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Naiara Sancho
Irun
Sábado, 26 de octubre 2019, 19:59
Si hay derrotas menos dolorosas y que incluso refuerzan la confianza en una idea, un buen ejemplo es la sufrida por el Real Unión en su visita a Las Gaunas, donde la Unión Deportiva Logroñés sumó su séptimo triunfo consecutivo y se confirma como el ... equipo más en forma de las tres principales categorías del fútbol estatal. Por otra parte, marca la mejor racha de sus diez años de existencia. De esas siete, la de ayer resultó la más dura, meritoria y sufrida, con la parroquia local suplicando por un pitido final salvador.
El producto que ofrecieron ambos equipos reivindica la calidad y el interés de la Segunda B. El guion pareció enterrar las ataduras de pizarra en beneficio del talento individual, con un inicio apasionantemente caótico y que dejó tres goles en quince minutos. Dos propuestas tan radicalmente opuestas como efectivas. Un Logroñés dinámico, combinativo y valiente golpeó muy pronto con Roni, que envió a la red una vaselina ante la salida de Irazusta. Eran momentos de festín riojano, ante un Real Unión firme en su idea de tres centrales, líneas juntas y pocos riesgos, al que le costaba pasar de la medular. Pero si hay un especialista en hacerse fuerte en batallas imposibles ese es Galán. El punta, por momentos 'islote', provocó una falta y él mismo se encargó de ejecutarla con perfección de manual para devolver las tablas.
Siguieron moviéndose con comodidad uno y otro en ese rol de dominador y dominado. Marcó Rayco el 2-1, pero, paciente y letal a la vez, el Real Unión dejaba ese mensaje de 'que viene el lobo'. Y el lobo mordió antes del descanso. De nuevo un centro lateral, y de nuevo Sola. 2-2.
En la reanudación, el Unión adelantó líneas y asumió el protagonismo. El Logroñés rebajó la adrenalina y sacó la calculadora. Las áreas fueron menos protagonistas. Y el tanto que decidió la cita llegó lejos de ellas. Iñaki selló otro libre directo magistral para poner al Logroñés por tercera vez en ventaja. Y era la tercera vez que se ponía a prueba la fe irundarra. El Logroñés acabó encerrado en su área y con los aficionados suplicando el final. El bombardeo visitante fue por tierra y aire, con una traca final de cuatro córners donde solo la puntería privó de un punto a un equipo que, de mantener la fe y la personalidad mostrada ayer habrá encontrado el camino correcto.
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