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El deporte federado no profesional escuchó el miércoles con alivio cómo el lehendakari anunciaba que se anulaba la parte del decreto del 7 de noviembre que les obligaba a parar dentro de las restricciones anti-covid. Durante más de un mes, las asociaciones que agrupan a las federaciones de todo el País Vasco han estado reclamando que se les permitiera la práctica deportiva en grupos, tanto a ellos como a los escolares, e incluso emitieron un comunicado conjunto. En su alegato resaltaban que «la actividad deportiva oficial y reglada es un elemento colaborador en el control y aplicación de las normas sanitarias, bajo la autoridad de entrenadores y monitores».
Además, recordaban que «la aplicación de la normativa anti-covid en el contexto deportivo reglado y oficial, es fácil de implementar y de hacer cumplir al existir previamente un sistema habituado al orden, a la normativa y a los reglamentos, así como a la disciplina en caso de incumplir». También defendían «la importancia de los responsables deportivos, agentes colaboradores en la creación de espacios seguros, de grupos controlados, de grupos burbujas, con protocolos aprobados por las autoridades sanitarias».
A partir de este lunes la mayoría de los clubes volverán a las canchas, aunque de momento solo para entrenar y en grupos de 6 personas. No será hasta la próxima reunión del LABI, el Consejo del Plan de Protección Civil de Euskadi, del próximo 11 de enero, ya pasadas las fiestas, cuando se valore la posibilidad de recuperar las competiciones no profesionales y el deporte escolar.
Vanesa Asensio es la responsable de la sección de baloncesto del club donostiarra Bera Bera, donde todas las categoría, salvo el equipo de 1ª División que es semiprofesional y por tanto la normativa del Gobierno Vasco le permitía entrenar, han estado paradas estas semanas: 3 equipos seniors, 4 juniors, 6 cadetes, 4 infantiles, más la actividad de la escuela. «El anuncio supuso una alegría enorme para todas las jugadoras y para todos los entrenadores», explica, pero también puntualiza que «hubo una decepción bastante importante para aquellos que se han quedado sin poder entrenar, es decir todas las actividades escolares».
Como en la mayoría de los clubes vascos, y para seguir manteniendo una vinculación con los equipos, han programado reuniones a través de la aplicación Zoom, «pero no tiene nada que ver». Curiosamente las que más implicación han tenido han sido las categorías más jóvenes, las de la escuela y las infantiles porque «las juveniles y cadetes se encuentran en una edad en las que no ven ninguna razón para conectarse con nosotros solo para hablar, porque hacer deporte en equipo a través de internet no tiene sentido».
La pandemia y la incertidumbre de no saber si la práctica del deporte por equipos podía tener continuidad o iba a ser suspendido ha repercutido en el número de inscripciones en los clubs. «Desde septiembre también hemos notado un abandono de chicas que ya estaban federadas. Pero lo peor está por llegar porque se notará dentro de dos o tres años, cuando queramos dar una continuidad a la cadena, cuando pasan de infantil a junior y de junior a cadete. Va a haber un descenso enorme de la actividad», reflexiona Asensio. La razón de este abandono está en que «el deporte, además de ser beneficioso para la salud, es también un elemento socializador y las chicas han buscado otras alternativas de ocio».
En la nueva normativa aparece que la mascarilla, salvo si es al aire libre o en competición, se debe emplear en una actividad deportiva aunque sea intensa, así que no van a faltar en las canchas porque «los deportistas son muy responsables». El protocolo más común entre los clubes hasta ahora era comenzar el calentamiento con ella puesta y en el momento en que comienza el esfuerzo más físico quitárselo, «pero si hay que continuar con la mascarilla, seguiremos con ella, aunque sea un engorro, porque todas las jugadoras, incluso las niñas, lo que quieren es entrenar».
Esas ganas se reflejaron el miércoles cuando nada mas terminar la alocución del lehendakari el teléfono de Vanesa Alonso comenzó a verse bombardeado por mensajes de padres y deportistas preguntando cuando comenzaban los entrenamientos. «Tuve que mandar un mensaje genérico para contenerles y decirles que íbamos a esperar a ver cómo se desarrollaban las cosas. Lo estaban pidiendo a gritos».
A pesar del alivio que supone retomar los entrenamientos hay un aspecto que les condiciona la práctica del deporte: la incompatibilidad entre el toque de queda y los horarios de las instalaciones deportivas públicas, cuyo cierre ahora está fijado a las 21.00 horas. «Va a resultar muy complicada la coordinación. Normalmente los equipos seniors suelen acabar a las diez de la noche o más tarde porque trabajan, estudian o tienen otras actividades como clases de refuerzo o de inglés, por ejemplo. No sé cómo les vamos a ubicar».
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