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JOSEBA LEZETA
Domingo, 14 de noviembre 2021, 06:06
Ni siquiera la retirada de Aimar Olaizola detiene la rueda de la mano profesional. Veinticuatro horas después de la última estación de la gira que ha marcado este otoño, Jokin Altuna y Unai Laso disputan la final del Campeonato del Cuatro y Medio en ... el Bizkaia de Bilbao. Esta vez con público, con aficiones, sin ese silencio sepulcral que ha caracterizado los grandes eventos precedentes en el frontón.
Altuna III tuvo la oportunidad de cruzarse y de ganar a Olaizola II antes de que el siete veces ganador de la txapela de la jaula decidiera aparcar las competiciones individuales para centrarse en la disciplina de parejas. No hubo una entrega de testigo como tal, pero el amezketarra la recogió con el objetivo de afrontar retos y establecer marcas a las que prefiere mirar de reojo para centrarse en su gran objetivo: mejorar día a día.
Seis finales del Cuatro y Medio ha encadenado el actual buque insignia de Aspe, señal inequívoca de su condición de número uno de la distancia a pesar de que su balance en las cinco anteriores sea de dos victorias y tres derrotas. Nadie ha demostrado en este tiempo semejante regularidad, aderezada además con su trayectoria en el Torneo San Fermín de la jaula, donde ha vencido en las dos últimas ediciones, y completada con tres finales manomanistas en las que ha cosechado dos txapelas. Son números de un valor enorme para alguien de 25 años que en pura lógica tiene todavía más de media carrera como pelotari por delante.
Unai Laso no llegó a jugar contra Aimar en partidos individuales y es nuevo en finales. Su eclosión no ha sido tan precoz como la de su rival. Cada uno tiene sus tiempos, pero en su caso se la han ralentizado otros agentes. Estaba inmerso en la liguilla de semifinales del Campeonato de Parejas del año pasado con Jon Ander Albisu cuando estalló la pandemia, se cerraron los frontones y no alcanzó un acuerdo con su empresa, Baiko, para renovar el contrato. El cisma le dejó en casa y le impidió seguir en competición, una de las diversas razones que originó la huelga de la mayoría de sus compañeros.
Si bien la resolución del conflicto vino acompañada por un compromiso de readmisión del propio Laso, Mariezkurrena II, Eskiroz y Víctor, el delantero de Bizkarreta-Gerendiain permaneció nueve meses fuera de la actividad profesional y de las grandes competiciones a la espera de que llegara la fecha de la reintegración. Volvió al campo aficionado.
Desde la segunda quincena de junio su ascenso ha sido irrefrenable. Ha rendido a un nivel alto allá donde se ha anudado el gerriko en la cintura. Por parejas, mano a mano en toda la cancha y dentro del cuatro y medio. Además, el aura de rebeldía que le acompaña ha enganchado a numerosos pelotazales jóvenes.
Después de un verano más que esperanzador, Unai Laso ha encontrado en este Cuatro y Medio el refrendo oficial que necesitaba. Firmó su acceso a la liguilla de cuartos al derrotar a Jon Ander Peña. En su complicado grupo obtuvo la segunda plaza tras batir a Urrutikoetxea y Jaka, derrotado únicamente por Ezkurdia. Y ganó con aplomo la semifinal contra Peio Etxeberria.
ATAQUE
Ha confirmado lo que ya dejó patente en el cuatro y medio. Ahora mismo es el principal valor de su promotora para intentar acabar con el prolongado dominio de los manistas de Aspe en las competiciones individuales.
El Altuna III-Laso marcó el verano con tres duelos de envergadura, inciertos. Los ganó el amezketarra en una defensa firme de su condición de campeón manomanista y del cuatro y medio. Demostró el aspirante condiciones para poner en duda la hegemonía del pelotari al que considera «el mejor» de la actualidad.
Desde la desaparición de los Olaizola II-Martínez de Irujo, la pelota a mano profesional busca un clásico para llevarse a la boca. Quizá los Altuna III-Ezkurdia reúnan ingredientes para ello, incluido el de ver enfrentados a un guipuzcoano y un navarro, pero les falta uno fundamental porque ambos defienden el anagrama de la misma empresa, Aspe. No es lo mismo.
Laso, a pesar de que haya tenido que navegar a contracorriente dentro de una estructura que en pura lógica deportiva debía haberlo arropado con más ternura y convicción, puede ser el pelotari que agarre esa bandera. De hecho, durante los últimos meses hemos visto en los frontones a algún fiel seguidor de Irujo que lucía siempre la camiseta de Aspe acudir ahora con una de Baiko y el nombre de Laso en la espalda.
Sin embargo, si bien el Altuna-Laso ha resultado prometedor en sus inicios, le falta todavía poso, repetición y nombre para convertirse en clásico. El propio amezketarra responde así a esa insinuación: «Calificarlo así me parece exagerado. Nuestros enfrentamientos del verano fueron programados por las empresas. Será clásico si en el futuro volvemos a encontrarnos en finales de campeonatos, pero eso es complicado. De momento toca centrarse en este partido».
Unai Laso reconoce que el mediodía del día de San Fermín en el Labrit, nada más concluir la final navarra de la jaula, le dijo a Jokin Altuna que un día le ganaría. Cuatro meses después persigue todavía ese triunfo. Es poco tiempo en comparación con lo que tienen aún por delante a nada que la salud les acompañe.
Distintos pero complementarios, han brindado espectáculo en sus recientes duelos. El del Labrit, ganado 22-20, fue extraordinario. Solo le faltó el público. En el Adarraga, el amezketarra levantó un marcador adverso. Entre medias, el mano a mano en toda la cancha del Atano III atrajo al pelotazale y registró la mejor entrada posible dentro de las restricciones, en un momento en el que costaba más que ahora ir al frontón.
DEFENSA Y PACIENCIA
Insiste Altuna III en la necesidad de jugar agresivo, aptitud innegociable en la identidad de Laso. El de Bizkarreta lo va a ser sí o sí. Aprovechar el saque resultará tan fundamental como restar bien y dificultar el saque-remate del contrario. Una vez en el peloteo, la batalla se planteará en términos de velocidad, dirección y ángulos. La derecha del amezketarra tocó de maravilla la pelota frente a Ezkurdia. Volverá a necesitarla. La zurda del aspirante es una máquina imprevisible. Además, ha aprendido a sufrir en la cancha, a aguantar, a no precipitarse.
Jokin Altuna busca su tercera txapela del Cuatro y Medio, la quinta de su carrera y la decimotercera consecutiva de Aspe. La victoria de Laso supondría cortar una racha negativa para Baiko, que no vence en un campeonato oficial de primera desde la consecución del título manomanista a cargo de Oinatz Bengoetxea en 2017. Que lo consiguiera un pelotari descartado en su día supondría una paradoja más y la confirmación del dislate cometido.
La vuelta del público a las finales de mano profesional supone una de las novedades hoy después de que el Bizkaia de Bilbao haya acogido las cinco anteriores a puerta cerrada: las tres de 2020 -Parejas, Manomanista y Cuatro y Medio- y dos de 2021 -Parejas y Manomanista-. Los pelotaris finalistas sentirán de nuevo el calor de sus seguidores.
Ahora bien, eso no significa que el frontón de Bilbao vaya a llenarse. No es aventurado afirmar que habrá asientos libres esta tarde. El número de reservas ronda las 2.200 a falta del último tirón, de que los pelotazales se animen en las horas previas al Altuna-Laso. Las localidades se han agotado en el primer y tercer piso lateral. En el resto de las zonas hay papel disponible, sobre todo canchas.
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