«La pasión por el hockey en la India es una barbaridad»

- ¿Cómo surge la posibilidad?

- A raíz de un curso en la Federación Internacional, en el que contacté con Paul Van Ass. Se acordó de mí y aquí estoy. Mi trabajo es hacer labor de scouting. Durante los partidos estoy en lo alto del estadio, desde donde tengo una mejor perspectiva, en contacto con el banquillo. Mi trabajo no acaba ahí porque luego tocan horas de ordenador en el hotel analizando los partidos. Siento que mi opinión es respetada por el primer entrenador así que me siento cómodo.

- El hockey es relición en India.

- Y por eso no podía negarme. Es una barbaridad la pasión con la que se vive. Siempre he tenido curiosidad por saber qué se siente al sentir el hockey como se vive el fútbol en Europa, con estadios llenos. Reconozco que sentía algo de vértigo porque significaba unirme a un staff de primer nivel, con entrenadores que han llegado a finales de Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos, pero puedo decir que he tomado la decisión correcta. Estoy encantado. Como curiosidad, vamos escoltados por la policía desde el hotel al campo abriéndonos paso el autobús entre la gente. El jugador es una estrella en India.

- La particularidad de esta liga es que...

- La forman ocho franquicias, cada una con un presupuesto de dos millones de euros. Para configurar las plantillas se hace una subasta tipo el draft de la NBA. Cada franquicia va eligiendo jugadores de una lista en la que están los mejores del mundo. Eso sí, cada franquicia no puede firmar más de ocho extranjeros y solo pueden jugar cinco de ellos a la vez sobre el terreno de juego. Esto condiciona las rotaciones en el transcurso de los partidos y hace que los jugadores indios estén muy cotizados porque ellos, como locales, sí pueden jugar todo el tiempo que quieran. La explicación es sencilla: el gobierno indio invierte mucho dinero en esta liga y lo que quiere es el crecimiento de sus jugadores. En mi equipo están Larv Valk y Floris Wolterboer, oro con Holanda en los Juegos de París; Hardik Singh y Lalit Upadhyay, bronce con India en París y Tokio; Sam Ward, una de las estrellas de Inglaterra; Kane Russel, de Nueva Zelanda; Tanguy Cosins, de Bélgica y el internacional con España, el getxotarra Rafa Villalonga.

- ¿Y cómo casan tantas nacionalidades?

- El problema es que no todos los indios hablan inglés así que tratamos de hacer mucho análisis con imágenes. El ambiente en el equipo es bueno. Son todos muy competitivos. La única pega como entrenador es que al ser una competición corta, con doce partidos en treinta y pocos días, no nos deja mucho tiempo para entrenar. Jugamos cada tres días y no nos permite exigir mucho a los jugadores entre partido y partido.

- Los estadios se llenan.

- Es una barbaridad. Es impresionante escuchar a los aficionados cuando la bola se acerca a zonas de peligro, vibran. Son partidos con estadios con 15.000 personas con una repercusión similar al fútbol en España. Se nota que había muchas ganas de retomar esta liga porque por hache o por be llevaban siete años sin organizarla.

- Cuando acabe recuperará su trabajo en Bélgica.

- Volveré a Lovaina, donde tanto mi pareja Sofía (jugadora de hockey) como yo estamos muy contentos. Estoy al frente del equipo masculino que juega en Segunda División haciendo base para ascender en algún momento. Tengo un grupo de gente joven con mucho talento. Estoy muy contento con la decisión de salir de San Sebastián. Necesitaba ver cosas nuevas. El hockey en Bélgica tiene mucho nivel, ha progresado mucho en todos los aspectos en los últimos años. Todos los jugadores de mi equipo cobran o tienen algún extra: coche, piso...