Que Gipuzkoa es un territorio con gran tradición deportiva pese a su pequeña extensión es de sobra sabido. Se ha demostrado en los recientes Juegos donde nada menos que cuatro deportistas se han traído una medalla a casa, un tercio de los doce participantes. En ... el anecdótico juego de mirar el medallero (solo la piragüista Maialen Chourraut es medallista individual mientras el resto pertenecen a equipos), países como Finlandia (cinco millones y medio de habitantes) o Nigeria (doscientos millones y uno de los grandes países africanos) apenas han logrado dos. Una potencia deportiva como Argentina suma tres bronces, aunque en deportes de equipo.

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La presea de plata de Maialen Chourraut, ya en el olimpo de los deportistas guipuzcoanas con sus tres metales en tres Juegos, oro en Río incluido, refleja la superación tras su maternidad y su enorme calidad. En el caso de Julen Aginagalde es la perseverancia de un balonmanista que había ganado todo y que es un orgullo para su ciudad, Irun. Y luego está el caso de los dos futbolistas, más el navarro Mikel Merino al que queremos como un guipuzcoano más, sobre todo tras su sacrificio personal para traer la Copa. De Mikel Oyarzabal poco queda por decir. Es un futbolista top en Europa, icono no solo de la Real sino de la Liga, competidor nato y con carisma. Y Martin Zubimendi, que hace poco más de un año estaba en Segunda B, evidencia que en el deporte los sueños se pueden cumplir con dedicación y actitud, lo que sumado a su talento acaba dando sus frutos.

No hay que olvidarse de los atletas Teresa Errandonea y Odei Jainaga, los hermanos ciclistas Izagirre y Ane Santesteban, Clara Azurmendi (bádminton) o los piragüistas Ander Elosegi o Iñigo Peña que no lograron la medalla pero nos hicieron vibrar en Tokio y demostraron, además, que Gipuzkoa es un territorio muy polideportivo.

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