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MARTA GONZALO
Jueves, 14 de marzo 2019
Aplicar lo que todo montañero sabe o aprenderá en un futuro: la regularidad a la hora de caminar por la montaña. Con este objetivo ... se celebró el pasado fin de semana la 32º edición de las Marchas Reguladas, una jornada que forma parte del Concurso de Montañismo Escolar y que se llevó a cabo en diferentes comarcas de Gipuzkoa.
«Había dos tipos de recorridos a elegir. Uno para más experimentados, que quisieran una distancia mayor porque tienen más costumbre de caminar, y otro más corto, para los que igual era la primera vez que participaban en esta iniciativa», explica Tetxus Barandiaran, gerente de la Federación Guipuzcoana de Montaña.
Las marchas se celebraron simultáneamente en las localidades de Irun, Tolosa, Zumaia, Eibar y Beasain, con salida entre las 8:30 y las 9.00 horas de la mañana, según el itinerario concreto que se detallaba en un mapa que portaba cada joven senderista. En las marchas pudieron tomar parte todos los alumnos de los centros escolares de Gipuzkoa hasta cadetes, inscritos o no en el Concurso de Montañismo Escolar. «El objetivo principal era la regularidad. Vale más ir a un paso regular, o incluso lento, pero sin paradas, salvo las necesarias cada dos horas aproximadamente para beber o comer algo, pero en principio la idea era caminar sin parar y a un ritmo normal. Eso es básico en montañismo. Lo que no se debe hacer es acelerar y luego parar para terminar andando dando tirones. La idea era educar a los menores sobre cómo caminar dentro de unos tiempos determinados en los que debían ir pasando balizas», apunta Tetxus.
En montañismo no hay una regla fija y con escolares la flexibilidad es mayor, pero al ser una marcha regulada lo que valía era la regularidad y no la rapidez, de ahí que quedaran descalificadas aquellas patrullas que llegaran antes del tiempo establecido. Las mencionadas patrullas estaban compuestas por un mínimo de tres escolares y un máximo de cinco. Debían llevar una tarjeta de control que había que mostrar en todos los controles oficiales a lo largo de la marcha.
Desde la Federación Guipuzcoana de Montaña apuntan también que «otra norma era ir siempre en grupo o acompasar el paso al compañero que fuera más lento, no que fueran unos participantes por delante más rápido y el resto más atrás. Por eso se hacen también en patrullas, porque como son escolares, aunque van con adultos, para evitar que alguno se pudiera escapar. Lo principal es educar en compañerismo. Se hace en un ambiente muy bueno. Suelen participar también padres y madres para responsabilizarse de la seguridad de sus hijos y, a la vez, compartir un día muy bonito. Se trata de una jornada muy atractiva para todas las edades».
Las marchas se celebraron simultáneamente en las localidades de Irun, Tolosa, Zumaia, Eibar y Beasain. La idea de hacerlo en cinco zonas es que no haya largos desplazamientos hacia una sola ruta, y por eso se eligen diferentes puntos comarcales. Cada ruta cuenta con un club organizador, que ha sido el encargado de que todo estuviera a punto para este día. Y es que es mucho el trabajo previo relacionado con el diseño del recorrido, como el tener que hacerlo, que se ajuste a los requerimientos que exigen las marchas reguladas... «Los clubes han diseñado dos recorridos adecuados para las edades de los niños participantes y, además, se han encargado de elaborar los mapas de cada lugar, que cuentan con unos denominadores comunes, como son el punto de salida y llegada, los tres puestos de los controles intermedios, dónde hay una fuente o el lugar del hamaiketako. No solo es que paren para comer algo, la idea que es que convivan unos centros con otros de Gipuzkoa y hacerlo más familiar», señala Tetxus Barandiaran.
En todas las ediciones se incluye una pregunta al club organizador en el impreso para que diga cómo se puede mejorar de cara a la siguiente cita, y así es como estas marchas reguladas siempre obtienen un gran éxito. «Intentamos que la duración aproximada de las rutas, incluido el almuerzo, sea de dos horas y media el recorrido corto, y tres horas y media el largo. Luego, cada pueblo tiene sus características, porque todas las marchas deben ser en los alrededores del municipio donde se organiza, y si hay uno que tenga cerca montes con mucho desnivel lo que se hace es que la distancia sea más corta», explican desde la Federación.
Tetxus Barandiaran, gerente de la GMF-FGM, puntualiza que «cada grupo de trabajo está compuesto por cinco o seis personas, pero el día de las rutas hace falta un equipo humano de unas 30-40 personas para que todo salga bien. No es un entorno controlado y tiene mucho trabajo de balizaje para que se convierta en parajes controlados y sin peligros, por ejemplo que cuando se pase por caminos cercanos a un caserío, ese día tengan bien cerrada la langa para que no se escape el ganado, que los perros peligrosos estén controlados... y es que de alguna manera vamos a invadir una zona donde viven y trabajan personas. Hay que contar con ellos y pedirles que por favor colaboren ese día y tengan paciencia».
Regularidad al caminar, compañerismo, educación, valores y montaña. Una fusión que hace de las Marchas Reguladas del Concurso de Montañismo Escolar una cita fundamental en el calendario de los futuros mendizales.
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