![El volantazo de Michele Mouton](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202210/13/media/cortadas/piloto-k1f-U180364761659bGF-1968x1216@Diario%20Vasco.jpg)
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Hija de un matrimonio que cultivaba rosas en la ciudad provenzal de Grasse, capital de la próspera industria francesa del perfume, se diría que el destino de Michele Mouton (Grasse, 1951) pasaba por descubrir nuevas variedades de flores aromáticas y ejercitar su olfato para enriquecer el catálogo del sector con nuevas fragancias. El azar, sin embargo, le tenía reservado un futuro muy distinto: convertirse en la mejor piloto de automovilismo de la historia. Mouton, en efecto, es la única mujer que ha sido capaz de ganar pruebas del Mundial de Rallyes batiendo a la flor y la nata de una disciplina que, como todas las relacionadas con los deportes del motor, ha sido siempre coto reservado del sexo masculino. La francesa estuvo incluso a un paso de convertirse en campeona del mundo, un hito frustrado por un accidente en competición que se produjo poco después de que se enterase de que su padre acababa de morir.
Ocurrió a finales de octubre de 1982. Michele Mouton estaba a un paso de ganar el Campeonato del Mundo de Rallyes después de haber sido primera en Portugal, Grecia y Brasil. Todos los ojos estaban puestos en esa menuda francesa de temperamento volcánico capaz de plantar cara y hacer morder el polvo a los mejores volantes del planeta. Poco antes de tomar la salida en el Rallye de Costa de Marfil, penúltimo del calendario, recibió la que para ella era la peor de las noticias. Su padre, la persona que había confiado ciegamente en su potencial como piloto y le había prestado su apoyo incondicional para que cumpliese su sueño, acababa de morir en Francia como consecuencia de un tumor. Su primer pensamiento fue embarcarse en un avión rumbo a casa, pero una conversación con su madre le convenció de que lo que de verdad hubiese deseado su progenitor era verla ganar el rallye y coronarse campeona del mundo.
Mouton tomó la salida pero no consiguió acabar la prueba. Su coche terminó volcado en un tramo cronometrado en un accidente que todo el mundo achacó a un fallo de concentración por la tensión derivada de la triste noticia. Aunque fue capaz de recomponerse y quedó segunda en la siguiente prueba, la última del campeonato, los puntos que se había dejado en África le impidieron alcanzar la corona y tuvo que conformarse con el subcampeonato. Mouton se quedó con la miel en los labios, pero pisó un terreno hasta entonces nunca hollado por mujer alguna y situó tan alto el listón femenino que cuarenta años más tarde sigue siendo la mejor piloto de automovilismo de la historia.
La francesa nunca puso el acento en su condición de mujer. «No aspiro a convertirme en abanderada del movimiento feminista ni nada parecido. Lo único que quiero es que se me considere como un piloto de rallye, que es lo que al fin y al cabo soy», repetiría a lo largo de las muchas entrevistas que se vio obligada a conceder después de lograr el subcampeonato. Mouton, sin embargo, no tardó en convertirse en un símbolo aun en contra de su propia voluntad. La imagen de una mujer capaz de controlar una bestia mecánica de 500 caballos en angostas carreteras bordeadas de árboles y abismos por delante de la élite del automovilismo mundial era demasiado poderosa como para pasar desapercibida.
Lo de correr en rallyes fue para ella una prolongación natural de sus querencias juveniles. Heredera de la afición por los coches de su padre, que tenía un Porsche 911, se puso por primera vez al volante con 14 años y en cuanto se sacó el carné se metió de lleno en el mundo de la competición. Probó como copiloto y convenció a su padre para que le financiase un Alpine A110 con el que debutó al volante en rallyes locales. No tardó en destacar y pronto llegaron sus primeros triunfos, algunos de ellos en categorías específicamente femeninas. Mouton, sin embargo, quería medirse de tú a tú con los mejores pilotos independientemente de su sexo. Sus buenos resultados le valieron su primer coche oficial, un Fiat 131 Abarth con el que comenzó a frecuentar los podios.
