La derrama de 120 euros por socio, el caballo de batalla del Athletic

Pero si le tumbaran las cuentas y su figura quedara en entredicho, oscuros nubarrones amenazarían a la directiva y a su líder, acechados por grupos opositores que tratarían de desgastarle al máximo durante ocho meses y de tomar posiciones con la vista puesta en la cita con las urnas. Cualquiera de los dos escenarios será determinante para empujar o frenar al mandatario rojiblanco en su eventual idea de optar a la reelección.

La convocatoria del día 23 en San Mamés trasciende el debate sobre un balance económico marcado por la pandemia para adentrarse en un terreno de juego mucho más táctico, con el sillón de Ibaigane como telón de fondo. A priori el contexto es poco favorable a Elizegi, consciente de que está en evidente minoría en una asamblea que ha renovado a sus miembros y en la que abunda la crítica a sus planteamientos.

Siempre ocurre, además, que ese espíritu opositor se acrecienta según se acerca la fecha de los comicios y empiezan a surgir movimientos en busca de una alternativa para dirigir la entidad. En la junta intentan dar la vuelta a esta atmósfera con el argumento de que el presidente podría salir reforzado si logra convencer a los socios del esfuerzo que ha supuesto gobernar el club en un momento de máxima incertidumbre por la acusada pérdida de ingresos derivada del covid.

El presidente apelará a estos planteamientos en la cumbre del sábado para focalizar la discusión en lo económico y que otros temas también peliagudos, como la cuestionada dirección deportiva, queden en un segundo plano. Lo hará en cualquier caso con un escudo protector debilitado por la propia erosión del cargo y porque la mayoría de las miradas serán contrarias a sus tesis.

Tendría mucho ganado si consiguiera centrar el debate en los asuntos financieros, con independencia de la actitud del mismo y con un factor añadido: el esfuerzo que va a solicitar a la masa social para que aporte 120 euros en un intento de aliviar unas arcas cada vez más frágiles. Que eso ocurra no depende tanto de él como de los nuevos compromisarios. Si los tambores de las elecciones resonaran con fuerza en San Mamés, la votación podría estar decidida de antemano. Y un 'no' rotundo se interpretaría como el anuncio de un fin de ciclo.

Elizegi necesita sacar adelante la asamblea en primera o segunda convocatoria si quiere que el camino hasta junio esté libre de obstáculos. Pero no sólo eso. Un 'sí' a las cuentas aceleraría las conversaciones, y también las presiones, para que volviera a encabezar una candidatura. Todos los presidentes han defendido siempre que un mandato no es suficiente para que sus ideas cristalicen al 100%. Y el actual no es una excepción. No es un secreto que Elizegi medita optar a la reelección, aunque tendrían que confluir dos factores para que diera el paso: un final de legislatura sosegado y que el equipo firme una temporada aceptable.

El clima sería muy distinto si los compromisarios le dieran la espalda. En ese supuesto tendría las manos atadas para impulsar proyectos de envergadura, su papel integrador en la junta perdería enteros y algunos de sus directivos podrían sacar la bandera blanca agotados por la situación. Demasiado desgaste para concurrir a las urnas.