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Lunes, 7 de octubre 2024, 17:22
Hasta la fecha, y desde hace más de 30 años, la Donosti Cup ha ayudado a numerosos equipos sin recursos a participar en su torneo, promoviendo la transformación social a través del deporte. De esta manera, equipos de países como Perú, El Salvador, Bolivia, Sierra Leona, Zambia, Etiopía, Mozambique, India, Nepal, Iraq, Palestina o Ucrania, entre otros muchos, han tenido la oportunidad de participar en la Donosti Cup junto a jóvenes de diversas nacionalidades y culturas, viviendo una experiencia muy inspiradora para sus vidas.
Con el propósito de consolidar este compromiso y extender esta ayuda a nuevos proyectos, la organización del torneo ha creado las Becas «Donosti Cup Munduan», dirigidas a organizaciones sin ánimo de lucro que utilicen el fútbol como herramienta de transformación social y mejora de la calidad de vida de los jóvenes.
Las candidaturas podrán presentarse del 1 de octubre al 1 de noviembre. Los interesados deberán descargar las bases disponibles en la página web del torneo y completar un formulario de inscripción, adjuntando una memoria explicativa del proyecto.
Cada año se seleccionarán dos proyectos, uno masculino y otro femenino, y ambos equipos participarán en la Donosti Cup del año siguiente con todos los gastos pagados. Un jurado compuesto por representantes del deporte y la cultura, evaluará las candidaturas y elegirá los proyectos ganadores. Las becas tendrán una dotación aproximada de 60.000 euros anuales.
La Academia Cantolao de Perú, primer equipo invitado hace 30 años
En 1994, en la tercera edición del torneo, una llamada telefónica, pocos días antes de empezar el torneo, supuso un antes y un después en la trayectoria de la Donosti Cup. Una academia peruana, la Academia Cantolao, había ido a Barcelona a participar en un torneo pero al llegar, les comunicaron que el torneo se había suspendido por falta de equipos. Al acabar el torneo de Barcelona tenían previsto ir a la Gothia Cup (Suecia), aunque hasta entonces, se tendrían que quedar una semana sin fútbol, y lo que era peor, sin alojamiento ni comidas. Alguien les habló entonces de la Donosti Cup y dos días antes de comenzar la tercera edición, llamaron por teléfono a su director, Iñigo Olaizola. «Nos pidieron poder participar, aunque no tenían dinero para pagar nada. Quedaba muy poco tiempo pero les pusimos unas literas en un colegio, y cambiamos el calendario para que ambos equipos pudieran participar en la Donosti Cup aquel año. La emoción de los chicos al llegar, y los abrazos de los chicos al despedirse, fue algo que nos llegó muy adentro y nos dimos cuenta de que con muy poco podíamos hacer felices a muchos jóvenes». A partir de ese momento, la Donosti Cup ha colaborado con diferentes proyectos muchos de los cuales han dejado una huella imborrable en San Sebastián. Es el caso del equipo de madres bolivianas, de las chicas de Yuwa, de la India, del equipo de Iraq, que llegó poco después de la guerra, del equipo de Etiopía, del de Zambia, del de Mozambique, del Salvador, Sahara Occidental, Gaza, y tantos otros. Algunos de estos proyectos trabajaban en favor de la igualdad de género y contra el matrimonio temprano, otros se desarrollaban en situaciones de pobreza y vulnerabilidad, otros que lo hacían en zonas en conflicto o después de desastres naturales, y otros que fomentaban la inclusión social. Con la mayoría de estos equipos, la Donosti Cup mantiene una relación estrecha y ha seguido colaborando aportando recursos económicos, balones, camisetas, etc. Con la convocatoria de las becas «Donosti Cup munduan», la Donosti Cup quiere seguir desarrollando esta labor y apoyando aquellos proyectos vinculados al fútbol que se desarrollan en entornos difíciles y que ofrecen a los jóvenes un halo de esperanza.
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