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Jon Rahm entrena a diario, tiene un talento portentoso y ha conseguido que su bolsa de palos esté bendecida por los dioses. La igualdad en la élite es tan acusada que son los detalles y los puntos de inflexión durante un recorrido los que inclinan ... la balanza en un sentido o en otro. La capacidad de concentración y la fortaleza mental son elementos diferenciadores en un deporte en el que todo se puede ir al traste en un parpadeo.
Y ahora mismo no hay un jugador en el circuito que supere en esa faceta al vizcaíno, un profesional durante las 24 horas que estudia los posibles escenarios con minuciosidad y que elige el instante exacto para asestar el golpe definitivo. Sus rivales lo intuyen y los partidos se les hacen eternos. Brooks Koepka lo sufrió el domingo, cuando el de Barrika le dejó claro desde el principio que la chaqueta verde iba a ser suya.
El gen competitivo y saberse agarrar al terreno cuando las cosas no pintan bien lo tiene desde niño. Rahm sabe manejarse como nadie en la presión, cuando la adrenalina está en sus cotas más altas, y eso le da un plus determinante en una disciplina que no es lineal, sino que se caracteriza sobre todo por los altibajos permanentes. Crecerse en las adversidades está sólo al alcance de los elegidos, y el número uno del ranking mundial lo es.
69 golpes
necesitó Rahm para completar el último recorrido en Augusta. Son tres bajo par.
4 birdies
firmó el domingo Jon Rahm. También un bogey en el hoyo 9.
1 eagle
protagonizó Rahm en Augusta. Fue en la primera jornada. En el hoyo 8.
En la magistral vuelta que le ha llevado a conquistar su segundo Grande envió a Koepka un mensaje directo en cada hoyo, en especial cuando afrontó las situaciones más comprometidas. Cada vez que el de Florida parecía encontrar un resquicio que le devolviera la esperanza, el rey del golf daba un portazo con un putt magistral o una recuperación sobresaliente. El metrónomo nunca se queda sin pilas.
Hubo cuatro momentos en los que Rahm sacó a relucir su innata fortaleza mental para atar el Masters. El primero fue muy pronto, en el hoyo 1, cuando se dejó un putt muy delicado para salvar el par en un green del que el jueves había salido con un doble bogey. Y lo embocó. En el 6 el panorama era similar, pero si acertaba el premio era ponerse líder en solitario. Tampoco falló. Después encadenaría una salida prodigiosa en la bandera número 13 con una exquisitez en el 14 que terminaron por minar la moral de Koepka.
El flamante ganador del Masters carga paso a paso la mochila de sus adversarios hasta que no pueden con ella. Le sucedió lo mismo al australiano Min Woo Lee en el Open de España de octubre en Madrid, cuando se le vino encima un tsunami llamado Rahm que se llevó por delante todos los diques de contención.
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En 2021, cuando entró en el olimpo con su victoria en el Abierto de Estados Unidos, supo aguantar la tensión y mantener las opciones hasta el final, con Louis Oosthuizen como principal contrincante. Esperó su oportunidad y la encontró en los dos últimos hoyos, con sendos birdies que forman parte ya de la historia del golf. No hay que olvidar que este éxito se produjo escasas fechas después de que se viera obligado a abandonar The Memorial por un positivo por covid cuando ya lo tenía ganado.
La fuerza mental y su confluencia con el talento y las horas y horas de entrenamiento ha dibujado un año para enmarcar con cuatro triunfos -Hawái, American Express, Genesis Invitational y el Masters- en los nueve torneos que ha disputado. En realidad ocho, porque en The Players tuvo que retirarse por un virus estomacal que le dejó sin energía.
Rahm, que sigue la estela de su idolatrado Severiano Ballesteros, se ha convertido en el primer jugador europeo en encumbrarse en el US Open y en Augusta. Él no había reparado en ese dato. Se lo dijo un periodista en el centro de prensa del santuario de Georgia y admitió que saberlo le había hecho «feliz». No es el vizcaíno de los que se relaja cuando suma otro triunfo a su palmarés. Todo lo contrario. Lo digiere en su ordenada cabeza y piensa en el siguiente desafío.
Ya posee dos 'Majors' en menos de seis años como profesional y los entendidos le ven en disposición de inscribir también su nombre en las otras dos citas que completan el Grand Slam: el PGA Championship y el British. Desde luego será uno de los favoritos en ambas competiciones con solo tiene 28 años y un largo recorrido aún por delante
«El Grand Sland está en mi mente», reconoció en Augusta en una demostración más de su inconformismo. Conociéndole, no lo dice por decir. Ponerse nuevos retos le motiva. Sólo ha habido seis jugadores que han ganado los cuatro 'Majors': Bobby Jones, Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods, Casi nada. Y él quiere ser el séptimo.
«Aún no he procesado el triunfo» en Augusta. Había pasado ya un tiempo y el flamante campeón seguía tratando de hacerse a una realidad: era ganador del Masters de Augusta, un sueño. El jugador número uno del ránking mundial puso en valor que España haya conseguido levantar el trofeo en Augusta en seis ocasiones y se comprometió a esforzarse lo máximo para sumar alguno más en el futuro. «Ojalá pueda ganar más». Fue en el tercer golpe de la última bandera cuando Rahm se permitió desconectarse un poco del juego para empezar a disfrutar de lo que había logrado. No lo quiso hacer antes porque anticiparse no suele ser un buen consejero. El de Barrika recordó el pasaje de un libro en el que Rafa Nadal recuerda la final de Wimbledon con Federer de 2008 y asegura que se sintió ganador cuando se puso por delante en el tie break del cuarto set. «Lo perdió y se llegó a un quinto», subrayó.
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