Audi había comenzado a finales de los 70 a desarrollar un nuevo proyecto llamado a mejorar su imagen de marca. El resultado fue un coche revolucionario dotado de tracción a las cuatro ruedas, el Audi Quattro. Consciente de que la competición era el camino más corto para promocionar su producto, el fabricante alemán tiró de chequera para contratar a los mejores pilotos del momento, entre ellos a Michel Mouton. La francesa confesó que cuando recibió la llamada de Audi pensó que era una broma. Su desconfianza le llevó a abordar directamente a Walter Treser, entonces director del equipo alemán, para espetarle: «¿Ustedes quieren contratar a un piloto o a una mujer?». El alemán, desconcertado ante tanta vehemencia, solo acertó a balbucear que su equipo siempre intentaba contratar a los mejores conductores. «En ese caso cuenten conmigo», le respondió la francesa antes de darse la vuelta y desaparecer bruscamente.
Aunque el Audi tenía problemas de fiabilidad por su juventud, la pegada de su poderoso propulsor y la tracción integral no tardaron en proporcionar las primeras victorias a sus pilotos. Mouton, siempre muy regular, ganó en su primera temporada en el equipo alemán el rallye de San Remo y se convirtió así en la primera mujer que se imponía una prueba del campeonato del mundo. Sus triunfos provocaron salidas de tono por parte de sus rivales. El finlandés Ari Vatanen, que fue campeón en 1981, llegó a decir que «el día que me derrote una mujer, dejaré de competir», algo que por cierto no cumplió. Menos acertado aún estuvo el alemán Walter Röhrl, su más enconado rival, que en un arrebato espetó que «podías poner un mono al volante de un Audi y ganaría», en alusión a la supuesta superioridad mecánica del coche que conducía la francesa.
Fue en su segunda campaña en Audi, en 1982, cuando Mouton exhibió su potencial al volante sumando otros tres primeros puestos. Su accidente en Costa de Marfil le privó del campeonato, pero consiguió su objetivo de ser reconocida como uno de los mejores pilotos de la historia. Siguió corriendo hasta 1986 con algunos triunfos sonados, como el que consiguió un año antes en la popular subida Pikes Peak estadounidense, pero a los 35 años decidió dejar la competición para formar una familia.
Los números de la francesa, que fue piloto oficial de Fiat, Audi y Peugeot, hablan por sí solos: 50 pruebas del Mundial de Rallyes con cuatro triunfos, un subcampeonato, nueve podios y 162 etapas ganadas. Unas cifras que la convierten de forma incontestable en la mejor piloto de todos los tiempos. Su forma de ver las cosas no ha cambiado con el paso de los años: «Hice algo bueno, hice algo bien. Lo importante para mí era hacerlo y hacerlo bien, no era algo que tuviese que demostrarlo a los demás. Nunca peleé contra los hombres. Lo importante fue demostrarme que yo también podía hacerlo».
Michele Mouton, que tiene ahora 71 años, ha preferido siempre mantenerse en un discreto segundo plano. Ha declinado cientos de propuestas para escribir libros o participar en programas de televisión. El año pasado, sin embargo, accedió sorprendentemente a colaborar en el reportaje 'La reina de la velocidad' de la cadena británica Sky. «Lo hice porque mi hija me lo pidió, quería que mi nieta tuviese una referencia sobre lo que había sido su abuela», reconoció. El documental, accesible en España desde la plataforma Movistar +, recopila algunas de las imágenes más espectaculares de su carrera automovilística. También recupera la época dorada del Mundial de Rallyes, cuando la reglamentación se relajó para dar entrada a los Grupo B, coches muy ligeros y extremadamente potentes que hicieron que el campeonato rivalizase con la Fórmula 1 entre los aficionados y que fueron prohibidos en 1986 debido al riesgo que entrañaban. Contemplar 'La reina de la velocidad' es una buena forma de celebrar el 40 aniversario del inolvidable subcampeonato de la gran piloto francesa.
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