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«¡Hola, Jesús! Ya me he enterado que 'Pache' (Pacheco) no puede jugar...». Con esas palabras se enteró ayer Jesús Owono (Bata, Guinea Ecuatorial, 2001) que iba a hacer realidad su sueño: debutar en Primera División. Ese audio de whatssapp lo mandó Mikel González, directivo del Alavés, club en el que recaló este jovencísimo portero donostiarra hace cuatro años. Antes, se había desarrollado como un guardameta de gran proyección en el fútbol base de Gipuzkoa, entre el Antiguoko y la Real Sociedad, donde, además, coincidió varias temporadas con Ander Barrenetxea -son de la misma quinta-.
El cancerbero ecuatoguineano estudió en Ibai Ikastola y ya desde muy pequeño destacó por dos cosas: ser un niño con una agilidad fuera de lo normal y tener siempre un carácter jovial y abierto. Lo primero apenas lo pudo demostrar ayer en Mendizorrotza, porque los jugadores txuri-urdin casi no le probaron, pero lo segundo sí que quedó en evidencia en la entrevista post-partido que dio ayer a los micrófonos de la Cadena SER. «No me puedo quitar la sonrisa de la cara, ¡estoy súper feliz!», decía mientras le entraba una risa nerviosa. No es para menos, porque hasta ayer Jesús era el portero del filial babazorro, actualmente en Tercera RFEF.
Owono describió cómo fueron los instantes previos a ese whatssapp de Mikel González. «Estaba en el hotel concentrado y hablando con mi padre, porque mañana (por hoy) me marcho a jugar la Copa África con Guinea Ecuatorial. Estábamos gestionando todo lo del viaje y demás...», contó. «Según estoy hablando con él», agregó, «me llega un mensaje. Era un audio de casi dos minutos. Yo ya pensaba que me había confundido y le había escrito algo a él, no sé. Sospechaba que algo había pasado, eso seguro». En efecto, el Alavés acababa de comunicar que tenía tres jugadores más contagiados de Covid-19. Dos de ellos eran Pacheco y Sivera, sus porteros. Era el turno de Jesús para debutar en Primera y ante su público.
«¡Yo estaba eufórico, tenía ganas de gritar!», aseguraba ayer en los micrófonos de la SER. Mientras tanto, su padre llegó a pensar que le estaba gastando una broma. Una vez todos convencidos de la feliz noticia, Jesús gestionó con rápidez el tema de las entradas para su familia: «Las conseguí al final, claro. A mi padre le hace casi más ilusión que a mí, ha peleado mucho por esto». Cuestionado sobre si estaba nervioso o no en los momentos previos al inicio del encuentro, Owono, con toda la espontaneidad del mundo, contestó que «¿nervioso? Para nada. Estaba emocionado y, si se me permite, cachondo. ¿Cómo iba a estar nervioso con la acogida que me brindó la afición? Estoy súper agradecido a Mendilibar por la oportunidad que me ha dado de poder jugar, y además contra mi exequipo».
Pacheco, portero titular del conjunto vitoriano y un histórico de la institución albiazul, le escribió antes de que arrancara el choque. Le dijo que «juega como tú sabes. Sin presión, con calma y seguridad». Ahora, Jesús Owono, ese niño que creció en Donostia y que maravilló durante años bajo palos en los campos de fútbol del territorio en su etapa formativa, se marcha con Guinea Ecuatorial a cumplir otro sueño: «Estamos con mucha hambre, no nos ponemos límites».
Zorte on, Jesús!
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