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La vida en blanco y negro siempre daba pie a la épica. Y más si no había constancia gráfica en una época sin móviles ni redes sociales. En el campo de grava de La Salle recuerdan que Luis Arconada paró un penalti en un partido de juveniles y en la acción se le metió en el ojo una piedrecita. «Yo no llegué a ver jugar a Arconada en el colegio, pero sí a los hermanos Sukia o a Luis Fernando Dadíe», apunta el hermano Ramón Landa, de 88 años y 40 vinculado al deporte escolar en el centro del barrio donostiarra de Loiola. Durante este tiempo, la lesión más grave que recuerda sobre la gravilla loiolatarra es la suya: «Me tocó hacer de árbitro para que no se tuviera que aplazar un partido y en esa esquina recibí un balonazo en el ojo. Desde entonces la pupila no se me cierra, y me molesta mucho la luz», explica el hermano Ramón. Tras sus gafas oscuras no recuerda ni codos rotos ni tibias a la vista tras tropezar en un socavón. «Las horas que habré metido alisando el terreno de juego para que estuviera en perfectas condiciones».
La historia del campo municipal Elorri de Alegia también tiene sus nombres para la historia. «Eneko Garmendia tenía 13 años cuando empezó a jugar en infantiles y hasta que se retiró en 2017 con 35 años, no conoció otro entrenador que yo», rememora Santos Irazustabarrena, entrenador del equipo de Primera Regional del Intxurre. Tanto él como el coordinador del club, Patxi Renobales, solo recuerdan una lesión extrema. «Fue en el último partido de la temporada pasada, cuando Aitor Navarro se rompió el ligamento cruzado y el menisco». Fue en el último partido oficial disputado en Gipuzkoa sobre un campo de gravilla.
En el registro de la Federación Guipuzcoana, Elorri y La Salle eran los últimos reductos de grava hasta que ayer inauguraron su hierba artificial, instalado por la firma Alvac (Madrid) gracias a la financiación de Ayuntamiento (dos tercios) y Diputación. Los cadetes del Intxurre y Euskalduna estrenaron el campo de Alegia -48x90 metros de dimensión- con triunfo local gracias a los goles de Urtzi Olano, hijo del popular masajista Andoni y sobrino del exciclista Abraham. Por la tarde, el Regional perdió 1-2 con el Axular.
Después de dos décadas llegando hora y media antes del inicio de los partidos para adecentar el terreno, Patxi Renobales y Santos Irazustabarrena apenas tuvieron tarea ayer. «Antes había que alisar, quitar baches y los surcos que dejaba la lluvia, destapar los agujeros para colocar el banderín de córner...», explican. Y, a menudo, cruzaban los dedos para que el árbitro de turno no se pusiera exquisito: «Dependía quién, venía y decía que aquí no se podía jugar el partido».
En su labor les ayudaban los alumnos del colegio de al lado, que por grupos de cuatro se iban turnando para marcar el campo, recoger los balones que caen a la carretera o al riachuelo. «Al final les dábamos un dinero para el viaje de fin de estudios. Se aplicaban bien», recuerdan.
En el descanso, dos jugadores lucen hielo en sendos tobillos. «Con la grava, había menos lesiones, porque el pie resbalaba. Ahora el taco se clava en el césped y el riesgo es otro», afirman mientras los cadetes se retiran al vestuario del frontón Inaxio Begiristain, que está pegado y agradece la ausencia de grava, dado que la cancha acababa llena de polvo y «los pelotaris se resbalaban. Poco a poco esperamos poder hacer unos vestuarios y una grada, con asientos del viejo Anoeta».
Pero están encantados. Con los nuevos focos, podrán jugar partidos sin depender de la luz natural, que condicionaba la actividad de un club con nueve equipos de fútbol masculino y femenino, desde alevín a Primera Regional. «Nuestra ambición deportiva es limitada, un año puedes ascender a Preferente, y bajar al siguiente. Dependes de la añada que tengas. Pero todo crío que ha querido jugar a fútbol, tiene las puertas abiertas. Si algo nos satisface es tener a uno con síndrome de Down, que es un ejemplo de superación y da una gran satisfacción».
La Salle es distinto. El césped lo ha sufragado el club Antiguoko, que se ve beneficiado por contar con una subsede y un nicho de mercado de «mil alumnos» y un área de influencia importante en los barrios de alrededor, incluido el futuro Txomin. De hecho, para la próxima temporada esperan poder crear algún equipo La Salle-Antiguoko.
La inauguración del Ramón eta Fermín Futbol Zelaia -nombre en honor de los hermanos Ramón Landa y el difunto Fermín Uharte- contó con representantes de Federación Guipuzcoana, Ayuntamiento y el propio colegio, entre otros. Lo estrenaron los primeros equipos juveniles de Antiguoko y Alavés (0-0).
La idea del Antiguoko KE es trabajar en sus nuevas instalaciones de Loiola con las edades más jóvenes, que gozarán de un terreno apropiado para su edad de 50x90m. Además, liberarán el uso del saturado Berio -en este sentido agradecen que la Real les ceda Zubieta-.
La cantera guipuzcoana se queda sin grava, pero no sin campos.
Patxi Renobales | Coordinador del Intxurre KKE
«El cuidado del campo de grava nos obligaba a venir hora y media antes de los partidos para alisar el terreno. Con el césped artificial nos ha tocado la lotería, porque su mantenimiento es mínimo. Además es más atractivo para nos vengan más jóvenes al club».
Santos Irazustabarrena | Entrenador del Intxurre KKE
«Al principio a algunos jugadores del Regional les daba pena perder la grava, una peculiaridad de Alegia. Pero la temporada pasada todos querían seguir para disfrutar de la hierba artificial. Nunca había tenido 23 fichas. Se acabó eso de los balones aéreos para evitar los baches».
Edorta Salegi | Presidente del Antiguoko
«Cuando ofrecimos el convenio a La Salle, pretendíamos dar aire a Berio, que está masificado, y reforzar al club en una zona estratégica, con mil alumnos y varios barrios cerca: Amara, Riberas, Loiola... y el Topo al lado. Este campo es ideal para las categorías infantil y alevín».
Martín Ibabe | Concejal de Deportes en Donostia
«El Antiguoko ha dado un paso valiente para firmar un convenio con un colegio, del que se benefician todos: el club, el centro y la ciudad, que ve mejorada una instalación que permite desahogar otras. Es una simbiosis positiva y ojalá sea un ejemplo para otros clubes y deportes».
El césped artificial de La Salle es el primero sin caucho ni rellenos instalado en un campo estatal que ha sido elaborado en Chequia. «Las directivas europeas abogan por el reciclaje del uso del caucho y, a medio-largo plazo, lo hará por su reducción», explican los donostiarras Igor Marin y Laura Arbe, técnicos de la firma Sports Landscape, que ha instalado el nuevo terreno de juego. Su acuerdo con el Antiguoko les permitirá el desarrollo experimental de la hierba, «más pesada que la tradicional por la cantidad de hilo usada, con muchísimas puntadas». Para trabajarla es «más delicada» aunque para trocearla se precisa de una rotaflex. Una «base elástica debajo» compensa la ausencia del caucho, según explican. Y no necesita regarlo, «con el ahorro en agua», apunta Edorta Salegi, presidente del Antiguoko.
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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