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De quién son estos olivos, se pregunta el alma de Xabier Isasa camino de Córdoba y Miguel Hernández le responde que no los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. Y el urretxuarra del ... Euskaltel, abandonado por todos, dejado a su suerte en tierra cordobesa, se rebela contra su destino de aceitunero los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, y elige el papel de héroe.
Esta Vuelta ha sido la de las escapadas absurdas, pero Isasa se levantó bravo para darle sentido a su viaje y llenar de dignidad su cabalgada de 140 kilómetros en un mar de olivares bajo un sol africano solo aliviado por las mangueras de los bomberos de los pueblos que entregan al ciclista valiente el agua escasísima, el bien más preciado. Su soledad dio estatura a la empresa, en esa imagen eterna del hombre solo frente al destino estuvo su valor.
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El urretxuarra, de 22 años (este sábado cumple 23), se escapó en la salida y nadie quiso irse con él. Llegó a tener ocho minutos de ventaja y deparó unas imágenes antiguas de soledad inabarcable en unos paisajes que hablan de trabajo duro, de ganarse el pan para que se lo coma otro.
Xabier Isasa
Ciclista de Euskaltel
No había esperanza alguna en que Isasa pudiera llegar a Córdoba como ganador. Eso no resta valor a su gesto. Cronista histórico de este periódico, Benito Urraburu bautizó como 'jornaleros de la gloria' a los ciclistas que buscan un éxito imposible pero lo hacen con una exigencia irrenunciable de belleza. La empresa de Isasa se ajusta como un guante a esa definición
El urretxuarra disputa su primer vuelta grande y persigue su primera victoria como profesional. Creció como ciclista en el Goierri Kirol Elkartea, desde escuelas hasta juveniles, y como amateur militó en los equipos Eulen y Laboral Kutxa. Pasó a profesionales en 2021, antes de lo previsto, tras una fenomenal campaña en aficionados. El Euskaltel, que le tenía catalogado como un corredor con mucha proyección, prefirió que se siguiera formando en el equipo profesional. Entró en el 'ocho' del Euskaltel a última hora en lugar de Víctor de la Parte. Ya se metió entre pecho y espalda otros 140 kilómetros de escapada camino de Castelo Branco, en la tercera etapa portuguesa.
El urretxuarra explicó que «uno de los objetivos de la etapa era coger la escapada. Había dos opciones: ir unos pocos o que se liase y llegase la fuga. Al final me he ido solo porque a Campenaerts y a otros no les han dejado. Al final, yendo solo es difícil pero he ido bastante rápido con el calor y el viento que hacía. Me han dejado ocho minutos, pero sabía que el final era duro y tenía pocas opciones de llegar, pero he dado el máximo y me quedo contento por dar esa visibilidad al equipo».
Xabier Berasategi (Euskaltel) encabezó el segundo grupo, a 17 segundos del ganador. El olaberriarra está bien y puede entrar en juego en etapas con escapadas de otro perfil.
¿De quién eran, entonces, esos olivos? De Wout van Aert (Visma), que ganó sin despeinarse el sprint de Córdoba, amarrado de forma excelente por su compañero Sepp Kuss y lanzado mejor aún por su rival Alexandr Vlasov (Bora), que le dejó en boca de gol. En teoría, el ruso trabajaba para que Roglic esprintase y ganase algún segundo de bonificación, pero el esloveno hizo el 18º. En todo caso, nadie se enfadó en las oficinas de la empresa Red Bull, cuyo logo luce igual de grande en el maillot de Roglic y en el casco de Van Aert. El Visma es el primer equipo que repite victoria en esta Vuelta, ambas con el belga.
El esloveno le descontó seis segundos al líder, Ben O'Connor (Decathlon), en la bonificación del puerto de la jornada y ahora está a 4:45. El australiano estuvo acompañado por Clément Berthet y Felix Gall en el grupo de cabeza, demostrando que el equipo francés está para trabajar. El maillot rojo no dio sensación de pasar apuros en una etapa que no ofrecía problemas para un ciclista de su calidad.
La larga marcha por la clasificación general a la que O'Connor ha abocado a sus rivales comienza en serio este sábado en la montaña jienense, camino de Cazorla. Hay que hacer muchas sumas y restas para ver cómo se cierra un hueco de cinco minutos. Desde el kilómetro cien, los últimos sesenta son territorio para la guerra de guerrillas y Roglic puede empezar con su labor de desgaste a la espera de la etapa del domingo en Granada, la primera de alta montaña de verdad por Sierra Nevada.
Este sábado, si hay escapada no será como la del viernes. Igual que en Yunquera, será una avanzadilla selecta, donde las piernas de cada cual dictarán sentencia y habrá que andar mucho para ir delante. Será una escapada con opciones de victoria, realista, pero carente de la belleza romántica del héroe solitario. Ese regalo se lo queda Xabier Isasa. Puede soplar satisfecho las 23 velas de la tarta. La etapa cruza Jaén. ¿De quién son estos olivos? La pregunta este sábado se la harán otros.
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