
Hace medio siglo de aquella Copa de Rugby
Contra el Arquitectura. ·
Junio 1973, el equipo de rugby del Atlético San Sebastián disputa en Madrid la final de la Copa. En el que hoy es el Estadio Nacional Complutense. Ganan, 21-13Secciones
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Contra el Arquitectura. ·
Junio 1973, el equipo de rugby del Atlético San Sebastián disputa en Madrid la final de la Copa. En el que hoy es el Estadio Nacional Complutense. Ganan, 21-13Puede que el XV de la Rosa, el del Cardo, los Dragones Rojos galeses, los pumas argentinos, los springboks sudafricanos, los All Blacks, las Leonas, ... las jugadoras de la selección irlandesa que el 22 de marzo de 2015 ganaron por ¡73-3! a Escocia en su estadio de Cumbernauld, el Aviron o el Stade Toulousain hayan conseguido alguna vez en su historia un ensayo (y una transformación) igual de espectacular, impresionante y psicológicamente tan contundente como aquel que en junio de 1973 metió en el partido de la final de la Copa de Rugby al Atlético San Sebastián y sacó de él al Arquitectura, que hasta banda de música había contratado porque daban su victoria por segura. Puede.
Pero no es de extrañar que en los días en que el Tour atravesaba nuestro país, la gente del rugby easonense-guipuzcoano-vasco se reuniera en la Gastronómica de San Sebastián, en la ladera del monte Urgull, para recordar esa gesta. Y otras tantas.
Porque el Atlético San Sebastián, ya victorioso en el campeonato de España de la temporada 1961/62, también había conquistado la Copa del 72 y se haría con las del 75, quedando subcampeón en el 74. Como lo fue en el 70. El Arquitectura necesitaría un par de años para reponerse deportiva y psicológicamente de aquel 21-13. Se recompuso en el 76, cuando arrebató el trofeo a su gran rival, los también universitarios del CAU. El Atlético, por su parte, ganaría la Liga de la temporada 77-78, dejando subcampeón, de nuevo, al... Arquitectura. Volvería a ser campeón en la 78-79, quedando segundo el gran Hernani.
Aquel ensayo... Fue, como todo en el rugby, un logro del equipo al completo pero por personalizar en dos grandes hay que mentar al apertura y capitán Salva Mugica, que había empezado a jugar caballerosamente ese juego de villanos en 1959, y a Poli Zabaleta que junto a Iñaki Zabala formaba una segunda línea (la temible 'Zabala-Zabaleta') de la que se decía, como si de Atila y los suyos se tratase, que por donde pisaba no volvía a crecer la hierba... hasta el siguiente partido.
Aquel día de junio de 1973 la final había comenzado torcida para los donostiarras. El Arquitectura ganaba por 6 pues ya había hecho y transformado un ensayo. No podían imaginarse que, teniendo como tenían que sacar el balón los del Atlético, fuera a pasar lo que pasó. Salva lanzó el balón en largo, un balón que iba al medio de la melé contraria. Antes de llegar al suelo, Poli, igualmente reconocido por su gran velocidad, se hace con el ovalado. Corriendo a tope, se libra de todos los que le persiguen. Solo insiste en la persecución el ala contrario. Zabaleta le regatea, llega a línea... ¡ensayo y transformación! El partido se iguala. El Atlético se crece. El Arquitectura se hunde. La suerte está echada. Tanteo final, 21-13.
Esa copa (y las otras y tantos recuerdos, y tantas historias y a tantos amigos) fue lo que celebraron hace bien poco un puñado de rugbymen, de rugbylaris, en la Gastronómica. No se olvidaron, claro, de que Bixen Areta era su entrenador ni del juego de manos de Tato Yurrita, un centro habilidosísimo. Ni de Munguia, llamado 'El malo' no porque fuera un mal tipo sino porque sus placajes eran secos y demoledores. Se acordaron de los dos hermanos Bueno (sí claro, de la dinastía del boxeo, el rugby y las gambas con gabardina de la calle Mayor), Paco y Txufo. En aquel equipo estuvo el primero de los Feijóo, Alfonso. Estuvo Montxo Moneo, que junto a 'Historias' Galdos y alguno(s) más formaba una delantera de extrema potencia.
Siempre se dijo que aquel Atlético (en el que también estaban Iraregui o Ignacio Cámara, el 'arrière' que podía ser ala) ganaba los balones con esos delanteros mortales, los sabía jugar, los sabía tocar, los sabía mover, los sabía pasar. Fue el Atlético, también, de Luis Mokoroa, que había jugado en el San Juan de Luz. El equipo de unos amigos que no hacían diferencias ni de clase, ni de estudios ni de nada. El equipo de Errandonea y Pesquera. El equipo amado por un remero internacional, Iñaki Eguibar, (Medalla de Plata de la Real Orden al Mérito Deportivo) que hoy cumple 92 años (felicidades). El equipo de quienes vendrían después, como 'Torito' Mendiburu. El equipo espejo del Atlético actual. El equipo enamorado de un rugby veloz, jugado por atletas; ese de impresionante defensa y buen movimiento de balón.
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