La suerte esquiva al Real Unión

El partido comenzó con un Real Unión en busca de ser dominador y apropiándose de la manija del juego. Los visitantes controlaban el mediocampo, y ya en los primeros minutos merodearon el área defendida por Cacharrón. Sin embargo, quien iba a tener la primera ocasión clara iba a ser el cuadro local. Una mala cesión a Sequeira no fue aprovechada por Juan Delgado, quien, quizá algo escorado, mandó el balón al lateral de la red.

Casi a renglón seguido y fruto del dominio de la escuadra irundarra llegó su primera ocasión: Cárdenas cazó un rechace al borde del área, pero su disparo franco acabó lejos del marco local. Eran los mejores momentos del Real Unión. Larrucea y Cárdenas, bien apoyados por Estrada, campaban a sus anchas por el maltrecho césped y fruto de ello llegó el gol del propio Cárdenas, que, esta vez sí, aprovechó un balón al hueco para fusilar a Cacharrón.

Era el minuto 17 y el resultado hacía justicia a lo visto en el terreno de Lasesarre. El tanto sentó, sin embargo, algo mejor al Barakaldo, y empezó a llegar al área txuribeltz. Una jugada embarullada en el área de Sequeira fue el preámbulo del gol de empate, un córner sacado en el minuto 33 por Héctor Nespral. Debido al agua caída durante todo el día, propició que el balón se le escapara bajo las piernas al meta costarricense y se alojara mansamente en las mallas. Jugada de infortunio, empate a uno y nuevo partido. Un mazazo para el Real Unión, que llegó al descanso pidiendo la hora ante el acoso de un necesitado equipo local.

La reanudación no pudo empezar peor. Una discutida falta dentro del área cometida por Borda fue interpretada como penalti por el árbitro. Juan Delgado no perdonó y colocó el 2-1 en el luminoso. Jugada desafortunada, de nuevo, y jarro de agua fría. Iturralde, viendo la situación, puso en el verde a Capelete y Aranzabe, constantes incordios para la zaga local, que sufría cada vez que ambos tenían el balón.

El equipo se volcó en ataque, con constantes aperturas a banda que no encontraban rematador. La suerte no estaba del lado visitante. Los entrenados por Hernán Pérez defendían el resultado con uñas y dientes y fiaban su suerte al contraataque. Una contra de libro era desviada en boca de gol por la zaga del Real Unión y Adrián Hernández perdonó el 3-1. Sin embargo, el resultado bien pudo ser otro si en los instantes finales Capelete, Aranzabe o Sola hubiesen acertado de cara al gol. Claras fueron, sobre todo, las ocasiones de Aranzabe y Sola, y solo la mala suerte evitó que el cuadro fronterizo se trajera algo positivo.