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Durante décadas el botillero aportaba al pelotari experiencia y el conocimiento que da la edad. Andoni Gaskue (Larraintzar, 25 años) forma parte de esta nueva ... generación de jóvenes consejeros que desarrollan esta labor desde otro punto de vista. Sus indicaciones son para Peio Etxeberria, un año mayor.
– ¿Qué aporta un botillero?
– Antes el pelotari llevaba a alguien con experiencia que le conocía desde pequeño. Un poco más conservadores, quizá a esas personas no les gustaba arriesgar tanto en el juego. Hoy en día, a la velocidad que anda la pelota, necesitas a alguien que comprenda ese estilo. Y además es importante conocer a la persona. Hay pelotaris a los que hace falta echar la bronca para que hagan caso. A otros basta con decirles dos palabras. Algunos requieren que les animes o les calmes.
– ¿Qué le pide Peio?
– Es muy tranquilo y le gusta mantener la concentración después de acabar el tanto, que le hables con calma y que no le transmitas nerviosismo. Es importante cómo mandas el mensaje. Es mejor que no te vea nervioso para no añadirle tensión a la que ya tiene de por sí.
– ¿Ha aprendido coaching para ejercer mejor de botillero?
– Sí. Personalmente, hasta ahora no he ido a psicólogos ni expertos. Peio anda con psicólogos desde que a los 15 años vivió el fallecimiento de su padre. He aprendido pautas del propio Peio y recibo consejos de coaching de los preparadores físicos, sobre todo de Chocarro, que fue capitán del Anaitasuna de balonmano. Me dice que no use palabras como 'miedo' porque la mente se queda con esos conceptos. Intentas evitarlo y que el pelotari capte el mensaje como algo positivo.
– Eso exige temple en la silla.
– Donde peor se pasa con diferencia es de botillero. Eres la única persona que puede apoyar al pelotari, dispones de muy poco tiempo para decirle muchas cosas y tú mismo te pones nervioso por la tensión.
– ¿Viajan juntos a los partidos?
– Sí. Ese día no le hablo de pelota hasta que el juez lanza la chapa al aire. Ni una palabra.
– ¿De qué hablan?
– De la caza, de la familia, de cómo nos ha ido el día... Como no me gusta que me hablen de pelota cuando vamos a los partidos, lo aplico igual con Peio.
– Su mayor alegría en la silla.
– Hasta ahora el pase a la final del año pasado, la victoria sobre Peña en la semifinal del Ogueta.
– Su mayor disgusto.
– La final contra Altuna, por cómo salió todo, y me dio mucha pena una eliminatoria del Torneo San Fermín del cuatro y medio que perdió contra Ezkurdia en el Adarraga después de ir por delante casi todo el partido. Sufrimos.
– ¿Qué se le dice al pelotari después de cometer cuatro faltas de saque, como sucedió ante Ezkurdia en Zumarraga?
– En un partido del cuatro y medio que jugué el año pasado cometí cuatro o cinco faltas de saque, y sé que es eso. Por mucho que te digan, el brazo se encoge. Yo quería que se tranquilizara, pero era consciente de la dificultad. Pensaba que después del verano lo habría olvidado. Y resulta que ese tema continuaba presente en los partidos contra Elordi y Laso. En el vestuario me reconoció que el trauma seguía ahí. Le dije que si quería llegar la final u optar a la txapela, había que apretar mucho más con el saque.
–¿Lo ha corregido?
– Llegó clasificado para la última jornada de la liguilla, contra Peña, y le planteé que esa tarde debía ir a cuchillo con el saque, cambiar la dinámica. Le vi mejor tanto ese día, aunque perdió, como contra Jaka en la semifinal. Espero que la final sea el partido en el que mejor saque.
– Se llevó un buen cabreo cuando el juez le quitó un descanso en la semifinal.
– Al contrario que Peio, me encendí. Me sentí indignado. Nadie se había quejado durante el Campeonato, no nos dijeron nada antes de empezar y desde el tanto dos o tres el juez le metía presión. Imaginaba lo que iba a pasar tarde o temprano. Me levanté y solté unos juramentos en lugar de dirigirme al juez de otra manera. Incluso le comenté algo de que nadie le dice nada a Laso en el Labrit cuando se detiene con el fin de concentrarse para el saque. Me salió por ahí. Quizá haya que mantener más la compostura delante de la gente, de las cámaras y con el micrófono presente, pero salté.
– ¿Se acuerda de que lleva el micrófono de la televisión?
– Muchas veces quieres decir una palabrota y te la ahorras por esa razón. En alguna reunión de la asociación de pelotaris he propuesto retirarlo. Tú no ganas nada y lo único que puedes llevarte es dar una mala imagen.
– ¿Habrá que tener cuidado en la final con los descansos?
– Sí. Pediría que los jueces nos informen de cómo van a actuar.
– Las claves de la final.
– Suena a tópico, pero el principio del partido, a quién le toca el primer saque. Tomar cinco o seis tantos de ventaja nada más empezar te da casi el partido. Estar concentrado desde el inicio es importante. Los dos buscarán lo mismo, intentar adelantarse a la hora de buscar el remate y adueñarse del centro de la cancha.
- Peio Etxeberria y usted se conocen desde niños.
- Nuestros padres se conocían y eran amigos. El suyo era ganadero y tratante. El mío tiene ovejas. Además, aunque Peio es un año mayor que yo, en la escuela éramos pocos. En los recreos la mayoría jugaba a fútbol y unos pocos, entre ellos nosotros, a pelota. Así entablamos amistad.
- ¿Cómo era Peio en la escuela?
- Revoltoso, de los que les gustaba molestar. No destacaba por buen estudiante. Tras el fallecimiento de su padre, decidió seguir con el negocio familiar. No podía llegar a todo y dejó los estudios.
- ¿Cuáles son sus hobbys?
- Le gusta ir a su aire, estar con la familia y ejercer de padre, atender a las vacas, seguir las rutinas...
- ¿Comparten cuadrilla?
- Sí. Somos diez o doce. Hay días que hacemos comidas, cenas o celebraciones.
- ¿Aficiones fuera de la pelota?
- A Peio le gusta la caza, sobre todo la becada y el jabalí. También tiene algún amigo con el que va a la paloma a Etxalar... Pero entre la familia, los entrenamientos y demás, apenas tiene tiempo.
- ¿Tiene trato con Laso?
- También. La temporada que Unai estuvo fuera de profesionales me tocó jugar varias veces con él y conservo una anécdota.
- Cuente, cuente...
- Debuté con Aspe en noviembre de 2021 y en marzo de ese año, seis meses antes, me rompí el tendón de Aquiles en un partido en el Labrit con Laso de compañero frente a Espinal e Irurita. Quién iba a pensar que tres años después coincidiríamos en una final del Cuatro y Medio, Unai de pelotari y yo de botillero. Es la única vez que hemos formado pareja.
- ¿Le da guerra esa antigua lesión?
- Olvidada. Tuve la suerte de recuperarme bien y rápido. A los cuatro meses volví a los entrenamientos. No me ha dado mayor problema.
- Le invitará Peio a alguna comida después de la final...
- Bastante me ayuda. Estamos en paz.
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