Tiemblan hasta las uñas y las pestañas en el Atano III

Temblaron hasta las uñas y las pestañas en el Atano III. No solo las de los cuatro pelotaris. También las de sus familiares, seguidores y demás, que disfrutaron de un partido de alto voltaje. Cada tanto se vivió como si fuera el último. Ni siquiera el inicio arrollador de Elordi y Rezusta para adelantarse 10-1 restó tensión. Obligados a hacer veinte tantos para alcanzar el objetivo, habían hecho la mitad del trabajo en diecisiete minutos mientras que sus oponentes, cuya misión consistía en ganar 22-19 o con mayor ventaja para arrebatarles la sexta plaza, solo habían podido inaugurar su casillero.

Unai Laso, de vuelta a la competición a primeros de diciembre después de cinco meses y medio parado por una operación de cadera, no había dicho la última palabra. Tras romper la racha de la dupla de Aspe con la primera de seis certeras paradas al txoko, acudió al cestaño y puso sobre la cancha una pelota baja, sin gracia. Nada que ver con las de sus oponentes. Le cundió.

Emergió el delantero de Bizkarreta y se atascaron Elordi y Rezusta, a quien la pelota motela dificultó sortear al delantero contrario. Laso encontró un filón en el rincón y el marcador se apretó: 10-8. Vuelta a empezar.

El panorama cambiaba según la pelota elegida, más viva la de la pareja de Aspe y muerta la de los pelotaris de Baiko, favorable a un Aranguren menos agobiado. Rezusta, mejorado respecto a jornadas anteriores, dominaba con la suya y fallaba poco.

La persecución de los azules seguía su curso. Aproximados a un tanto en el 13-12, lograron la igualada en el 14-14, previo a un nuevo estirón de Elordi y Rezusta, 17-14. Estaban a tres tantos de los veinte que perseguían.

Además, daba la impresión de que los 60 pelotazos del 14-13 habían hecho mella en el organismo de Aitor Aranguren, que agotó en ese momento el segundo descanso de la pareja. Elordi y Rezusta habían gastado los dos suyos en el espléndido 13-12, que puso en pie a parte de los 899 pelotazales presentes en el frontón.

Unai Laso dio un paso adelante. Avanza poco a poco en su regreso a la zona alta de la élite. Lo que no ha perdido es el alma de figura, la personalidad. Volteó el marcador con cuatro remates: una cortada de derecha a la pared, la sexta parada al txoko, un pelotazo atrás y una arriesgada dos paredes. El temor rematador invadía a Elordi, que desde el 12-8 al definitivo 22-19 cobró un solo tanto de remate, la volea de zurda made in Jaka del 14-12. La izquierda no le funcionó como en el arranque.

El de Bizkarreta, jaleado por el público de principio a fin, y el de Aginaga llegaron al descanso del tanto 18 con uno de ventaja. Laso estaba crecido. Pero sucedió lo que otras tantas veces de vuelta a la cancha tras un parón de tres minutos. El campeón manomanista de 2022 cometió falta de saque. La pelota botó delante de la raya del cuatro. Mal momento para fallar. Recuperó el saque y la delantera gracias a la dos paredes milimétrica del 18-19.

Al límite en sus acciones, arriesgó de nuevo y su parada-dejada en el txoko en acción de saque-remate cayó bajo chapa: 19-19. Pesaron los dos errores del mejor pelotari de los cuatro este domingo.

Los de Aspe respiraron con el 20-19 y dos errores de Aranguren, ya con la clasificación concretada, pusieron fin a un encuentro en el que pesaron los seis tantos de saque del vigente campeón manomanista, muchos en un compromiso de esta envergadura, con los nervios a flor de piel. Vibró un Atano III en el que la gente volvió a responder.