Jesús Herrada, vencedor de la séptima etapa de la Vuelta con llegada a Cistierna (León), AFP
Vuelta a España

El agua es un derecho de todos

Jesús Herrada se impone en Cistierna al ser el más rápido de una escapada que supera a un pelotón incapaz de organizarse tras el paso de San Glorio

Iñaki Izquierdo

Viernes, 26 de agosto 2022, 20:14

Asediado por las cuatro esquinas como el resto de las grandes tradiciones europeas por ciclistas de las más variadas procedencias, el ciclismo español había caído en el abatimiento. Más de 120 etapas de grandes vueltas sin ganar, su buque insignia, el Movistar, amenazado de descenso, ... Alejandro Valverde a las puertas de la jubilación, Enric Mas aplastado por el Tour, los equipos ProTeam sin poder recortar distancia con los mejores... Pero en tres días, los ciclistas españoles han ganado dos etapas. Marc Soler (UAE) en Bilbao y Jesús Herrada (Cofidis) este viernes en Cistierna. El agua es un derecho universal. Todo el mundo tiene derecho a beber.

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El de Herrada fue el triunfo de un profesional. No es fácil mantenerse en un equipo francés y Herrada ha encontrado su sitio. A los 32 años, cumple su quinta temporada, como su hermano José, de 36, tras abandonar el Movistar. Suma 18 victorias, nueve en la formación gala.

Sprint

«Sabía que había gente muy rápida en el grupo, pero confiaba en mi punta de velocidad»

Herrada protagonizó una fuga de esas que o se cogen en el momento o ya se han escapado para siempre, por la calidad de los integrantes. El Euskaltel y el Burgos se dejaron el alma por alcanzarla, pero el conquense, Battistella (Astana), Wright (Bahrain) Sweeny (Lotto) y Janssens (Alpecin) ya habían volado. Llevaron la escapada hasta la meta, donde el español fue el más rápido. Tenían bien estudiada la situación en los coches de Cofidis y de Astana. Herrada y Battistella eran los más rápidos y en la línea de meta se colocaron los dos últimos. Tenían razón y fueron los más veloces de largo. El italiano midió peor y Herrada se anotó su segunda etapa en la Vuelta, tras la de 2019.

Por detrás, un pelotón deshilachado no pudo alcanzarles. La persecución por las montañas leonesas fue un querer y no poder. Impotencia, como si se les hubiera venido encima la tristeza inmensa que provoca atravesar el embalse de Riaño y todas sus vidas sumergidas. Desgarro al que puso palabras Julio Llamazares, cuya casa está bajo el agua. Han pasado 35 años desde que en 1987 se cerró la presa, viejo anhelo franquista, e inundó el valle y todos sus pueblos y forzó a sus habitantes al exilio. La historia demuestra que los mismos que ahora se enriquecen con los recursos de todos, como el agua, ya lo hacían también entonces. 'Diario de León' y Llamazares en 'El País' han denunciado en innumerables ocasiones que aquella obra la terminó el Gobierno socialista para compensar a Iberdrola por la paralización de Lemoiz.

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Estrategia

«Sabíamos que el terreno final y el viento jugabana nuestro favor y lo hemos podido conseguir»

Los que ahora descubren con pasmo que la Transición no fue ni tan ejemplar ni tan pacífica no recuerdan a los guardias civiles en Riaño. Las excavadoras derruyeron los pueblos, para que cuando llegase la sequía no salieran a la luz. En días como este viernes esa idea cobra su sentido siniestro. El tránsito de la Vuelta por Riaño pareció el paso por un idílico paisaje alpino: precioso, imponente con sus cumbres cercanas, sin necesidad de recordar cosas inconvenientes.

Para cuando la carrera llegó a Riaño, Sam Bennett (Bora) ya había regresado al pelotón tras saber sufrir en San Glorio. El Bora midió bien y, sin abandonar a Hindley en cabeza, supo dejar dos hombres para meter al irlandés. Faltó calidad delante, primero para alejarle más en la subida y, después, para no permitir su regreso.Lo intentó el Trek por Pedersen, pero no había empaque para trabajar desde la cima hasta meta a bloque.

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Y luego faltó calidad para echar la fuga abajo. La estrategia en San Glorio resultó contraproducente, ya que nadie logró su objetivo. Se desmembraron los equipos en esa tensión entre Pedersen y Bennett y en el tramo final no había gente para trabajar. Esa suerte la dominaba Peter Sagan, capaz de zafarranchos triunfales de cien kilómetros en sus mejores años. Quizá, el Trek debió mantenerse más unido ayer en la subida, pero eso se supo luego, claro. No hay agua para todos y Jesús Herrada fue el primero en llegar a la fuente.

Etapa de este sábado

Este sábado se disputa la octava etapa de la Vuelta. La primera de las dos jornadas asturianas ofrece un menú de seis puertos, el último inédito cerca de Oviedo. Colláu Fancuaya tiene diez kilómetros al 8,5% de pendiente media y rampas del 19%.

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