Es mediodía y en Z1 Golf Academy suenan los golpes. Son los palos, los hierros. Un alumno coge uno de ellos, se coloca en la posición correcta, con las piernas medio abiertas, plegando las rodillas y estirando la espalda, y pega a la bola. ... Juan Sarasti mira atentamente el movimiento. No pierde detalle. No están en una cancha de prácticas tradicional, aunque lo pueda parece sino en un espacio cerrado, ajenos al viento y a los cambios de luz, donde profesor y alumno usan el simulador Trackman, que después de cada golpe muestra con una precisión milimétrica todos los datos del swing, para detectar dónde están los errores y dónde se puede mejorar. Tras el golpe salen números y gráficos en la pantalla. Sarasti los interpreta y corrige al alumno. Combina su experiencia con la tecnología. Siguiente golpe. Siguiente corrección. Y así sucesivamente hasta que los parámetros del Trackman, o al menos algunos, se van tornando positivos. «Es una nueva dimensión para aprender a jugar a golf. Hemos creado un método de aprendizaje único donde la mejora es inmediata. De otra manera, en el practice range das bolas pero no sabes si lo estás haciendo bien. Aquí pegas y ves los datos tanto de tu swing como a ti mismo en pantalla gigante y a cámara lenta», cuenta el director de la academia, Asier Laskibar.
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En los metros cuadrados del Z1 todo está cuidado al detalle. Un mural en blanco y negro de Txema Olazabal y Severiano Ballesteros, un «la práctica no hace la perfección. La práctica perfecta hace la perfección» como un mantra pintado en la pared y una tecnología puntera, única en España, son la esencia del club. Ubicado en el parque empresarial 'Zuatzu' en San Sebastián, esta nueva academia de golf indoor pretende dar un paso más en la enseñanza de este deporte con unas herramientas exclusivas capaces de medir más de una treintena de parámetros diferentes de un swing. «Es una forma de canalizar muy bien la mejora por todos los datos que ofrece», explica Laskibar.
Hace apenas un mes que se abrieron las puertas de la academia, pero este proyecto llevaba tiempo gestándose. En realidad, Laskibar, coach deportivo y amante del golf, vio cómo muchos jugadores se desplazaban a otros campos fuera de Gipuzkoa, incluso cruzaban la frontera, para aprender y entrenar con un método más innovador. Vio una oportunidad y la aprovechó. Trajo a Euskadi la mejor tecnología que hay actualmente en el mercado del golf y fichó en su equipo a los jugadores profesionales Tania Elósegui y Juan Sarasti como instructores. Juntó conocimiento con innovación. También contó con la colaboración del golfista Adrián Otaegui, que ganó hace una semana en el Scottish Championship. Así nació el Z1 Golf Academy. Hoy, el simulador Trackman y el Puttview son un reclamo para los jugadores. Los de aquí y los de allí. «Ha venido gente de fuera a probar», comenta satisfecho. Y es que recorrer los campos más prestigiosos del mundo no está al alcance de cualquiera. Al menos, hasta ahora. Con Trackman el jugador puede seleccionar dónde quiere entrenar o jugar con las condiciones reales. «Árboles incluidos», bromea Sarasti. Desde Valderrama hasta los cuatro campos legendarios de St. Andrews. Todo a golpe de click y de estar dispuesto a que una máquina haga una «resonancia magnética del swing de cada jugador. Además, después de cada clase se envía un feedback al correo electrónico, con vídeos y datos. Así enfocas tu mejora porque haces visible lo invisible. En el Z1 ves dónde mejorar y luego vas a la cancha a ponerlo en práctica. Es complementario», añade.
Asier laskibar, director de z1 golf academy
Pero si lo que uno quiere es perfeccionar el putt, entonces tiene que hacerlo en el green diseñado con la colaboración de Jose Maria Olazabal con la tecnología Puttview. Sobre esos cincuenta metros cuadrados el jugador «puede aprender a leer caídas, mecanizar su swing de putt, configurar caídas de derecha a izquierda y viceversa. El putt es el golpe más importante. Tú puedes pegar una muy buena salida y luego estropearlo en el green. Con este sistema se garantiza una mejora en el putt», detalla el director. Esta herramienta, empleada por jugadores de la talla de Tiger Woods, Jon Rahm o Bryson Deschambeau, reciente ganador del US Open, solo está disponible en San Sebastián y es accesible para cualquiera que reserve mediante cita previa y pague la tarifa, que ronda los treinta horas por euros.
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Un mes después del estreno, el balance es más que positivo: «Hemos tenido una acogida espectacular. Pensábamos que iba a ser más paulatino y ha sido un boom inicial. Vemos que la gente tiene ganas de conocer la academia y ver las posibilidades que ofrece». Ya han probado las instalaciones jugadores de todo tipo; desde iniciación, hasta profesionales como Adrián Oategui, José Maria Olazabal o Peio Iguarán, pasando por amateurs, jóvenes promesas o niños, incluso personas tan notables como Javier Clemente o Xabi Alonso, etc.
«Ahora nos toca a nosotros estar a la altura de la gran expectación generada». Trabajan en ello día a día. Ya se han convertido en club deportivo y podrán competir y dar clases para obtener el hándicap. Laskibar mira al futuro con ambición y esperanza. Confía en que «este proyecto genere muchos nuevos jugadores de golf, que en términos de salud y deporte tiene unos beneficios inigualables» y también espera que «que los que juegan puedan encontrar su mejor versión».
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