Terremoto en Burdeos y crisis en el fútbol de la región de Nueva Aquitania. Su presidente y propietario Gerard López, luxemburgués de origen español y en el cargo desde 2021, ha tomado la decisión y se la ha comunicado a la Federación Francesa de Fútbol de que el Girondins de Burdeos, uno de los históricos del fútbol francés con seis campeonatos ligueros, el último en 2009, va a dejar de ser un club profesional.
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La entidad arrastra una grave crisis económica desde hace años y el club había sido recientemente relegado a la tercera división francesa por sanciones económicas a pesar de haber logrado la permanencia en la Ligue 2, a donde descendió en 2022. El declararse en quiebra -arrastra 40 millones de euros de deuda- conlleva la pérdida del estatus profesional y el objetivo de los propietarios es el de aligerar el presupuesto y adaptarlo a la nueva realidad del club, que no tendrá estructura oficial de cantera.
La decisión ha provocado una oleada de reacciones, empezando por la del alcalde. En declaraciones al Sud Ouest, Pierre Hurmic se lamentaba de lo ocurrido y señalaba directamente al propietario López. «El presidente, aún en el cargo, sacrifica lo que constituye la esencia misma del Girondins de Burdeos y sus mejores raíces locales. Esta decisión deja en el caos a los empleados, a los jugadores, a los jóvenes en formación y a tantos seguidores leales».
El alcalde no ha sido el único en apuntar directamente a Gerard López. El exjugador del club y campeón del mundo con Francia Bixente Lizarazu expresó que «Gérard López debe desaparecer de Burdeos, estoy asqueado como todos los que aman este club», y el principal grupo ultra ha escrito en sus redes que el mencionado propietario «entierra vivo al club» y que «el futuro debe escribirse sin él».
A la plantilla le ha llegado la noticia después de estar diez días en España en un stage de pretemporada en Girona y todo apunta que la gran mayoría saldrá del Girondins de Burdeos, que también perderá sus terrenos dedicados al centro de entrenamiento en Le Haillan. El estadio, relativamente nuevo tras su construcción en 2015 y con capacidad para 42.115 espectadores, apunta a quedarse en desuso salvo eventos muy puntuales como campeonatos como los Juegos Olímpicos, donde es una de las sedes del fútbol, partidos de rugby o conciertos.
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