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En Riad empezó todo, dicen. Según la Biblia, en el edén –en árabe, Riad– Dios colocó a Adán y Eva, los primeros seres humanos creados ... del barro, antes de que los expulsara por desobedecerle. Miles de años después, Oriente sigue en el centro de la ecuación.
Han cambiado las cosas en este tiempo. La capital saudí acarrea todavía la resaca del fin de fiestas por el Ramadán. El sol abrasa y el termómetro roza los cuarenta grados, pero el ruido del aire acondicionado impide la comunicación y hay que apagarlo y sudar. No queda otra.
Al otro lado del teléfono se encuentra David Aguado, un tolosarra de 26 años afincado ahora a las afueras de Riad. En febrero le llegó la oportunidad de su vida para trabajar de analista y asistente en el Al-Shabab femenino, de la primera división saudí, en el que juega la exrealista María Díaz. «Todo fue por un amigo de Lacunza. Me puso en contacto con el entrenador del equipo (Raúl Pérez), que fue segundo entrenador del Real Unión la pasada temporada. Le mandé un par de informes y le gustaron. Aunque hubo problema con el papeleo, en febrero se pudo dar», relata. El cuerpo técnico al completo habla castellano, lo que ha facilitado la aclimatación de un guipuzcoano a casi 5.000 kilómetros de su casa. «Raúl (entrenador) y el entrenador de porteros son de Santander; la fisio es malagueña; el preparador físico es de Pamplona; y el antiguo director deportivo era cordobés».
La vida de este entusiasta del fútbol ha cambiado radicalmente de una semana para otra. De trabajar como analista en Beasain y Tolosa en equipos de Segunda y Tercera RFEF, ha emigrado al fútbol profesional, solo y muy lejos de casa. ¿Cómo es su nueva vida en Arabia Saudí?
«El club nos ha puesto un piso con una cocina, un baño, una sala con comedor y un cuarto para cada miembro del staff. Vivimos todos en el mismo bloque, también alguna jugadora», afirma el tolosarra, muy sorprendido por las condiciones que les ofrece el club. «Entrenamos por la tarde, así que por las mañanas adelanto mis trabajos de análisis. Después de comer vamos a un gimnasio cercano a casa todo el staff y luego si hay tiempo echamos siesta y si no, directos al entrenamiento para llegar dos o tres horas antes de la sesión». Esta es su rutina habitual, que en marzo varió y ahora retoma.
«Por el calor y el Ramadán hemos entrenado de noche, después de que las jugadoras rompan el ayuno y salimos casi a las doce del campo de entrenamiento», expresa. La liga se paró el fin de semana del 14 de marzo por los días festivos a raíz del Ramadán y vuelve el viernes después del parón de selecciones.
David Aguado ha descubierto los entresijos de la vida en un país desconocido hasta la fecha para él: «Yo pensaba que todo sería un caos, pero es tranquilo, excepto para coger el coche. Los supermercados son similares y hay muchos restaurantes buenos incluso más baratos que en Europa. Solemos ir mucho a uno turco que está genial».
Arabia Saudí, a diferencia de lo que era Qatar, ya tenía una fuerte pasión por el fútbol antes de que los petrodólares entraran en escena. «No han metido solo dinero, también están invirtiendo en conocimiento. Traen jugadores, entrenadores y árbitros. Se están formando, aprendiendo de lo que viene de Europa. Ya les han dado el Mundial de 2034 y quieren llegar muy preparados», explica el tolosarra. «Están creando estadios y academias de fútbol porque hasta hace pocos años solo tenían el primer equipo. Trabajan mucho la formación».
A otro ritmo paralelo avanza también el fútbol femenino. Lejos del foco mediático y de fichajes de campanilla como el de Cristiano Ronaldo o el de Neymar. Hace muy poco tiempo que las mujeres pudieron empezar a jugar a fútbol y el proceso sigue adelante. «Son muy apasionados, les da igual masculino que femenino porque les interesa todo lo que sea fútbol. Hace solo dos o tres años que las mujeres juegan a fútbol y todo requiere un tiempo», aclara David Aguado.
Todos los partidos de la liga se emiten por la página web oficial de la federación a la que tienen acceso los clubes. Los mejores partidos también se emiten en DAZN y se pueden ver en Europa. «Por presupuesto, nosotros somos un equipo de media-alta tabla y vienen a vernos unas 500 personas cada semana. Tenemos una grada de animación que suele estar repleta. El otro día fuimos a ver la final de la Copa y estaba lleno el campo», exclama.
La apertura del país al mundo exterior ha propiciado que desde Europa se empiece a conocer lo que sucede en Arabia Saudí y otros países árabes del Golfo Pérsico. Muchas veces lo que el propio país quiere mostrar –para ello ha invertido tanto dinero en su lavado de imagen a través del deporte–. Pero también se ha puesto luz en otros problemas estructurales de su cultura como la vulneración de los derechos humanos de homosexuales o mujeres.
Con esta visión de Arabia Saudí aterrizó David Aguado en Riad, pero el día en el que se marche se irá con otra bien diferente. «Tenemos una idea de lo que son los países árabes, pero luego es distinto. Quizás hace años sí que podía ser así. Me ha sorprendido la seguridad. Te paran a veces por la calle porque te ven europeo, ya seas hombre o mujer, pero puedes ir tranquilo. En general son bastante respetuosos», reconoce el tolosarra.
Ese progreso que describe David Aguado ha creado grandes diferencias entre familias más tradicionales y otras que se han ido modernizando y abriendo sus mentes. «Las que son árabes sí que juegan con el hiyab. Al final depende de si tu familia es más tradicional. Aguado ha podido comprobar en este tiempo que las mujeres saudíes «tienen las mismas preocupaciones que el resto. Se puede bromear con ellas. Hemos hablado de todo, de cosas normales, y te explican que no es cómo se vende».
Su valoración de la experiencia es muy positiva: «Desde el primer momento me he sentido súper a gusto con el staff y las jugadoras. Los trabajadores te preguntan a ver qué tal y si necesitas algo todo el rato. Me he integrado súper bien». Sin embargo, acaba contrato a finales de mes. Todavía no sabe si va a poder seguir. «Me gusta el ritmo de vida de aquí, trabajar de lo que me apasiona. No tenemos claro nuestro futuro, pero estaría encantado de poder seguir. Como dicen aquí: 'inshallah' –si Dios quiere».
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