![Joaquín, con el trofeo de Copa conquistado por el Betis en 2022.](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/04/19/joaquin-betis-copa-retirada-kpdB-U200101653350osB-758x531@RC.jpg)
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Joaquín Sánchez cuelga las botas tras 23 años de trayectoria profesional. A los 41 años, el talentoso extremo nacido en El Puerto de Santa María, «la finta y el sprint», ha tomado una decisión difundida oficialmente por el club verdiblanco en un vídeo en el que compara su vistoso fútbol con la alegría, el arte y la emoción genuinamente andaluzas que han rodeado toda su carrera.
«La vida es una constante evolución y el secreto es la capacidad de adaptarse a los cambios. Durante 23 años he tratado de hacer de mi fútbol un arte y que fuese recordado de generación en generación, de lo clásico a lo contemporáneo. Ahora solo queda colgar mis botas, mi arte. Una ventana hacia la eternidad», dice Joaquín mientras recorre varias salas plagadas de lienzos, como los que durante más de dos décadas sobre el césped, a través del pincel de su bota derecha, ha dejado en la retina del aficionado.
Era una decisión esperada, aunque el estado de forma de Joaquín todavía invitaba a alargar una trayectoria prolífica como pocas. El Betis pierde a un capitán, a uno de sus más icónicos futbolistas, pero gana una leyenda que estará para siempre en el panteón de las deidades verdiblancas.
Dos títulos de la Copa del Rey, 14 campañas como bético en dos etapas y casi medio millar de partidos portando el escudo de las 13 barras jalonan una carrera que trasciende el terreno de juego. Joaquín ha sido mucho más que un talentoso jugador que pasó, además de su querido Betis, por el Valencia, el Málaga y la Fiorentina, y que llegó a disputar 51 partidos con la selección española, con la que fue partícipe de dos Mundiales y una Eurocopa (Portugal 2004).
En el Mundial del año 2002 en Corea y Japón se convirtió en icono. Su inconfundible gracejo e ingenio conquistó a los aficionados asiáticos que por primera vez veían en directo a las grandes estrellas del fútbol. Fintas, bicicletas, gambetas y esas clásicas galopadas bien pegadas a la línea de cal derecha, a la vieja usanza, hicieron las delicias en el Lejano Oriente.
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José Manuel Andrés
Aquel amor de verano tuvo un final abrupto, en ese duelo contra Corea del Sur en cuartos de final que más de dos décadas después sigue pellizcando el corazón de los aficionados españoles. Precisamente un centro de Joaquín, rematado por Morientes y anulado por rebasar la línea de fondo, algo que nunca ocurrió, es el símbolo del polémico arbitraje del egipcio Gamal Al-Ghandour que acabó con la ilusión de España.
El muchacho portuense que entró en las categorías del Betis en 1997 se convirtió en aquellos primeros años del siglo XXI en santo y seña del club de Heliópolis. Llegó el título de la Copa del Rey contra Osasuna en el Vicente Calderón en 2005, el primer trofeo verdiblanco en 28 años, y al año siguiente el himno de la Liga de Campeones resonó con fuerza en el Benito Villamarín.
Llovieron las suculentas ofertas de la aristocracia europea y Manuel Ruiz de Lopera, generador de mil y una anécdotas divertidas, amagó con una cesión al Albacete, viaje en coche a tierras manchegas incluido para el jugador. Finalmente, tras muchas idas y vueltas, el Valencia ganó la puja por el talento de Joaquín, que en Mestalla comenzó con buen pie, disfrutó de la Champions y ganó otra Copa en 2008 junto a futbolistas de la talla de David Villa, David Silva o Juan Mata.
La inestabilidad de sus últimos años en una institución de idiosincrasia volcánica le llevó en 2011 al galáctico Málaga del jeque Al-Thani, y posteriormente, en 2013, tras el hundimiento del faraónico proyecto catarí en la Costa del Sol, a la Fiorentina. Florencia y el arte renacentista, buen destino antes de emprender el regreso a casa.
Cuando en 2015 Joaquín Sánchez se enfundó de nuevo la camiseta con el escudo de las 13 barras verdiblancas tenía ya 34 años. Su Betis acababa de regresar a Primera tras un descenso traumático y estaba lejos de aspirar a las cotas de antaño. Parecía un plácido ocaso pero lo cierto es que se abría una etapa de ocho campañas en las que el capitán bético ha ido derribando registros de longevidad a medida que el conjunto de Heliópolis crecía hasta disputar en hasta tres ocasiones la Europa League y conquistar la tercera Copa del Rey de su historia.
Fue una noche de abril inolvidable para la Sevilla bética, que en el estadio de La Cartuja de la capital andaluza volvió a tocar el cielo. Joaquín levantó aquel trofeo, el símbolo a una carrera inagotable que ahora toca a su fin. «Ay, esa mágica noche de finales de abril en la que pude cumplir un sueño. Qué rápido pasa el tiempo», rememora Joaquín, emocionado.
Como futbolista, todavía le queda un último reto por delante en las nueve jornadas de Liga que restan, pues Joaquín anuncia su adiós al fútbol con 615 partidos en Primera en su haber, a siete del récord que desde 1998 ostenta Andoni Zubizarreta. Sería un precioso epílogo a un jugador que más allá de su perenne sonrisa y sus chistes inconfundibles ha sido un ejemplo de profesionalidad y valores a lo largo de su carrera. Luego se abrirá otra etapa, prometedora en el ámbito televisivo, donde ese ingenio tan genuino ya es un clásico de la pequeña pantalla. Más allá del fútbol hay Joaquín para rato.
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