Para retumbe, el de Irribarria

Mientras en varios puntos de Gipuzkoa el Día de San Sebastián daba su sus últimos coletazos con redoble de tambores, el que retumbó de lo lindo en Urduliz como si fuese el Tambor Mayor fue Iker Irribarria. Hacía mucho tiempo que el de Arama no jugaba un partido como el de este viernes, con material de primera, pelotaris de postín y un punto importantísimo en juego para una de las parejas. Y lo cierto es que el «regalo» que recibió por parte de Aspe lo aprovechó de maravilla.

Que Iker Irribarria tiene unas condiciones asombrosas y propicias para ganar txapelas es una cuestión irrefutable. No hay debate. Un cualquiera no gana un Parejas y dos Manomanistas, el primero con 19 años convirtiéndose en el más joven en lograrlo. Sin embargo, por una cosa u otra, parece que él mismo se ha ido saliendo del primer plano de la pelota. Cierto es que la lesión de rodilla que le mantuvo fuera de las canchas siete meses le pasó factura pero, por sus cualidades, debería estar en las quinielas de las txapelas en cada campeonato en el que participara. Incluso dentro del Cuatro y Medio, distancia que rechazó en la última edición por no verse con el suficiente nivel. Cuestión de confianza.

Si jugara siempre a un nivel similar al de este viernes, sería un auténtico fuera de serie. Tenía una oportunidad inmejorable para demostrar que su zurda sigue siendo indefendible cuando tiene buenas oportunidades para rematar. Y vaya que si convenció. Cierto es que jugó al lado del mejor zaguero de la última década. Zabaleta es dueño y señor de cada partido y este viernes Martija sacó la tienda de campaña para colocarse en el décimo cuadro. Vio más la espalda de Zabaleta que un proel al resto de sus compañeros en una trainera. Cuando te llegan pelotas llovidas como las de este viernes, y si tienes el nivel que demostró Irribarria, te pones las botas. Dicho y hecho. El guipuzcoano se apuntó catorce tantos de jugada y otro más de saque para ganar el partido.

Sorprendió, en cambio, la confianza con la que desenfundó la zurda. No acostumbra Irribarria a rematar de gancho puesto que se encuentra mucho más cómodo con el machete o el sotamano, pero este viernes trazó seis maravillosos ganchos para triturar a un Ezkurdia indefenso, muy lejos de su mejor nivel. También cuestión de confianza. El partido estuvo igualado hasta que Martija dejó de responder a los exigentes pelotazos de Zabaleta. Irribarria también atrasó bien pelota para posteriormente rematar y romper el partido. Si el encuentro fue igualado en los primeros compases, Irribarria se encargó de dar la estocada con ganchos, machetes y algún que otro remate con suerte. Pero es que cuando tienes confianza y crees en tí mismo cuando te sale absolutamente todo. «He terminado con velocidad y estoy muy contento con el partido realizado». Peio Etxeberria y Elordi se merecían la oportunidad, pero que este Irribarria, y no el otro, no ofrezca espectáculos como el de este viernes cada semana es una auténtica pena.