El cambio de entrenador no sirve para voltear la dinámica

Eso sí, la puesta en escena de la escuadra irundarra resultó convincente. El once de Gorka Etxeberria, con cinco novedades respecto al último de Alberto Iturralde, consiguió frenar el ritmo de juego e impedir que el Promesas generase peligro. Pero los locales, aferrados a las plazas de fase de ascenso, son capaces de golpear con muy poco. Así, en su primera llegada en jugada, un potente centro de Doncel encontró la cabeza de Zalazar; el delantero uruguayo, libre de marca, envió su testarazo al fondo de la red cuando corría el minuto 27.

El 1-0 fue un mazazo para el conjunto txuribeltz, que estuvo a punto de encajar el segundo un minuto después, cuando Víctor García estrelló un lanzamiento de falta en el larguero. El gol trajo imprecisiones y el Valladolid se encontró más cómodo. Al Real Unión le faltaba chispa.

El paso por los vestuarios no cambió el guion del choque. Alain Eizmendi y Capelete, persistentes, no dejaron de buscar el desborde en cada acción. El problema estaba en la medular. Poca elaboración y velocidad en campo contrario como para sorprender a un rival que ha hecho de su estadio un fortín. El fuerte viento, además, condicionó los centros laterales, que casi nunca encontraron rematador pese al trabajo incansable de Viguera.

La doble punta del cuadro vallisoletano, formada por Zalazar y el goleador Miguel, hizo estragos en la zaga fronteriza. Sequeira, que volvió a la portería, tuvo que intervenir varias veces para evitar el segundo gol local. El arreón final, con Eneko Eizmendi y Aranzabe en el sintético pucelano, tampoco sirvió para igualar. Eneko probó con un tiro a las manos del meta, pero las demás llegadas no fructificaron.

La ocasión más clara del final fue para Zalazar, cuya vaselina sobre Sequeira se marchó fuera de milagro. A la espera del nuevo técnico, el Unión sigue sin encontrar el camino hacia la victoria.