El Real Unión paga muy caro su conservadurismo

Frente a la incertidumbre provocada por un conjunto anfitrión impredecible en su transitar hacia la portería rival, Mikel Llorente decidió no retocar en exceso el once titular y solamente introdujo la novedad de José Carlos en reemplazo de Munroe en el lateral izquierdo. El técnico guipuzcoano apostó por poblar las diferentes líneas en fase ofensiva con hasta cinco mediocentros de buen pie, lo que llevó al Real Unión a controlar el juego a través de su dominio en la posesión del balón y así apaciguar los posibles contragolpes locales. Sin embargo, de poco le sirvió al conjunto txuribeltz esta táctica conservadora para impedir que las primeras llegadas, sin excesivo peligro, fueran protagonizadas por el cuadro segoviano. Un rápido giro del juego en terreno contrario habilitó la volea en la frontal del área por parte de Manu, que se marchó por encima de la portería defendida por Wright.

El resultado de juntar tantos efectivos en los carriles interiores fue descorazonador, en una primera parte en la que el Real Unión se mostró muy poco agresivo en el último tercio de campo. Los ataques estáticos del conjunto de Llorente funcionaron a cámara lenta y sin capacidad alguna para sorprender a una Gimnástica cómoda a nivel defensivo. Imprecisos y sin determinación entre líneas, ni Garrido ni Víctor San Bartolomé, llamados a alumbrar con su creatividad la construcción del juego sdel cuadro txuribeltz, fueron capaces de habilitar a Aranzabe y Sergio Benito. En el primer acto, en el que no se produjo ningún disparo a portería por parte del equipo guipuzcoano, los pupilos de Mikel Llorente apenas inquietaron mediante un centro de José Carlos que no encontró el remate franco de un inadvertido Sergio Benito.

Justo antes de retirarse a los vestuarios y darle una vuelta de tuerca a un plan de juego improductivo, el Real Unión se vio castigado en el marcador por una Segoviana que sí supo llevar a cabo con efectividad esa verticalidad que tanto echó de menos el cuadro irundarra durante toda la primera parte. Tellechea recibió un pase entre líneas y a las espaldas de los centrales que le plantó ante la desesperada salida de un Wright que derribó al atacante madrileño. Un penalti muy poco discutido y que transformó el goleador local Davo para poner en ventaja al conjunto anfitrión, que rentabilizó su mayor atrevimiento en los últimos metros en el último suspiro de una primera mitad que resultó inoperante por parte del elenco de Mikel Llorente.

El relato del partido no cambió tras el paso por los vestuarios, sino más bien ganó fuerza en contra de los intereses del equipo blanquinegro. El Real Unión siguió viéndose lastrado por su preocupante imprecisión, tanto en campo contrario como cerca de su propia guarida. Como un calco de lo visto en el primer acto, la genialidad de Garrido y Víctor San Bartolomé no hizo acto de presencia en el inicio de la segunda parte. Sin coordinación entre el pase y el desmarque, tanto Aranzabe como Sergio Benito cayeron continuamente en la trampa del fuera de juego. Por su parte, la Gimnástica dio continuidad al impulso con el que se había ido al descanso y fue capaz de doblar la ventaja en el marcador. Quique Rivero se resbaló en su intento de girarse con el balón controlado y, con los centrales muy abiertos, Tellechea aprovechó ese infortunio del futbolista cántabro para penetrar por dentro y definir con pericia.

Sin tiempo para coger aire y buscar soluciones desde el banquillo para revelarse ante una jornada totalmente aciaga, el Real Unión ya se vio fuera del partido con la anotación del 3-0 por parte de Davo. El delantero pontevedrés, autor de un doblete, otorgó valor a una transición muy bien hilada por sus compañeros por el costado izquierdo con un certero disparo cruzado. De manera desesperada y con la intención de maquillar un resultado contundente, los pupilos de Mikel Llorente se volcaron sobre la portería rival en busca del gol del honor, que le negó la madera. Un lanzamiento de Sergio Benito se estrelló en el larguero y el de Cayarga, uno de los revulsivos utilizados en la última media hora de juego, en el palo izquierdo de la portería defendida por un guardameta local que vivió una mañana sumamente tranquila.