta grande.
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