La sonrisa de Iñigo Martínez se difumina

Tres años y medio después, los que antes reían ahora lloran, y viceversa. La sorpresiva renuncia del central de Ondarroa a la selección de España, razonada por él mismo «porque no me encuentro ni física ni mentalmente al 100%», es la puntilla a un año terrible para el canterano realista. Fuera de Europa por cuarto año consecutivo -no ha jugado en el Viejo Continente con el Athletic-, de nuevo en mitad de tabla en la Liga, dos finales de Copa perdidas en dos semanas, la destitución de Gaizka Garitano, dudas en el proyecto de Aitor Elizegi y Rafa Alkorta... La única alegría de Martínez fue el gran papel de su equipo en la Supercopa, en la que se impusieron de manera épica y brillante.

Si el objetivo del central vizcaíno cuando abandonó Anoeta rumbo a San Mamés era dar un salto cualitativo en su carrera, el tiempo ha dictado sentencia: se equivocó. Su apuesta no fue la correcta. Desde aquel enero de 2018 en el que se consumó su adiós, hasta el día de hoy, la Real Sociedad, su antiguo equipo, ha terminado de confirmar lo que se venía vislumbrando por el proyecto de unos y otros desde 2016, que de nuevo hay un cambio de orden en el fútbol vasco. Y el ciclo, ahora, es blanco y azul.

Los cantos de sirena que oyó en el verano de 2017 procedentes del Camp Nou y de San Siro, poco después de conseguir de manera agónica el billete a la Europa League con aquel gol de Juanmi en Vigo, terminaron por alejar definitivamente al ondarrutarra de la Real. Su cabeza ya estaba en otra parte, porque él mismo admitió que sentía que «mi etapa en la Real se había terminado». Eso se notó en su rendimiento en la primera vuelta de la campaña 17/18, con Eusebio Sacristán en el banquillo.

Cuatro cursos después, la escuadra blanquiazul ha quedado por encima de la rojiblanca en Liga en 2018, 2020 y 2021, siendo este año el de mayor diferencia con 16 puntos entre ambos equipos. La Real, además, consiguió precisamente ante el Athletic de Iñigo Martínez levantar su primer gran título desde 1987. Los rojiblancos no sacan la gabarra por la ría de Bilbao desde 1984, y las dos finales perdidas este año en el mes de abril provocaron un cisma en el entorno mediático y social del club, donde ya se apunta a que debe realizarse una profunda renovación de la primera plantilla y deshacerse de varias de sus vacas sagradas, porque los salarios de la primera plantilla no se corresponden con los méritos deportivos cosechados en el último lustro.

En medio de esa marejada se encuentra el zaguero exrealista. Agobiado y cansado. Iñigo Martínez ha pedido tiempo para desconectar y volver a empezar, y ha decidido pagar el precio de renunciar a la que hubiera sido su primera fase final a nivel de selecciones. El tiempo dirá si alguna vez vuelve a vestir la camiseta de España. Si recupera su nivel, es innegable que se trata de un gran futbolista. La afición de la Real ya le conoce.