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Pau Etxaniz, con la medalla de bronce al cuello, celebra su hazaña en los Juegos de París.

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Pau Etxaniz, con la medalla de bronce al cuello, celebra su hazaña en los Juegos de París. Reuters
Juegos Olímpicos | Aguas Bravas

¡Bronce del donostiarra Pau Etxaniz en París!

Con un tiempo de 88.87 segundos, el palista logra la primera medalla guipuzcoana de estos Juegos Olímpicos

Ion M. Taus y Raúl Melero

San Sebastián

Jueves, 1 de agosto 2024

En una jornada que quedará grabada en la historia del deporte guipuzcoano, el palista Pau Etxaniz se alzó con la medalla de bronce en la competición de kayak individual slalom masculino en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Etxaniz logró un impresionante tiempo de 86.87, el mejor de todo la jornada, pero recibió dos segundos extra de penalización al tocar la puerta 19 (finalmente fue 88.87), lo que le costó subirse a lo mas alto del podio. La medalla es tan sorprendente como merecidísima. Nada más llegar a la meta y comprobar en el video marcador el tiempo en el que había parado el crono, su gesto ya vislumbraba que algo grande podía llegar. Y llegó.

De esta manera, Pau Etxaniz lleva la gloria colgada del cuello. La que se granjeó con su talento, trabajo y esfuerzo en una bajada a los 210 metros del canal olímpico sencillamente magistral.

Mejor tiempo de la final

De no ser por una penalización de dos segundos por tocar la puerta 19, Etxaniz habría logrado el oro

El donostiarra, de 23 años, realizó una bajada espectacular en la final, colocándose en un primer puesto provisional con un tiempo de 88.87 segundos. Una lástima los dos segundos de penalización por tocar la puerta 19. Toda la afición guipuzcoana celebró por todo lo alto ese mejor tiempo de Etxaniz, a la espera de que realizasen su descenso los, a priori, rivales más fuertes.

Etxaniz llevó al Dios Poseidón, deidad de los mares y los ríos, al lado de su piragua. En cada palada, en cada giro, en maniobras espectaculares sobre los rizos del canal de Vaires-Sur-Marne. El donostiarra llegó a surfear los remolinos que complicaban su bajada puerta a puerta. Parecía que se divertía en las olas de La Concha cuanto los piragüistas del Atlético salen con la mar embravecida. Salió el primero de los doce finalistas. De convidado de piedra a héroe. Y eso que entró con el último tiempo a la final. En las semifinales disputadas a las tres y media de la tarde, Etxaniz pasó unos veinte minutos realmente malos desde que alcanzó con su piragua el final de su bajada parando el cronómetros en 94.11 (más dos segundos por una penalización) hasta que los jueces decretaron que el neozelandés Finn Butcher se había saltado una puerta y a su tiempo, 90.40. había que sumarle cincuenta segundos de penalización. A falta de que los cuatro mejores palistas realizaran la prueba – el británico Clarke, el italiana De Gennaro, el checo Prskavec y el francés Castryck- el palista del Atlético San Sebastián estaba ya clasificado para la gran final. Una final donde hizo una bajada sinnpar. Un bronce que sabe a oro.

Tras su descenso, El rostro de su padre y entrenador, Xabier Etxaniz, era gráfico también. El 88.87 era un tiempazo. Fue ocho segundos mejor que el marcado en semifinales, el mejor de los veinte palistas que descendieron por el canal. Pero la espera iba a ser eterna. Los contrincantes iban cayendo ante el gran tiempo del donostiarra, sin embargo, el italiano Giovanni De Gennaro superó el tiempo de Etxaniz por apenas medio segundo (88.22), arrebatándole la primera posición. El palista de Brescia, campeón del mundo en 2013, logró a la postre llevarse el oro olímpico.

Una vez que la posibilidad del oro se había esfumado, Etxaniz seguía en la terna por las medallas, por lo que todá la emoción se centraba en los descensos del resto de rivales. Ninguno lograba superar el tiempo del donostiarra, hasta que llegó el local Titouan Castryck. Empujado por la afición francesa que abarrotaba el Estadio Náutico de Vaires-sur-Marne, a 22 kilómetros de París, el jovencísimo palista de 19 años lograba un tiempo de 88.42, superando por la mínima el tiempo de Etxaniz, lo que le valió para lograr la medalla de plata.

En ese momento el gesto de Pau se torció. Sabedor de que su espectacular bajada se podía quedar sin premio. No sucedió. Quedaban dos palistas por descender del canal: el alemán Hegge y el británico Clarke. Lo hicieron peor y el bronce se fundió en el abrazo entre Pau, si aita Xabier y Maialen Chorraut, testigo de excepción de una obra maestra. Un bronce que sabe a oro.

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