La pasión por la Donosti Cup se coló en nuestras venas

A finales de año les planteé a mis amigos la posibilidad de montar un torneo parecido en San Sebastián. La ciudad tenía tirón, en verano hacía buen tiempo y cada año venían más turistas. Además, al año siguiente se iban a celebrar en Barcelona los Juegos Olímpicos y el Tour de Francia saldría desde nuestra ciudad. No podíamos desaprovechar esa oportunidad. San Sebastián tendría su propio torneo y llenaríamos la ciudad de futbolistas de muchos países.

Ya solo quedaba elegir las fechas y ponernos a trabajar. Elegimos la Semana Grande donostiarra convencidos de que era la mejor semana del año: los fuegos artificiales y los conciertos nos parecieron el complemento para un torneo de verano.

La idea nos gustó y nos lanzamos a una carrera trepidante para conseguir plazas de alojamiento. Iban a venir tantos equipos que no nos iban a entrar. Muchos alojamientos dudaban de nosotros y nos pedían depósitos que no podíamos pagar. Tuvimos que buscar albergues por todo el territorio y al final conseguimos sitio para más de 100 equipos.

Tras un año de trabajo celebramos la primera edición y no salió mal. Pero nos quedamos muy lejos de los 100 equipos que habíamos soñado. Solo participaron 32 equipos y la mayoría de ellos eran de San Sebastián. Solo se alojaron una docena de equipos. Nos sobraron un montón de plazas de alojamiento y no sabíamos cómo disculparnos.

Ese año aprendimos muchas cosas. La más importante, que para conseguir 100 equipos íbamos a tener que pelear mucho. En septiembre de ese mismo año nos pusimos a trabajar con ánimo de revancha. La pasión por la Donosti Cup ya se había colado por nuestras venas.