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Lisboa va a otra velocidadA la hora que acaba la etapa de la Vuelta, Lisboa se despereza. Los almacenes de los muelles donde se agolpa la modernidad aún están ... lejos de abrir sus puertas y los DJ's angoleños y caboverdianos que gobiernan la noche siguen en pijama, esperando que empiece la jornada. Son las siete y media y el sol justo empieza a caer sobre el horizonte del Tajo. En el club B.Leza, un garito junto al río como la salida de la etapa, la noche pasada también debió de sonar 'Nova Lisboa', clásico de la música electrónica local. O quizá no, a esas horas quién sabe. La canción pregunta: «Dicen que estamos de moda pero, ¿cuál es la idea?». Más arriba, en Arroios, se oyen los idiomas del mundo, pero no los mismos que en el pelotón, aún muy europeo. Lisboa ya no es la ciudad del fado, es la de la música alternativa. Y el cronista de ciclismo, chapado a la antigua, que llega a Lisboa con sus libros de Joaquim Agostinho, se queda sin poder escribir que igual que sucede con Carlos Gardel, cada día que pasa Amália Rodrigues canta mejor.
La Vuelta a España salió de Lisboa, una ciudad acosada por la gentrificación. «Dicen que estamos de moda pero, ¿cuál es la idea?». Los bajos impuestos han atraído a una amalgama de inversores, fondos y extranjeros con dinero que van cumpliendo su papel. Ganó la etapa Brandon McNulty (UAE) y todo quedó dispuesto para que Joao Almeida (UAE) repare una injusticia histórica el 8 de septiembre, cuando acabe la carrera en Madrid.
La etapa fue una contrarreloj de 12 kilómetros a más de 57 por hora. El americano se anotó su tercera victoria contrarreloj de la temporada, tras las de UAE Tour y Romandía. Venía de ser quinto en la de los Juegos Olímpicos. Superó por dios segundos al checo Mathias Vacek (Lidl-Trek), de 22 años, que acarició su primera gran victoria como profesional. Tercero fue Wout van Aert (Visma), que volvió a rematar al poste: se le escapó el triunfo por tres segundos.
Ganó McNulty y Almeida se colocó. Cedió solo tres segundos sobre Primoz Roglic (Bora), el mejor de los favoritos. El luso esta ante la primera gran oportunidad de su vida de ser líder y ganar una grande. Por si eso fuera poco, en Portugal le recuerdan que en la conmemoración de los 50 años de la revolución de los claveles también se cumple medio siglo de la Vuelta que Agostinho perdió con el Tarangu por once segundos. Dos días antes del 25 de abril de 1974 había comenzado en Almería la Vuelta y era inimaginable que un portugués pudiera ganar en aquella España justo en ese momento. En una crono, no el primer día en Lisboa sino en Donostia el último, Agostinho supera a todos los del Kas y por megafonía se llega a anunciar su triunfo, pero al poco se corrige la información y se proclama ganador al Tarangu. Los tiempos no casan del todo bien y el portugués siempre pensó que le habían robado, ese último día o con pequeños segundos acumulados de forma inapreciable los anteriores.
Acaba de terminar la Vuelta a Portugal, la Grandíssima. El nombre lleva a engaño. Como cantaría Amalia en 'Uma casa portuguesa', la alegría de la pobreza está en esta gran riqueza de dar y quedar contento. La Vuelta a España, propiedad del Tour, abruma con su poderío en las mismas rutas donde la Grandíssima rueda con la saudade de los viejos tiempos. Hoy, la segunda etapa seguirá en tierras lusas. Pasará por la ciudad natal de Agostinho, Torres Vedras, y la carrera tendrá un recuerdo en el cuarenta aniversario de su muerte tras una caída en la Vuelta al Algarve. Mañana la carrera llegará a Castelo Branco, antes de desembarcar el martes en Plasencia, Cáceres, rumbo al Pico Villuercas, primer final en alto.
Cuando McNulty se baja del podio y Almeida sigue dando entrevistas, en las habitaciones de la avenida Almirante Reis van sonando los despertadores. Los DJ's angoleños y caboverdianos ponen el café (brasileño) en la cafetera. Música de Santo Tomé, Cabo Verde, Guinea-Bisáu y Mozambique. Un favorito portugués. Ya solo escuchan fados los turistas alemanes, Lisboa va a otra velocidad. A más de 57 por hora.
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