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Los grandes triunfos suelen fraguarse desde abajo. Al principio solo se trata de un sueño, pero a veces sólo bastan dos mensajes en Twitter para que el objetivo tome forma. El primero dice: «Busco entrenador de rugby en Ávila que quiera sumarse a un nuevo ... proyecto con @Spain7s. Interesados por favor que me contacten por privado. Se valorará nivel técnico del candidato». El segundo tuit es alentador: «Ya que esto ha sido tan efectivo busco otro entrenador para Soria, mismo proyecto de @Spain7s, pero diferente lugar. Gracias».
El autor de ambas 'ofertas de empleo', que datan de 2018, es el donostiarra Pablo Feijóo, exmedio melé internacional y desde 2017 entrenador de la selección masculina de seven, modalidad olímpica que enfrenta a dos equipos de siete jugadores durante 14 minutos frenéticos, divididos en dos tiempos.
No ha transcurrido un año desde aquel llamamiento en las redes, y los tuits de Feijóo han cobrado un valor especial tras la victoria de su escuadra -los leones- sobre los actuales campeones de la Copa del Mundo, los 'All Blacks' neozelandeses (24-26). Fue el pasado día 9, cuando cuatro ensayos de Ignacio Rodríguez-Guerra, Joan Losada, Paco Hernández y Pol Pla, más tres transformaciones de Hernández, certificaron una victoria simbólica, la más preciada de todo jugador.
«Ha sido histórico y bonito, cierto. Por supuesto no significa que vayamos a ganar a los 'All Blacks' sistemáticamente, pero sí que podemos derrotar a cualquiera», se felicita Feijóo desde Vancouver, la ciudad del Pacífico canadiense donde sus jugadores -mezcla de profesionales y amateurs- tumbaron al mito neozelandés. La gesta en el seven -juego extenuante, muy técnico y con melés de tres jugadores- se logró en las denominadas Series Mundiales, otra competición que los 'All Blacks' han ganado doce veces. La disputan 16 selecciones -una invitada- y se desarrolla en diez torneos sucesivos en otras tantas ciudades -Dubai, Ciudad del Cabo, Hamilton, Sidney, Las Vegas, Vancouver, Hong Kong, Singapur, Londres y París-. A esas citas, de dos o tres días, con su fase de grupos y eliminatorias, y sus puntos por la clasificación obtenida, regresó el seven masculino en 2017 como una de las quince escuadras permanentes. Actualmente es el undécimo del ránking, mientras el femenino compite en las series desde 2012 y es noveno de su categoría.
«Intentamos copiar lo que ellas han hecho», explica el técnico de los leones, hijo del presidente de la federación, Alfonso Feijóo. «Históricamente, las chicas del seven y del quince han sido mejores que los chicos. Eso es 'impepinable'. Se las ha apoyado, tal vez no todo lo que necesitaban, y han respondido».
Las leonas, que ya ganaron a Nueva Zelanda 19-15 en Londres, en las Series Mundiales de 2015, marcaron una senda que los varones empiezan a recorrer, aunque los contextos son diferentes. En rugby a quince las chicas pueden superar a Escocia e Irlanda, mientras que ellos se miden en el nivel B con países como Rusia o Rumanía. El pasado día 10 ganaron a Bélgica, exorcizando así la polémica derrota que esa selección les infligió el año pasado, cerrándole el paso al Mundial de este otoño en Japón. En el seven la brecha no es tan grande ya que ambos fueron olímpicos en Río 2016. Pero las leonas siempre están entre las diez mejores escuadras del mundo y el combinado masculino, no.
Quizá las cosas cambien. «Hemos subido un peldaño», asegura Feijóo. En las series, sus jugadores han llegado a hacer un sexto puesto en Ciudad del Cabo y un séptimo en Sidney, si bien en Vancouver quedaron en el decimotercero pese a haber ganado a los 'All Blacks'. «Importa la progresión. Hay rivales a los que ya superamos habitualmente y a veces nos imponemos a selecciones top. Nos hemos ganado un respeto, seguimos el camino correcto».
Los leones tienen un banquillo más largo y disfrutan de los recursos que World Rugby -la FIFA del balón ovalado- procura a quienes participan en las Series Mundiales. «No es para tirar cohetes, pero hay más opciones que antes; becas ADO y patrocinios», explica Íñigo Ezquerra, exinternacional del Cisneros que jugó las series en Punta del Este (Uruguay) y Mar del Plata (Argentina) en 2000. «La mayoría éramos estudiantes y trabajadores que debíamos pedir vacaciones», recuerda Ezquerra, entrenador del Gaztedi sub'14.
Su generación destaca el salto que España ha dado desde aquel año, cuando Nueva Zelanda les ganó 50-5 en Punta del Este y el de Sudáfrica, 54-0 en Mar del Plata. «Solo estamos poniendo los cimientos», tercia Feijóo. «Tenemos una élite esperanzadora, pero aún no es sólida. Mi obsesión es formar un grupo de 32 a 48 jugadores; 16 de un primer equipo profesional, otros tantos en desarrollo y 16 en sub'18. Hoy sólo tenemos unos 20 como mucho, y no todos son profesionales».
Agrandar esa cifra requiere un plan. Primero, unas series españolas que se van a disputar este verano. Y academias territoriales que den forma al jugador hispano, más pequeño que el maorí o el anglosajón. «En el rugby a XV -explica Feijóo- hacen falta kilos para derribar un muro defensivo. Y cada jugador es un especialista. Un pilier no necesita ser un gran pasador. El seven tiene más necesidades técnicas. Control de placaje, balones en el aire, carrera, combinaciones aéreas, en suelo... Y todo ello con un componente físico espectacular».
Los interesados ya saben lo que el entrenador donostiarra espera de ellos. Sólo tienen que responder a sus tuits. El premio es llegar a decir: «Yo gané a los 'All Blacks'».
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